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30/11/2001
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Desafiando peligros y prejuicios

MAIDA MILLÁN ÁLVAREZ

En las múltiples tareas cumplidas por las FAR desde su fundación el 2 de diciembre de 1956, la mujer ha empeñado su esfuerzo, inteligencia y capacidad junto a sus compañeros. La política trazada por la Revolución, desde los tiempos de la Sierra le ha permitido su pleno desarrollo en la vida de la institución. Hoy más del 60 por ciento de las oficiales poseen nivel superior militar. Cerca de mil mujeres cadetes se forman como futuras oficiales en los centros de enseñanza militar, donde cursan diferentes carreras, y aproximadamente esa cifra de muchachas están en las escuelas militares Camilo Cienfuegos.

Foto: JUVENAL BALÁNLa mujer cubana tiene tradición en la defensa de la Patria

La mujer cumple misiones importantes en la disposición combativa y tiene una alta incidencia en aspectos cardinales de la vida de sus unidades. Su cotidiano quehacer habla de cómo la cubana tiene tradición y ejemplo de sus mayores en la defensa de la Patria.

"Las compañeras cumplen las mismas misiones que los hombres y a veces hacen mejor las cosas que nosotros", refiere el jefe de una unidad integrada por un número importante de féminas. "Ellas ÄcontinúaÄ demuestran capacidad y entrega para enfrentar las dificultades del servicio".

UNA JEFE DE INSTALACIÓN COHETERIL

La base reglamentaria de las FAR garantiza los mismos derechos para hombres y mujeres, aunque prevé para las últimas un tratamiento diferenciado en correspondencia con sus características pues, como dijera el Maestro, se enfrentan a "su naturaleza fina y sensible que le señala quehaceres más difíciles y superiores".

Encontrarlas en cualesquiera de los niveles de la estructura militar es prueba de esa verdad. Jefe de órgano o departamento en el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, jefes de tropas generales, artilleras, tanquistas, comandantes de unidades de superficie, especialistas de estado mayor, sargentos instructores, profesoras en los centros de enseñanza militar y otras muchas responsabilidades son asumidas por mujeres comprometidas con el pueblo y Fidel.

"Yo me preparé para el cargo que me dieran y en el lugar que fuera", nos cuenta Yadelis Herrera Alfonso, una jefa de Instalación coheteril, para quien la labor pedagógica con los subordinados ha sido la tarea más difícil.

"El trabajo con el hombre es algo para lo que debemos prepararnos cada día", afirma y añade enseguida:

"Me gusta dirigir y tengo carácter para hacerlo, aunque a veces soy un poco impulsiva.... Y en cuanto a los subordinados, no la voy a engañar, en ocasiones siento que algunos tienen un poquito de recelos de que una mujer sea el jefe. Claro, eso depende del nivel que tengan y de cómo le hayan exacerbado el machismo en su formación. Eso sí, todos me apoyan y por supuesto cumplen lo que ordeno".

EL PRIMER LANZAMIENTO

Pensativa y con la mirada puesta en el infinito, Yadelis nos relata lo que sucedió el día del primer lanzamiento coheteril. "Era un tiro experimental, pero yo lo veía como una misión real. Imagínese, era la primera vez que tenía la oportunidad de demostrar mi preparación. Comenzamos a tomar las medidas y tres días antes a la fecha, surge una avería en la parte eléctrica que resultaba difícil su reparación. La preocupación aumentaba, solo faltaban unas horas para el momento cero y la situación no estaba resuelta".

Siento que su voz se entrecorta como si el tiempo retrocediera al revivir lo ocurrido. "El amanecer nos trajo la tranquilidad, pues el desperfecto quedó solucionado", añade.

Yadelis gesticula como si manipulara complejos equipos y su narración se hace cinematográfica. "Todos estaban atentos y preocupados, mis jefes me daban confianza mientras los subordinados ocupaban sus puestos. Se toman las medidas. Recibo el parte de que todo está listo, tomo la decisión: ¡Fuego! y aprieto el botón. El cohete se desplaza y cae en el lugar previsto".

"Sentí cómo mi respiración crecía y me dije: ahora sí me gradué", recuerda todavía con emoción.

LAS DOS COSAS MÁS GRANDES

Odalayre Gil Febles y Juana Zamora Torres son también protagonistas de hazañas similares. La primera es segunda jefa de máquina en una unidad de superficie, y a pesar de sus 20 años tiene mucho que contar. "Este trabajo es fuerte, pero no imposible", nos dice con firmeza en la voz esta muchacha que parece desafiar al sacrificio con el coraje de quienes no abandonan las metas. 

Juana es también ejemplo en su gestión como jefa de compañía coheteril, la cual ha dirigido en actividades de campaña por períodos de dos y más meses. "Las condiciones en que me desempeño son las mismas que existen para todos, aunque siempre se trata de mejorar un poco las mías, es la verdad". 

Esta mujer sencilla y abnegada, que demuestra su entrega día a día en las misiones combativas que por su cargo debe enfrentar, combina su responsabilidad con la de ser madre.

"Mi hija y el deber son las dos cosas más grandes para mí", afirma llena de orgullo.

HACEMOS NUESTRA PARTE

Para ellas no hay límites de cargo ni grado militar al que no puedan llegar. La mayoría del claustro de profesores son mujeres que en un 95% se califican en maestrías y doctorados para preparar mejor a los futuros integrantes de las FAR.

"Las mujeres que cumplimos el deber de defender la Patria como miembros de las FAR, simplemente hacemos nuestra parte como lo hacen otras en las Milicias de Tropas Territoriales, los Consejos de Defensa o las Brigadas de Producción y Defensa; al igual que las que laboran en la salud, la educación, la economía o en cualquier otra trinchera", señala Yudit Neufrille Abad, licenciada en ciencias navales y segunda comandante de una lancha cohetera.

Ninguna de estas muchachas había nacido cuando 82 intrépidos expedicionarios desembarcaron por Las Coloradas, pero ellas conocen que aquella acción dio luz a sus pupilas y hablan de esa historia con la convicción absoluta de defender la obra de la Revolución como un compromiso de honor.

30/11/2001

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