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Andrés D. Abreu Apenas Michelle (el huracán) se alejaba de algún sitio de Cuba, los pobladores del lugar pasaban del resguardo protector al inventario valorativo de las cosas y los hechos. En Camagüey, ya sin lluvia, y ante la expectativa y la necesidad de preservar su continuidad, se abrieron las puertas del Almacén de la Imagen, un lugar que cada año aguarda y registra la producción audiovisual más joven de Cuba. Entre las buenas cosas que se defendieron contra viento y marea en esta oncena edición del evento que organiza la Asociación Hermanos Saíz de esta provincia, estuvo la continuidad del cine cubano. La ponencia presentada al encuentro teórico por Juan Antonio Borrego propició uno de los más agudos debates sobre los puntales que debe crear la generación actual de realizadores audiovisuales para sostener la historia de una imagen nacional ante el embate de los fenómenos globalizadores. Video de familia, de Humberto Padrón —ganadora del gran premio Luces de la ciudad y del premio de guión—, fue un ejemplo convincente en la selección competitiva de nuevos aportes a esa construcción de la que forman parte Memorias del Subdesarrollo, Lucía, y La vida es silbar. Una muestra de lo hecho por el Taller de Cine de la AHS a finales los 80 y principio de los 90 y que fue organizada por Jorge Luis Sánchez, uno de los miembros de esta generación, constituyó un referente imprescindible que salvaguardó el evento y que explica la constancia de lo experimental y multidiscursivo en el inventario del Almacén... de la Asociación. Varios de los trabajos de la nueva generación como el Tenedor plástico, de Miguel Coyula (Premio de ficción y UNEAC), Muerte y antimuerte, de Ana Ibis Domínguez (Premio de experimental), y Alexis Alvarez, de Luis Najmías (Premio de promocionales), dieron fe de esa apertura expresiva. También Jorge Luis Sánchez, a partir de los presupuestos que han regido su obra y la de otros importantes creadores, dirigió las labores del Taller de Documentales, importante espacio sobre una producción que continúa ocupando el mayor volumen de imágenes almacenadas. La presencia en la sala-taller de Santiago Llapur (presidente del jurado), Waldo Ramírez (miembro del jurado y merecedor del homenaje Bienaventurados los audaces) y de Gustavo Pérez— un realizador que mucho ha aportado al producto documental nacional desde la realidad camagüeyana— convirtieron en buena suma de experiencias a este espacio. La TV Serrana volvió a destacarse en esta categoría del concurso con productos como Bimbo y María, de Rolando Chávez (premio de documental), y Ruido en la Señal, de Carlos Rodríguez (premio de la EICTV). En lo entregado por las escuelas cubanas al Almacén... están las importantes imágenes y reflexiones del documental Habaneceres de la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA y la calidad en la factura de lo producido por la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio en realizaciones como Ilusión (premio dirección de arte), Distancias (premio de fotografía) y El Ebanista (premio de edición). Mientras que de la escasa presencia de la TV Nacional y el ICAIC lo más significativo estuvo en la obra de Leandro Martínez, Las bacas no comen elechos. La apertura y desarrollo de este onceno Almacén, después del paso de un destructor ciclón, y la revisión del buen estado de sus imágenes, se convirtieron en jolgorio de toda la membresía de la Asociación Hermanos Saíz. Músicos, artistas plásticos, escritores, bailarines y teatristas se sumaron a una fiesta en la que se involucran esfuerzos de toda Camagüey y que ha validado su derecho a la confianza para atesorar en esta ciudad la luz joven de la imagen audiovisual cubana. |
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