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LINO ORAMAS
Tales premisas, sin embargo, carecerían de validez si no se fundamentan en sólidas bases de unión y solidaridad. Sabiamente representado en el emblema que identifica a estas citas, denominado por su creador, el artista mexicano RufinoTamayo, como El Fuego Nuevo, el anhelo de unidad de nuestros próceres vuelve a presentarse en Lima como una semilla plantada que necesita de la máxima atención para que, ya nacida, ofrezca sus ansiados frutos. Los empeños de latinoamericanos, españoles y portugueses desde la primera cita en Guadalajara, en 1991, no se limitan a unos pocos días de reunión de los expertos y cancilleres, o Jefes de Estado y de Gobierno. Cada año, desde entonces se trazan pautas, se coordinan acciones en las cuales, aun con las diferentes características de las naciones que integran este conglomerado, tienen el propósito supremo de contribuir al bienestar de los más de 600 millones de habitantes de los pueblos de América Latina, España y Portugal. Los retos vistos como desafíos del momento en Guadalajara lejos de haber sido solucionados encuentran nuevos escollos ahora. Entonces se dijo que "representamos un vasto conjunto de naciones que comparten raíces y el rico patrimonio de una cultura fundada en la suma de pueblos, credos y sangres diversos", basados en los principios del derecho internacional, la soberanía y la no intervención y el reconocimiento del derecho de cada pueblo a construir libremente en paz, estabilidad y justicia, su sistema político y sus instituciones. También se abogó por el desarrollo económico-social, la educación, la cultura, la cooperación internacional. Esos objetivos comunes basados en la identidad y el respeto a la diversidad se recogieron después en Madrid, y posteriormente, ya con un tema primordial, pero sin abandonar lo que de modo general nos conviene o afecta, se han mantenido en las otras citas: Salvador de Bahía, Cartagena de Indias, Bariloche, Santiago y Viña del Mar; isla de Margarita, Oporto, La Habana y Ciudad de Panamá. "Hemos demostrado —decía el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, Fidel Castro, en ocasión de la IX Cumbre— que los iberoamericanos no somos inferiores a nadie ni en talento ni en valor, los símbolos de quienes compartimos la misma cultura, la misma historia, la misma sangre y la misma lengua, es porque quisimos ser lo que somos y queremos ser lo que seremos". Ahora en Perú, donde las tradiciones y la herencia común aflora a cada paso, se pasa revista al trabajo de estos diez años. Mucho de bueno hay para ratificar la necesidad de continuar por esta vía, pero sobre todo falta un trecho muy largo por recorrer. Numerosos programas y proyectos han nacido, y se estudian otros, como fruto de las acciones de cooperación: Televisión Educativa Iberoamericana, becas doctorales llamadas MUTIS, alfabetización de adultos, cooperación científica y tecnológica, Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Bibliotecas Nacionales, son —entre otros muchos— ejemplos válidos. Mas, también ha sido esta una década en que la desigualdad ha aumentado, la situación económica internacional está signada por la recesión, y agravada ahora con la guerra impuesta tras los sucesos del 11 de septiembre en Estados Unidos, sin que la falta de seguridad y el temor al terrorismo, en todas sus formas y manifestaciones, cesen. Los más recientes informes de prestigiosos organismos internacionales, como CEPAL, evidencian que la distribución del ingreso se presenta con "una enorme rigidez para alterar su elevado grado de concentración" y que América Latina y el Caribe mantienen el nivel distributivo más desigual del mundo. En su reciente comparecencia por la TV Cubana, el pasado día 2, Fidel decía: "La crisis es consecuencia del estruendoso e irreversible fracaso de una concepción económica y política impuesta al mundo: el neoliberalismo y la globalización neoliberal. "El acto terrorista y la guerra no originan sino hacen mucho más grave la crisis. Lo que venía avanzando aceleradamente, se precipita de forma inoportuna y abrupta. La humanidad tiene ahora que enfrentarse a tres problemas sumamente serios, los cuales se potencian entre sí: el terrorismo, la guerra y la crisis económica. "Hay naciones e incluso regiones enteras de algunos continentes que pueden desaparecer, si plagas tan temibles como el SIDA no son combatidas con urgencia y vencidas por el hombre; si terrorismo, guerra y crisis económica no son resueltamente enfrentados. Si alguna vez hizo más falta que nunca la cooperación entre todos los países es esta vez", afirmaba el líder cubano. Para los incas en Perú, la Gran Fiesta del Sol era una de sus principales celebraciones. Los historiadores recogen que en las principales cimas entre Cuzco y Huillcanuta, en la ruta hacia la roca de Titicaca, se ofrecían llamas, coca y maíz en la fiesta de bienvenida al joven Sol. El fuego era elemento esencial de sus rituales. Como un Sol nuevo —no por casualidad se habla de nuestras raíces y tradiciones— nacieron estas Cumbres; el gran reto está presente, de la capacidad para asumirlo dependerá que después de estos días no resulten baldíos sus pronunciamientos y se pueda evocar un canto como el de nuestros ancestros: "¡Oh, Creador, Sol y Trueno, sed jóvenes siempre! ¡Multiplicad los pueblos, dejad que vivan en paz!" |
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