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25/12/2001
Portada de hoy

Canción antigua con aires nuevos

PEDRO DE LA HOZ

Ya no cuentan únicamente Handel ni Bach; los oídos, en esta época, se vuelcan hacia la América de los siglos XVII y XVIII, auscultando un sonido distintivo. En Francia, hasta el 20 de noviembre, se halla en plena ebullición el Mes del Barroco Latinoamericano; un crítico de Le Monde, Alain Lompeche, reconoce "el sabor de unas músicas que debíamos conocer mejor". El País, de España, reseña entusiasta el lanzamiento de los primeros tres discos del Programa Repsol YPF, El Gran Barroco del Perú, El Gran Barroco de Bolivia y Selva y vergel de Músicas en la Real Audiencia de Quito y el Virreinato del Perú; califica la empresa de "sofisticada aventura (...) equiparable en ambición y rigor a las que realizara Costeau en el campo de la oceanografía o, en el mundo de la arqueología, las de las excavaciones del valle de los Reyes, en el Nilo".

ALBERTO BORREGO

Exaudi promoverá el repertorio barroco americano el próximo noviembre, en México.

Habría que poner atención, sin embargo, a la tarea fundacional y promocional de muchos en este lado del mundo. En La Habana de estos días, lo que parece ser moda allá, es acá culminación de un modo de entender la cultura. Preguntarnos qué somos para saber adónde vamos configura una de las clave de la política cultural cubana que Casa de las Américas, al convocar su Premio de Musicología, interpreta creadoramente. El barroco americano dominó por partida doble una de las jornadas de esta octava convocatoria: en un marco inmejorable, la antigua Iglesia de Paula, si se descuentan el calor irrespirable y el ronroneo de los motores en la vía, tuvo lugar el bautismo del Cancionero musical de Gaspar Fernandes, del peruano-mexicano Aurelio Tello, premio en la edición anterior, y un concierto del coro Exaudi, a quien justamente el programa Repsol YPF fichó para las citadas grabaciones, que incluyen, por cierto, varias de las partituras rescatadas y estudiadas por el laureado investigador en sus buceos por los archivos de su país natal.

Al prologar en 1560 una colección de sonetos y villancicos que vio la luz en Sevilla, Juan Vázquez escribió: "Los músicos de nuestro tiempo excelentísimamente han repartido poniendo en los templos la música grave y triste dexando para las canciones alegres la más alegre y ligera compostura vistiendo el espíritu de las letras". Esa separación tan evidente en la metrópoli, lo fue menos en los virreinatos, donde liturgia y jolgorio, parranda y sacralización, encontraron maneras de trasvasar sustancias en un barroquismo de nuevo tipo. Tello, quien es un observador de esencias, se ha fijado en que el sentido del ritmo y la dicción, en la medida que pasó de una a otra orilla de la mar océana, aún cuando en esta etapa no se puede hablar de cuajadas identidades regionales o nacionales, ya no fueron los mismos, debido al ímpetu de la emoción.

Las canciones de Gaspar Fernandes (1570-1629), un portugués que se ancló en el Virreinato de Nueva España, y parte de cuya obra —70 piezas— fueron transcriptas y estudiadas por Tello en una investigación del Códice de Oaxaca, quizá el más antiguo repertorio de villancicos y canciones de la Colonia, se hicieron vivas en las voces de Exaudi, de tal modo que pudieron percibirse las herencias renacentistas de una música que habría de fundar el espacio barroco americano, asentado con mayor realeza en la segunda parte del concierto, cuando la agrupación abordó mayoritariamente la obra del maestro Roque Cerrutti (1685-1760), un italiano que acompañó en 1708 al vigésimo primer virrey del Perú, el Marqués de Castell dos Ruis en su instalación en Lima.

Para quienes contábamos con la referencia de la incursión discográfica por el repertorio de Fernandes a cargo de la Camerata Renacentista de Caracas (marzo del 2000), esta versión de Exaudi nos pareció mucho más dinámica. El coro que dirige la profesora María Felicia Pérez se distingue por conjugar fidelidad y creación, sobre la base de un probado temple tímbrico, que al pasar por Cerrutti se complementó con un pequeño conjunto instrumental en el que se evidenció el apego estilístico al barroco de nuestro violinista Alfredo Muñoz, uno de los mejores intérpretes de Vivaldi que hemos tenido en los últimos tiempos.

 

 

25/12/2001

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