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25/12/2001
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Para Camilo, la Patria por encima de todo

Olga Lleras Fernández nos habla de sus vivencias a las órdenes del Señor de la Vanguardia

PEDRO A. GARCIA

Lo primero que me aclara es que ella no era la secretaria de Camilo Cienfuegos. "Entonces los cargos no se llamaban así, a nadie le decían secretaria ni jefe de despacho, como se dice ahora, eso no se usaba, cada uno realizaba una labor y a veces simultaneábamos tareas, trabajábamos hasta altas horas de la noche, algunas veces no nos íbamos para la casa".

Camilo abraza a su tía en los primeros días de enero de 1959. A la izquierda, Olga Lleras.

Olga Lleras Fernández, Cuquita, sonríe al recordar aquel tiempo y las ocurrencias de su jefe y amigo. "Camilo era muy jocoso y a todos nosotros nos llamaba tracatranes, y cuando tenía una relación más directa con los compañeros, les decía michelines. A mí me decía michelina".

En el cuarto piso del Estado Mayor del Ejército Rebelde, entonces en Ciudad Libertad, trabajaron muchos compañeros con el Señor de la Vanguardia. "Había un departamento que atendía víctimas de guerra, otro para mantener las comunicaciones con las distintas provincias, estaba el despacho del capitán ejecutivo, que entonces era Osmani Cienfuegos, y además había una cocina general para todo el edificio porque Camilo se preocupaba mucho de que la tropa se alimentara, teníamos que estar intercambiando a las postas para que subieran a desayunar, comer algo".

COMO ERA CAMILO

"Mientras todo el mundo cumplía tenía buen carácter, no peleaba ni nada, pero cuando alguien le incumplía era muy enérgico, radical con el incumplidor. Era alto, cuando vino de la Sierra estaba muy delgado, flaco, con la barba y el pelo largo estuvo hasta el 3 de marzo (de 1959).

Ese día, dicen, al volver del barbero el físico le cambió por completo. "Incluso hay una anécdota, él entró por la posta de oficiales, y todavía no existían carnés de identificación, porque todos eran de la misma columna y se conocían. Los oficiales entraban a Ciudad Libertad por la calle 76 y el día que se peló, no tenía puesto en el uniforme los grados de comandante".

"Fue a entrar y la posta no lo reconoció y le dijo que no podía pasar. Fíjate cómo él era que no le dijo nada al rebelde y dio la vuelta, entró por la puerta del obelisco, por donde entraban los soldados, y cuando llegó al despacho, cogió el intercomunicador que había y felicitó al que no lo había dejado entrar, por la actitud que tuvo".

Foto: ALBERTO BORREGOOlga en la actualidad.

Le pregunto a Olga cómo era Camilo físicamente. "Blanco de piel, barba y pelo negro castaño oscuro. Una voz enérgica, agradable; la dicción, muy clara, en los habaneros eso no es común. Tenía una facilidad de palabra muy grande, una elocuencia y agilidad mental tremenda, a veces respondía con un chiste".

¿Es cierto que despachaba con usted sentados en el suelo?, inquiero. "El despachaba donde quisiera, a veces se sentaba en el piso, se recostaba a la pared y se quitaba las botas, o lo hacía en la escalera principal del Estado Mayor, donde le vi firmar documentos".

"Recibía una barbaridad de correspondencia, no daba abasto. Cuando la gente le planteaba problemas, tenía por método que lo investigáramos, había 3 compañeros para eso. Si lo que decía la carta era cierto, ejecutábamos para resolver la situación, nunca tomamos una decisión sin haber investigado el problema."

"Camilo era un elemento unificador maravilloso, le gustaba que se llevara bien todo el mundo. La Patria estaba por encima de todo, de cualquier concepto, no importaba si tú eras comunista o católico o religioso, o de la Sierra o la clandestinidad, lo que le importaba era que tuvieras pasión por la Patria."

CAMILO Y LA CULTURA

Quienes le conocieron, dicen que el Héroe de Yaguajay tenía una constante preocupación por la superación cultural de la tropa. "Pidió por los periódicos maestros voluntarios, porque no tenía dinero para pagarles, pues habían 500 rebeldes completamente analfabetos. Se empezó su alfabetización en febrero de 1959".

"En un discurso hablándole a la tropa ese mismo mes les decía que si no estudiaban no podrían pensar con su propia cabeza. Al otro día, cuando llegaron los maestros y empezó el curso, les dijo que el que no quisiera superarse tendría que licenciarlo."

No solo se preocupaba porque supieran leer y escribir, creó también un departamento en el Ejército Rebelde con el fin de promover la Cultura entre los combatientes y el pueblo. "Habló con el actor Paco Alfonso para que en el teatro de Ciudad Libertad diera funciones, todos los rebeldes tenían que asistir. Después pidió que el Teatro Revolucionario diera un recorrido por toda la Isla para llevar funciones a las tropas en todas las provincias."

"También inició lo del cine, fue pionero del ICAIC, porque promovió que se hicieran películas como Esta tierra nuestra, que dirigió Titón (Tomás Gutiérrez Alea), con música de Juan Blanco. Se estrenó el 21 de junio de 1959."

MAS QUE UNA FRASE

"Eso de que el ejército es el pueblo uniformado no es solo una frase, él pensaba que un militar que llevara el uniforme, ya sea de las fuerzas armadas o la policía, tenía que comportarse como un hermano de verdad, no utilizar la jerarquía que te da el uniforme para apabullar a nadie, sino tratar de convencer a la gente y captarla con la expresión oral".

"Tratar de convencer, no de exigir e imponerte por tu uniforme. Por eso, pueblo uniformado es un sentimiento, un convencimiento que tenía y trató de llevar eso a la tropa. Hasta en el periódico salieron las fotos suyas oyendo las clases de expresión oral impartidas por el general Bayo, y en ocasiones por el propio Camilo, a la tropa".

SU ULTIMO DESPACHO

"Lo vi el día 27 (de octubre), cuando despachamos. El tenía unos documentos, que se le habían ocupado al traidor Huber Matos, entre ellos un cheque al portador, no recuerdo si de 4 ó 5 mil pesos. Me preguntó si yo conocía la firma del cheque, le dije que no, que donde podíamos averiguarlo era en el Banco de Camagüey".

Camilo sospechaba que Huber Matos estaba recibiendo dinero de algún lado. "Se creía que era por los norteamericanos, por la CIA, pero él insistió que teníamos que investigar, cogió el billete entre las cosas que se llevó para Camagüey ese día. Huber Matos estaba editando una revista, un número valía como 4 500 pesos y la pagaba todos los meses, no se sabía con qué.

Camilo se llevó en su último viaje desde La Habana una de esas revistas y el cheque. "Después que despachamos, a la mañana siguiente (día 28) fue para Camagüey. No lo volví a ver más".

 

25/12/2001

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