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25/12/2001
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Imaginando otro mundo

ORLANDO ORAMAS LEON

Me solidarizo con las víctimas de los horribles atentados contra Nueva York y Washington. Comprendo los temores de los ciudadanos norteamericanos de exponerse al contagio del ántrax por el solo hecho de recibir el correo.

Pero también suscribo la angustia de los civiles afganos, inermes ante la lluvia de bombas que el Pentágono les envía cada día. Entiendo el rechazo en buena parte de los pueblos islámicos contra los bombardeos sobre Afganistán. También la ira y sufrimiento de los palestinos, a merced de la represión sionista, a su vez responsable de la escalada de violencia que regresa el luto a familias israelíes.

Mis preocupaciones, como la de muchos otros, no son nuevas, incluso se arrastran de generación en generación. El mundo ya vivió los horrores de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. También el de las cicatrices horrendas del napalm en Viet Nam. La guerra televisada del Golfo y los errores repetidos de las bombas inteligentes en Yugoslavia y Afganistán.

Ni siquiera lo del ántrax es de estreno. Las agresiones bacteriológicas y químicas no son nuevas. El agente Naranja deja aún sus secuelas desfoliadoras en el Sudeste Asiático. Ni siquiera los soldados norteamericanos y británicos escaparon a los efectos de agentes químicos usados contra Iraq. A eso le llaman el Síndrome del Golfo. Aviones estadounidenses han "fumigado" sobre Cuba, cuyos habitantes recuerdan con dolor y luto las muertes del dengue hemorrágico, usado como arma contra la Revolución. La fiebre porcina, la roya de la caña y el moho azul del tabaco están en la lista.

Me sumo a la preocupación mundial por el futuro, con este presente incierto de golpes y contragolpes, de odios y venganzas, de pobreza para mayorías y derroche para unos pocos de gobierno unipolar.

Cuando la palabra de orden es guerra, me sumo a la angustia de cientos de millones de seres humanos marginados por la pobreza, para quienes los fondos de ayuda al desarrollo vuelven a ser una burla prometida en foros internacionales, y otra vez desviada al complejo militar industrial.

Qué decir de los millones de africanos enfermos de SIDA, de quienes poco hablan los cintillos de prensa, ahora dedicados al inventado azote del ántrax en Estados Unidos.

Qué decir del porvenir mundial con este gobierno imperial que no tiene reparos en amenazar al proferir: "quien no está conmigo, está contra mí".

Y mientras termino estas líneas, CNN muestra en directo una vista dantesca de las ruinas del World Trade Center. Desde el sitio de la tragedia aún se alza una tenue humareda. Luego CNN invita a su audiencia a votar sobre si está o no de acuerdo con que los bombardeos contra Afganistán continúen durante el invierno. Luego repiten uno de los tantos reportes sobre el ántrax y prosigue la emisión con imágenes, que ya se saben que son de Al Jazzira, en las que se aprecian a los aviones de guerra estadounidenses dejando caer su prepotencia explosiva sobre Kabul. Termina el noticiero con la nueva de los últimos muertos palestinos y escenas de los tanques israelíes incursionando en los territorios cuya autonomía no inspira el menor respeto a Tel Aviv.

Es la imagen de un mundo loco, me digo, y vuelven a mí las estrofas imaginadas de John Lennon, quien tampoco pudo prever su brutal y burda desaparición a pocos pasos de su casa en Nueva York. Y me viene la estrofa de su sueño (Imagine all the people living life in peace). Y lo presiento, con nuevos bríos, componiendo su canción.

25/12/2001

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