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04/11/2001
Portada de hoy

Médicos cubanos en Ghana

Amor a pleno sol

Miguel Díaz Nápoles

Geovanni Delisle es un hombre afortunado por haberse encontrado a una mujer como Margot Ramos de la Cruz.

Foto: AHMED VELÁZQUEZFoto: AHMED VELÁZQUEZMargot es una gente honesta, bonachona, capaz de compartir con los demás hasta el oxígeno que le corresponde para vivir. Ella es guantanamera, estomatóloga de profesión y esposa de Delisle desde hace unos cuantos años. Y es algo así como un símbolo de cubanía y de femeneidad en el Hospital Militar de Accra, la capital de Ghana, en el África subsariahana, donde presta sus servicios desde hace tres años.

Llegar a la casa de Margot y Delisle, en Cantoment, un céntrico barrio de la capital ghanesa, es llegar a un pedazo de Cuba y sobre todo del oriente de la Isla.

Sobran las atenciones con los cubanos que visitan el hogar, que siempre está abierto a cada uno de los 154 integrantes de la brigada que se empeña en llevar hacia delante el Programa Integral de Salud en Ghana, de la cual Delisle es el jefe.

La historia de Margot y Delisle se remonta al año 1980, cuando él era director de un policlínico en Guantánamo, y ella "no lo soportaba y hasta lo miraba con roña por lo recio que llevaba a sus compañeros". Pero el amor, ciego al fin, al decir de Margot, fue apoderándose de los dos, porque en la realidad Delisle era un buen hombre a pesar de su rectitud en el cargo.

Y fíjense si el amor ha sido fuerte, que han sabido superar las diferencias de carácter: Margot es jaranera, campechana y muy alegre; Delisle es todo lo contrario: sin dejar de ser una persona muy humana, es recto en sus acciones, serio y muy poco bromista.

Cuatro años lleva Delisle al frente de la brigada médica cubana en Ghana. Y de tanto recorrer este país se lo sabe de memoria porque visita sistemáticamente cada lugar donde están sus colaboradores. Por su responsabilidad en el trabajo también ha cumplido misiones oficiales en Togo, Burkina Faso y Liberia.

Para ellos lo más difícil de todo esto es estar alejados de la familia, los años separados de la crianza de sus hijos, y no poder resolver los problemas de todos los pacientes cuando estos carecen de dinero, en un país donde se cobra todo.

Mas, Margot y Delisle siguen siendo felices cumpliendo esta misión tan humana a miles de kilómetros de su Patria, y confiesan que ahora se aman más, en tan difíciles condiciones la compenetración se ha fortalecido, al tiempo que ambos se dedican una mirada que yo soy incapaz de describir.

04/11/2001

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