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25/12/2001
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Escuela de Trabajadores Sociales de Santiago de Cuba

Ocupan sus asientos otros 2 000 trabajadores de la esperanza

ORLANDO GUEVARA NUÑEZ

SANTIAGO DE CUBA.—Muchos de sus forjadores afirman que la Escuela de Trabajadores Sociales de Santiago de Cuba, en su bloque docente, visto desde arriba, se asemeja a un ave gigantesca, con las alas desplegadas, lista para emprender un raudo vuelo hacia el sur y convertirse en pasadizo que une a nuestro suelo con las tierras hermanas de Latinoamérica.

El proyecto de la escuela santiaguera se distingue por su belleza y funcionalidad.

La belleza de la obra es impresionante. La nueva escuela ha transformado el paisaje y preside ahora un escenario que comparten la fábrica de equipos médicos (RETOMED), el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Antonio Maceo, el Instituto Superior Pedagógico Frank País García y el cabaret Tropicana Santiago.

Sembrada en doce hectáreas, en solo seis meses y a un costo que sobrepasa los catorce millones de pesos, el bondadoso gigante transforma también el presente y futuro de muchos jóvenes y se apresta a desbrozar caminos hacia el perfeccionamiento de la obra social de la Revolución.

Un bloque docente con 16 edificios y galerías, aulas, laboratorios de computación, salas de conferencias; y otro de dormitorios, conformado por 12 edificios, incluyendo sala de video, juegos de mesa, biblioteca, puesto médico de urgencia se integra en el conjunto.

Modernos laboratorios de computación están al alcance de los alumnos.

Dispone del área dedicada a los servicios que no disminuye su estética y funcionalidad incluye cocina, comedor integrado por dos salones con capacidad total de 800 comensales al unísono, y almacenes. Y las áreas exteriores, como incrustadas sobre un tapiz, con una plaza central capaz de albergar a 3 000 personas, canchas deportivas, patios, jardines...

La escuela es hija de una verdadera proeza. Las manos y las mentes de 2 427 constructores fueron émulos de Aladino y su maravillosa lámpara, convirtiendo malezas en una edificación donde la fantasía cede su espacio a la realidad.

Cimentaron la hazaña trabajadores de la unidad básica de obras varias, construcciones del turismo y otros del MICONS: los contingentes 30 de Noviembre, Héroes del Moncada, Tony Alomá, José Mercerón, Antonio Maceo, Ho Chi Minh y Frank País; además de otras muchas entidades de la provincia y el resto del país que harían interminable la lista.

En esta obra de choque de la UJC y del pueblo santiaguero, en su etapa de mayor demanda de fuerza de trabajo, el promedio diario de voluntarios fue de entre 500 y 600; los sábados y domingos, de 2 000. No hubo días ni noches, sino continuas jornadas de trabajo y desvelo, durante las cuales los relojes perdieron su potestad de marcar límites y dictar recesos.

Más de 40 000 santiagueros patentizaron su apoyo a la obra con una alta participación en labores voluntarias.

Anótense y recuérdense estos nombres: Rafael Vinent García, Manuel Machado Rodríguez, Juan Paisán, Jorge Luis Lozano Machado, Arturo Rubalcaba, Omar Zamora Rodríguez, Iroildes González Hidalgo, Arsenio Dutel Despaigne, Gerardo González Ramos, Reimundo Gobernado Aguilera, Antonio Gobernado Aguilera, Guillermo Rodríguez Durán, Rey Hechavarría Tamayo, Ramón Arévalo Fonseca, Valerio Borges Matos, Andrés Mora Castillo, Ricardo Veranes Carrión, Venerando Ortiz Pardo y Angel Villalón Salazar. Todos constructores destacados entre colectivos destacados.

Una audaz arquitecta participante en el proyecto, Carmen María Muñoz Castillo, aspira a un premio de arquitectura de proyecto, y su mayor regocijo será, como nos dijo, que en esas aulas ocupen asientos quienes ayudarán a la Revolución. Es el premio a todos los que participamos en su realización.

Para Lidia Pereira Estévez, jefa de la unidad básica contratista, en sus 26 años como constructora, esta es la obra más especial, que por programación debía ejecutarse en dos años, se ajustó a nueve meses y se ejecutó en seis.

La escuela acoge alumnos de las provincias de Granma, Guantánamo y Santiago de Cuba.

La primera parte de esta historia ha concluido. La segunda —presente y futuro— está en manos de 1 000 alumnos santiagueros, 600 granmenses y 400 guantanameros, junto a 300 profesores.

El reto asumido es preparar y egresar jóvenes capaces de realizar con eficiencia el trabajo social que necesita el país. La preparación es rigurosa y profunda, sustentada en una disciplina nacida de los propios protagonistas.

Ya el curso está en marcha. A la historia de este combativo territorio oriental le brotan nuevos retoños; a la obra revolucionaria, nuevos frutos; para la juventud, un magnífico regalo: la oportunidad de continuar la proeza de los constructores y escalar superiores peldaños en su protagonismo de hoy y sus sueños de mañana.

25/12/2001

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