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Ver desde otros puntos Andrés D. Abreu Los 80-90 constituyeron una afluencia arremolinadora del cauce visual y plástico de la cámara cubana. Para algunos, sus aspiraciones artísticas dieron un punto de giro a determinados compartimientos de forma y concepto. La obra de esta generación, que hoy se expone en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales junto a parte del precedente que significó Fotomentiras, fue llevada como tema a la polémica de uno de los talleres de reflexión del II Salón Nacional de Fotografía. La muestra, de un indiscutible sentido revolucionario de observación creativa, no debe considerarse como la entrada de la foto cubana al círculo del arte y más que una vinculación elíptica con Fotomentiras, la colección 80-90 es una continuidad del proceso y del conflicto artístico de la etapa revolucionaria, donde la fotografía, sin abandonar los enunciados esenciales de las bellas artes, ha respondido a las circunstancias sociopolíticas de una transformación. Las obras de Raúl Martínez, Luc Chessex y Mario García Joya, expuestas en Fotomentiras, dejaron abierto un paréntesis pretemporal de inquietudes al que acudió esta generación, como ellos, polisémica en la forma de entregarnos el discurso y en la que no faltan las influencias de las corrientes realistas y neorrealistas de los años 60 y 70. El creador es revolucionario cuando rompe las fórmulas y para ello debe olvidar el "respeto absurdo a la técnica" y el "miedo a la realidad en bruto" decía Edmundo Desnoes. Eso hicieron los autores de las manipulaciones plásticas de Fotomentiras, pero también es arte un cangrejo al centro de la naturaleza boscosa de Playa Girón, mientras los tanques, al fondo, se acercan al límite incierto entre la arena, el mar y la guerra (foto de Raúl Corrales, exposición La transferencia de la imagen, Centro Wifredo Lam). Todo eso, revuelto como en las desembocaduras, es la exposición Puntos de giros. Allí está Leandro Soto satirizando conceptos con pintura a lápiz y fotos que descontextulizadas pudieran volverse totalmente inexpresivas; Martha María Pérez impresionando hasta el absurdo; Peña interiorizando en el modelo de la personalidad; Piña trazando sobre los planos de la luz la otra arquitectura construida y Pacheco y Ney con sus documentos del "supersubsurrealismo", y entiéndase esto como visiones testimoniales muy suyas de la realidad del subdesarrollo.
Puntos de giros es una
exposición plural hasta en su proposición de escoger los lugares sobre
los que girar, y sitúa a los fotógrafos del siglo XXI ante los caminos
que han de reformularse para seguir visualizando desde la cámara
fotográfica el arte de una acelerada realidad. |
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