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![]() El voto de las Islas Marshall ARNALDO MUSA
La República de las Islas Marshall, en pleno Océano Pacífico, con apenas 181 kilómetros cuadrados y 63 031 habitantes, es uno de los más dependientes de los territorios que EE.UU. controla en el Pacífico. No son meras palabras, porque así lo atestigua su origen. Las Islas fueron tomadas por Estados Unidos a Japón en 1944, y tras la Segunda Guerra Mundial, Washington las utilizó para sus pruebas atómicas y basurero de desechos radiactivos por algún tiempo, mientras minaba sus intentos independentistas. Un reportero de The Washington Post, Bob Woodward —quien investigó el escándalo Watergate— reveló que la vigilancia electrónica había sido utilizada en un intento por conservar a las Marianas, Carolinas y Marshall. El objetivo del espionaje era obvio: reducir la posición negociadora de los representantes de esas Islas que deseaban la independencia y fomentar la desunión entre los distintos grupos que componen el territorio. Bajo el pretexto de que las ínsulas pudieran ser controladas por "un país inamistoso", EE.UU. buscó enmascarar su control real, aparentando ceder en lo formal. Entonces empezó a hablar de "gobierno asociado", desmembró el territorio y elaboró diferentes convenios, atando a las Marshall con un Acuerdo de Libre Asociación, desde 1986, que obliga al país a seguir ciertas pautas en política exterior, mientras la defensa es abiertamente prerrogativa de Estados Unidos, que le proporciona la asistencia económica. El anterior régimen pretendió convertir nuevamente a las Marshall en un basurero de desechos radiactivos, pero las fuertes críticas de la comunidad internacional lo impidieron. La actual administración, que encabeza desde 1998 el presidente Imata Kabua, es calificada de débil, se enfrenta a problemas causados por una inadecuada infraestructura y la prolongada sequía. La dependencia de la metrópoli y promesas económicas bajo la mesa están seguramente detrás del voto de ese gobierno. |
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