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07/11/2001
Portada de hoy

Cienfuegos tras las últimas rachas

Intensas labores de recuperación en la provincia sureña. Reanudan las clases en la mayoría de las escuelas. Acopian productos del agro en las zonas afectadas

RAMÓN BARRERAS FERRÁN

CIENFUEGOS.—Fidel lo dijo y así se ha hecho. La recuperación comenzó después de la última racha. Ni lamentaciones innecesarias ni inmovilismo contemplativo. Trabajo, mucho trabajo.

Fotos: AHMED VELÁZQUEZAsí quedaron las máquinas de riego fregat de la Empresa de Cultivos Varios de Juraguá.

Con los primeros claros de la mañana después del paso destructor de Michelle, comenzó un ajetreo intenso en este territorio. "Es como otro ciclón", me dijo Tomás Rodríguez, un viejo cederista, cuando recogía en su cuadra, junto con otros vecinos, los muchos pedazos de teja de fibrocemento que quedaron tirados en la calle.

El meteoro detuvo el pulso de la vida por unas horas, pero después de la última racha de viento se multiplicó el quehacer.

Un ingente esfuerzo realizan los eléctricos para restablecer el vital servicio.

Para que muchas escuelas reiniciaran ayer las clases hubo que limpiar, reparar con urgencia puertas y ventanas, regresar a los centros materiales escolares, computadoras y televisores que estaban a buen recaudo, y eso se hace con puro esfuerzo.

En esta ciudad y en todos los poblados muchos hombres y medios de transportes recogen continuamente escombros y desechos en las calles para dejarlas completamente limpias cuanto antes.

Rehabilitación de los campos de frutabomba en la Empresa de Cultivos Varios de Juraguá.

No hay aún electricidad, por tanto ni televisión, ni radio. No obstante, la información actualizada no falta porque muchos cuadros de dirección y personal con la preparación adecuada, informan periódicamente en las comunidades los últimos acontecimientos y las más recientes orientaciones.

Los hombres y mujeres del campo libran una batalla contra el tiempo. En la Empresa de Cultivos Varios de Juraguá, del municipio de Abréus, no quedó una mata de plátano en pie, pero no se perderá ni un racimo. La tarea de rehabilitar las áreas dañadas se ha convertido en una verdadera obsesión.

Conocí y dialogué ayer con personas que desde el amanecer cosecharon plátano y fruta bomba en campos totalmente devastados, a pesar de que sus pertenencias personales estaban aún en las casas de los vecinos, pues el viento les arrebató el techo y las paredes de sus viviendas.

Después de la última racha en este territorio todos duermen menos y trabajan más. Hay que borrar lo antes posible las huellas de Michelle y hacer que la vida vuelva a transcurrir como siempre: con mucho optimismo, a pesar de lo ocurrido un día que es preferible olvidar.

07/11/2001

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