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Radiografía de Michelle ORFILIO PELÁEZ
Michelle tuvo la peculiaridad de formarse en la etapa inicial de depresión tropical sobre la costa atlántica de Nicaragua, algo poco frecuente, pues la mayoría de estos sistemas meteorológicos se forman casi siempre en el mar. Permaneció estacionaria en tierra centroamericana durante 36 horas y el hecho de mantener buena parte de la circulación de sus vientos en el mar, le permitió sobrevivir bajo esas condiciones y salir al Golfo de Honduras, donde definitivamente comenzó a intensificarse de manera gradual hasta convertirse en tormenta tropical el día 31 de octubre y en huracán, durante la mañana del viernes 2 de noviembre. Junto con su lento movimiento y constantes períodos donde apenas se movía o lo hacía en extremo despacio (al paso de un hombre, como dijo un anciano de Batabanó), Michelle se caracterizó también por tener una circulación muy amplia y el área de vientos con fuerza de tormenta tropical (entre 63 y 117 kilómetros por hora ) se extendía en un radio de unos 270 kilómetros a ambos lados del centro de su trayectoria. Ello explica el porqué se sintieron vientos tan fuertes en la zona este de Pinar del Río, las dos provincias habaneras y Sancti Spíritus, que estaban bastante alejadas del ojo o zona central del ciclón. Incluso, estos llegaron en rachas a ser huracanados (118 o más kilómetros por hora), porque generalmente estas suelen ser hasta 1,5 veces superior a la velocidad del viento máximo sostenido. Así, un huracán categoría 2 como el Lily que nos azotó en octubre de 1996, tuvo vientos en rachas de 192 kilómetros por hora. Tampoco puede olvidarse que en la circulación de ciclón tropical pueden haber tornados y tormentas locales severas, donde los vientos son más fuertes a los que trae el fenómeno. En Cuba hay ejemplos de huracanes con un radio de influencia incluso mayor al de Michelle. Basta citar el célebre que cruzó sobre La Habana entre el 10 y el 11 de octubre de 1846. Conocido con el nombre de Tormenta de San Francisco de Borjas, dicho organismo alcanzó Categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson que en la actualidad mide la intensidad de los meteoros, con vientos máximos sostenidos por encima de los 250 kilómetros por hora y una presión mínima central de 916 hectopascal, la más baja reportada en Cuba. Para asombro de todos los especialistas que han estudiado este fortísimo ciclón, los vientos huracanados se sintieron desde Pinar del Río hasta las inmediaciones de las hoy provincias orientales, es decir a más de 600 kilómetros del centro. Es oportuno aclarar que la zona de influencia de un huracán no responde necesariamente a su potencia. Tal es el caso del Andrew (azotó el sur de la Florida en agosto de 1992) y pese a tener vientos de hasta 240 kilómetros por hora, el campo de acción de estos y sus áreas de lluvias cubrió un área mucho menor a la de Michelle. Entonces, no hay que sorprenderse porque el anillo de vientos fuertes de Michelle influyera sobre siete provincias del país y el municipio especial Isla de la Juventud. |
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