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25/12/2001
Portada de hoy

Afganistán, el ántrax y el viejo cuento

NIDIA DIAZ

Si increíbles resultan los trágicos y condenables atentados terroristas a las Torres Gemelas y al Pentágono, más increíble resulta aún el hecho de que 45 días después, el gobierno de los Estados Unidos y toda su engrasada maquinaria de inteligencia no hayan podido presentar pruebas y evidencias irrefutables de los responsables de los hechos fuera o dentro del país.

Los días transcurridos comienzan a transformarse en interrogantes cuyas respuestas son impostergables. Pongamos el más simple de los ejemplos. Dice el gobierno de los Estados Unidos que el saudita y excolaborador Osama bin Laden fue el autor intelectual de los hechos. Bien, hay que destruirlo, encontrarlo de abajo de la piedras, de adentro de cualquiera de las miles de cavernas en el lejano Afganistán. Hay que bombardear ese país para hacerlo saltar.

Mientras tanto, el FBI y la CIA, así como las innúmeras agencias de seguridad estadounidenses continúan apresando sospechosos, árabes y musulmanes, para más señas, pero, al parecer no logran engrosar con pruebas los legajos sobre los cuales la Fiscalía de la nación pueda acorralarlos en un juicio.

Por otro lado, el propio Secretario de Defensa, en unas declaraciones sorprendentes, si se tiene en cuenta que desacredita la palabra empeñada por el presidente W. Bush, advirtió este jueves que "estamos seguros que no lograremos atrapar a Bin Laden" porque "él tiene muchos amigos".

Para hacer digerible entonces ante la opinión pública norteamericana, el fracaso de que el verdadero culpable no será juzgado y que no llegará a la tierra hollada "ni vivo ni muerto", los estrategas de la Administración desarrollan muchas pequeñas guerras, fabrican nuevos culpables, fraguan nuevos escenarios y estimulan nuevos temores y todo para confundir a su propio pueblo y recibir de este el visto bueno para cometer en su nombre atrocidades tan atroces como las del 11 de septiembre.

EL ANTRAX

El que noventa aviones de combate hayan arrojado en un solo día centenares de bombas racimo contra la población civil afgana, hayan destruido hospitales, aldeas y hasta una mezquita, no tiene importancia. ¿Qué importancia puede tener, además, el hecho de que en los 19 días de guerra la cifra de afganos muertos ascienda a más de mil, la mayoría de ellos mujeres y niños? ¿Quién va a detenerse a pensar en ello si en los propios Estados Unidos, miles de norteamericanos son víctimas potenciales de un nuevo frente de guerra: el químico y bacteriológico?

¿Cómo no estar de acuerdo si terroristas musulmanes, según les han dicho y repetido a los norteamericanos su gobierno y su prensa, han comenzado a enviar cartas con esporas de ántrax, mortal bacteria que ya cobró la vida de un editor de fotografía de un periódico floridano y la de dos trabajadores postales en el distrito de Colombia?

Esta es la verdad para el hombre común. El solo sabe que las esporas del bacilo de ántrax que se han encontrado en las últimas correspondencias, al menos la recibida por el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Tom Daschle, contienen, además, un aditivo químico que volatiliza la bacteria y le permite vivir en el aire, volviéndola más mortífera.

En ese sentido, varios expertos antiterroristas estadounidenses han opinado sobre el envío de correspondencia con ántrax, poniendo en tela de juicio la presunta responsabilidad de terroristas musulmanes.

Algunos de ellos como Vince Cannistraro, de la cadena de televisión ABC News, advirtió que los mensajes que llegaban en las cartas contentivas de la bacteria tales como Muerte a América. Muerte a Israel y Alá es grande, pudieron perfectamente haber sido escritos para confundir y buscar el ovillo tras un hilo falso.

Para argumentar la hipótesis, el experto aduce que las tres cartas enviadas al Senado y a las oficinas de dos medios de prensa, estaban fechadas el 11 de septiembre en la forma en que los norteamericanos lo hacen: primero el mes, después el día y finalmente el año (9-11-2001). Agrega que los árabes, los europeos y los latinoamericanos primero ponen el día, luego el mes y finalmente el año(11-9-2001).

Otros expertos apuntan en que la caligrafía empleada tiene trazos de haber sido escrita por alguien que intenta hacer ver su desconocimiento del idioma inglés. O sea, que está escrita para apuntar contra extranjeros. No obstante, por la forma consideran que detrás de estos envíos de la bacteria por medio de la correspondencia podrían estar las milicias de la ultraderecha norteamericana y su odio hacia el gobierno y las instituciones, el mismo odio que provocó el atentado terrorista de Oklahoma.

Sin embargo, en medio de la atmósfera creada a partir del 11 de septiembre, la administración Bush no puede darse el lujo de aceptar y mucho menos insinuar a los ya atemorizados norteamericanos que los terroristas están en su propia casa.

El viejo cuento del enemigo externo, es el que más se apegaría a las tradiciones y el que dejaría saldos más favorables para justificar situaciones como las que se vive hoy en los Estados Unidos o leyes antiterroristas como la recién aprobada que viola importantes derechos civiles y hasta la privacidad misma de sus ciudadanos y que dejan chiquitas a las tristemente célebres vividas cuando el macarthismo y su cacería de brujas.

Washington no obstante necesita evitar que surjan, como ya está ocurriendo con el ántrax, voces autorizadas que pongan en duda la credibilidad de los argumentos esgrimidos para esta primera cruzada del siglo XXI.

25/12/2001

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