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![]() Cumbre de la OMC en Qatar,
bajo la sombra GINEBRA, 7 de noviembre (DPA).—Cuando los ministros de Comercio de todo el mundo se reúnan en estos días en Qatar, en el Golfo Pérsico, tropezarán de inmediato con los problemas básicos de la región. Como una de las causas de la ola de terror que sacude al mundo —y que obliga a medidas increíbles de seguridad en la reunión de ministros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Doha—, se menciona el desequilibrio económico del mundo. Y para ello la conferencia deberá hallar soluciones. Los países en desarrollo —y entre ellos muchos estados del mundo árabe y asiático— simplemente no se pueden unir al convoy formado por Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Tal fue la acusación de la última (y fracasada) reunión ministerial de hace dos años en Seattle. Y ahora también se dice que los países industrializados deben concienciarse de su responsabilidad o, de lo contrario, habrá nuevas explosiones. Objetivo de la conferencia de cinco días, que se inicia este viernes, es el lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones mundiales sobre una mayor liberalización del comercio. Tal apertura, sin embargo, a juicio de los países pobres, no puede significar que los países industriales expandan sus mercados a sus expensas, impongan sus productos y no permitan competencia alguna. El 11 de septiembre, el día de los ataques terroristas contra Estados Unidos, aceleró una recesión que se ya veía venir en todo el mundo, señalan los expertos. En todo caso, mostró de manera drástica que esta reunión de los 142 países miembros de la OMC no debe fracasar. Fracasar en el sentido de que nada sea posible, pues no se puede abrigar demasiadas esperanzas de Qatar, señalan círculos diplomáticos en Ginebra, sede de la organización. "Es de esperar que esta vez, como en Seattle, no se ponga a votación una larga lista de declaraciones de intenciones, sino una especie de agenda para el futuro", dice el irlandés Mike Moore, el director general saliente de la OMC. En las reuniones preparativas no se llegó a un acuerdo sobre si en Doha se podrán negociar asuntos como la competencia comercial, las inversiones o la transparencia de los mercados abiertos. Esto último, que ya fue objeto de fuertes discusiones, es la postura de Estados Unidos y de la Unión Europea, y contra ella arremeten los países en desarrollo. De llegar las delegaciones —esta vez reducidas, por temor al terrorismo— a un acuerdo sobre una nueva ronda de negociaciones, ello podría ser un impulso positivo a la débil coyuntura mundial. Pero los imponderables, tanto por los temas de la conferencia como por la situación mundial, son tan grandes que ninguno de los participantes se atreve a anticipar sus resultados.
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