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Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA Continuación del movimiento contra la globalización neoliberal Unas 400 personalidades de 35 países se dan cita entre el 13 y el 16 de noviembre en el Palacio de las Convenciones para debatir y coordinar acciones, afirma Osvaldo Martínez, presidente del Comité Organizador JOAQUÍN RIVERY
Por todo el enorme peligro que entraña el proyecto norteamericano, del 13 al 16 de noviembre sesionará en el Palacio de las Convenciones el Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA, convocado por un conjunto de organizaciones sociales cubanas y coauspiciado por la Alianza Social Continental. Para Osvaldo Martínez, presidente del Comité Organizador, este es un evento que pretende ofrecer un espacio de reunión, de reflexión y de coordinación a las fuerzas sociales que militan en el movimiento antiglobalización neoliberal. O sea, se inscribe en las grandes luchas como las que se efectuaron en Seattle, Quebec y Génova en contra de la política neoliberal y de los efectos de esa política: contra la pobreza, la exclusión social, la discriminación de todo tipo y el injusto orden económico mundial prevaleciente. Reflexionando para Granma sobre la reunión, el también director del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) subrayó que Cuba lo que hace con esta reunión es ofrecer facilidades a esos movimientos; no pretende asumir una posición protagónica ni ejercer hegemonías, sino ayudar. Va a ser examinado el ALCA en sus múltiples aspectos por un conjunto de movimientos sociales muy diversos, que incluyen organizaciones sindicales, femeninas, campesinas, ecologistas y religiosas. Se trata de una gran coalición que también es representativa de la variedad de fuerzas que integran el movimiento y que están vinculadas a la Alianza Social Continental (ASC). (La ASC es una organización que desempeñó un papel relevante durante las grandes protestas en Quebec contra el ALCA). Para explicar por qué el encuentro, Osvaldo Martínez se remite a la realidad. Después del 11 de septiembre, el gobierno de EE.UU. no ha cesado de trabajar por el ALCA. Hace unas tres semanas el Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes aprobó el llamado fast track, algo concebido para impulsar el acuerdo. Eso no quiere decir que ya esté aprobado por el Congreso, pero es un paso en ese sentido y demuestra que el gobierno sigue presionando, consideró el también presidente de la Comisión Económica del Parlamento cubano. El ALCA es sin duda importante en la estrategia norteamericana, y Estados Unidos pretende afianzar aún más su dominio en el continente americano con vistas a la competencia con los grandes bloques de Europa y Asia, mas asimismo Washington busca un señorío mayor sobre los recursos de América Latina y el Caribe (petroleros, minerales, acuáticos, de biodiversidad) y, obviamente la explotación de la fuerza de trabajo que, como promedio, es quince veces más barata que en Estados Unidos. También presidente de la Comisión Económica de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Martínez es de la opinión de que la fuerte oposición a estas intenciones se debe a que el ALCA es el proyecto estadounidense más ambicioso y abarcador de integración subordinada de la economía de América Latina y el Caribe a la economía de Estados Unidos. A tal extremo que más que una integración es realmente una absorción, o, como ha dicho el Comandante en Jefe Fidel Castro, una anexión de América Latina y el Caribe a Estados Unidos. En su análisis, los pueblos latinoamericanos se oponen al ALCA porque es la multiplicación de una política neoliberal que ha producido un fracaso económico y una catástrofe social en la región y, además, una agresión profunda a la independencia nacional de cada país y a la identidad regional latinoamericana y caribeña, pues pretende acoger principios altamente lesivos a la soberanía, como, por ejemplo, en el aspecto de la inversión de capital establece el principio de que cualquier empresa transnacional puede demandar a un Estado ante un panel o tribunal internacional fuera de la jurisdicción de los tribunales nacionales, lo cual representa también un escalón muy alto en la entrega de los países que admitan esas condiciones. No se trata, además, de un acuerdo entre iguales. Para Osvaldo, no es más que un convite entre la economía más grande y poderosa del mundo —cuyo PIB es unas diez veces mayor que los PIB sumados de todos los países latinoamericanos— y los pueblos subdesarrollados del sur del río Bravo. Se pretende hacer esa integración entre participantes tan desiguales bajo el principio de reciprocidad comercial y reciprocidad general en las relaciones económicas, lo que significa el abandono del trato preferencial a los países más débiles, que fue durante mucho tiempo considerado el punto central de cualquier integración económica entre economías débiles y fuertes. |
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