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07/11/2001
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Los niños que vinieron este domingo

De cómo un hospital materno infantil fue evacuado sin un solo percance en medio de la furia del huracán. Restablecido el servicio de electricidad, agua y gas en la mayoría de las instituciones médicas de la capital

FÉLIX LÓPEZ

La prioridad uno, desde los primeros minutos que precedieron el paso de Michelle sobre Cuba, estuvo centrada en el restablecimiento de los servicios de electricidad, agua y gas en los centros hospitalarios. Esa vitalidad comienza a recuperarse. Se apagan las plantas. Se prescinde de las pipas. Vuelve la normalidad.

Foto: RICARDO LOPEZ HEVIAMomento del regreso de las embarazadas al hospital.

Vivimos una de esas ocasiones en que lo urgente nos va robando el espacio de lo necesario. Y nuestro periódico, como todos los medios de comunicación, resulta estrecho para reportar la epopeya que protagonizan los cubanos en todos los rincones adonde llegó la furia de Michelle. Pero hay historias, aun trascendidas por la tarea de la recuperación, que merecen ser contadas.

Ayer en la tarde, por ejemplo, regresaban al hospital materno infantil América Arias medio centenar de pacientes que fueron evacuadas, junto a sus recién nacidos, en otro centro asistencial de Ciudad de La Habana. La amenaza de penetración del mar detonó la alarma en el sistema médico de la capital. Y aun en medio de las fuertes rachas de vientos, apagón y lluvia, la operación se realizó con la precisión de un reloj.

Cuenta Julio Borrego, director del América Arias, que existía un plan de evacuación para casos de catástrofes, pero que él nunca imaginó que pudiera ser tan perfecto en medio de las circunstancias en que se encontraba la capital: "A las diez de la noche comenzaron a llegar las ambulancias y los ómnibus en que se trasladarían a las pacientes para el hospital Comandante Piti Fajardo. Y nueve niños en terapia de neonatología fueron llevados a otras instituciones médicas.

"Un día antes, explicó, habíamos coordinado la evacuación, pero la hora cero a veces viene acompañada de escepticismo. Para nuestra sorpresa, los verdaderos protagonistas del éxito fueron los familiares de las pacientes; ellos acompañaron al personal médico y los trabajadores del centro en la preparación del hospital: reforzaron ventanas, organizaron el traslado de las salas, cargaron las cunas de los niños".

Borrego, confesó a Granma, comprendió como nunca el significado de la palabra solidaridad. El mismo, nos cuentan sus compañeros, no supo de su familia en los últimos tres días, y sin embargo no se cansa de elogiar a los 17 compañeros de la Policía Nacional Revolucionaria que participaron de la evacuación, no solo garantizando la seguridad del tránsito, sino ayudando en todo lo que hizo falta.

En la madrugada, mientras el mar hacía de las suyas en las zonas bajas del Malecón, las embarazadas y las 56 recién estrenadas madres del América Arias dormían en un hospital más seguro. Mientras, el vestíbulo del hospital comenzaba a acoger a los vecinos del barrio que necesitaron de un lugar más alto donde guarecerse. Borrego ya no tenía a sus pacientes, pero tenía que atender a sus nuevos invitados.

Ahora, más relajado, cuenta de su primer ciclón como director de un hospital. Aprendió a sobreponerse a las tensiones y descubrió que la organización permite salvar hasta las peores dificultades. Restablecidos los servicios de electricidad, agua y gas, como en la mayoría de los centros hospitalarios de la capital, recibe nuevamente a sus embarazadas.

Antes de despedirnos, advierte que puede regalarnos una última anécdota: "Ese domingo, en medio de nuestro desvelo por preservar a las pacientes y sus bebés, nacieron tres niñas, y para satisfacción de todos nosotros ninguna lleva el nombre de Michelle".

07/11/2001

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