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De cara al Mundial de Béisbol Tres cubanos han hecho historia Linares, Pacheco y Kindelán, el trío del terror. Los lanzadores: solo cuatro con experiencia SIGFREDO BARROS Falta poco, muy poco, para que el XXXIV Campeonato Mundial de Béisbol comience su peregrinar por los estadios de tres ciudades de Taipei de China. Un total de 384 peloteros de 16 países saldrán día a día dispuestos a dar lo mejor de sí en aras de cosechar triunfos para sus respectivos equipos. Atrás quedaron duras jornadas de adiestramiento, topes de confrontación. Por delante les esperan alegrías a uno, decepciones a otros. Para la inmensa mayoría esta será la primera experiencia en un torneo del orbe, la máxima confrontación a la que convoca la Federación Internacional de Béisbol (IBAF, siglas en inglés). Para la mitad de los jugadores cubanos, 12 en total, esta será la segunda, tercera, cuarta, sexta y hasta ¡séptima! en el caso del capitán Antonio Pacheco. Siempre se dice que la experiencia en el deporte constituye un factor primordial a la "hora de la verdad". Un batazo grande en conteo desfavorable y marcador adverso, un lanzamiento eficaz capaz de anular a un hombre peligroso en situación comprometida, cuando el rival amenaza con desbordar el pizarrón, es obra —en un por ciento elevado de los casos—, de hombres cuyos nervios se han puesto a prueba en un número de ocasiones. Son hombres probados, curtidos en el fragor de la competencia. Pongo a la consideración de ustedes la actuación de los doce jugadores de nuestro país que han actuado en, al menos, un campeonato mundial. A simple vista, resulta obvio que tres de nuestros actuales representantes en Taipei de China son parte de la historia de estos mundiales. Desde sus inicios, allá por la década del 30, ningún jugador acumulaba más partidos jugados ni mayor cantidad de jits que Antonio Pacheco, presente, con esta, en siete lides del orbe, ni nadie ha sacado tantas pelotas fuera de los límites ni ha pisado el plato en más ocasiones que Omar Linares. Tampoco conozco a bateador alguno capaz de emular con lo realizado por Orestes Kindelán en Edmonton-90, cuando ganó la triple corona con 558 de average, 6 jonrones y 19 impulsadas. Han sido ellos, a través de las últimas dos décadas, los encargados de llevar adelante la ofensiva del Cuba. Y, a pesar de que los mundiales ya no se rigen por las mismas reglas, que ya la palabra amateur fue borrada de los estatutos de la IBAF, a pesar de la entrada de los profesionales y la desaparición del aluminio, estos hombres siguen siendo respetados por todos. Siguen teniendo nervios de acero a la hora señalada. En cuanto a los lanzadores, solo la mitad posee experiencia, aunque mínima, en torneos del orbe. Pero, ¿quién puede dudar de un Contreras convertido en titán en Winnipeg? ¿Quién de un Ibar crecido ante Canadá? ¿Y de un Vera inmenso en el Camden Yard de Baltimore? Taipei 2001 será —nadie lo duda— una lid exigente como ninguna. Pero Cuba tiene jugadores con capacidad para imponerse. Sangre joven deseosa de imponerse y jugadores-historia con los cuales habrá que contar
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