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El innovador azucarero llega a las panaderías Texto y foto: ALBERTO NUÑEZ BETANCOURT Si usted llega a Artemisa y pregunta por Casildo, quizás tarde un poco en localizar a este hombre inquieto, de evidente espíritu familiar. Mas si menciona el calificativo de innovador azucarero, el pueblo entero sabrá de quien está hablando, a pesar de que en ese municipio habanero viven unos 10 800 miembros de la ANIR, cifra superior incluso a la de algunas provincias.
Definitivamente Casildo Chil Chávez no podrá jubilarse. Lo hizo, o más bien lo intentó, y a los pocos meses tuvo que volver, porque el instinto de inventor —entiéndase resolver problemas materiales— se impuso ante la relativa tranquilidad que supone el retiro laboral. Y eso que se tenía bien ganado un descanso a la altura de los 60 años, después de brindar sus servicios durante 49 en los trajines propios de centrales azucareros y talleres de ese sector. Pero en eso llegó su viejo amigo de faenas ingeniosas, Federico González Cabrera, hoy presidente de la ANIR en el territorio, quien en nombre de la industria alimentaria llamaba a los innovadores en favor de arreglar las viejas máquinas —de a principios del siglo pasado— con que las ocho panaderías de Artemisa producen el pan de cada día. —La situación era crítica —indica el entrevistado—; entre muchos problemas nos dimos a la tarea de solucionar algunos, los más graves. Los equipos rotos llegaron a provocar que un número de pobladores en ocasiones no recibiera el pan un día y hasta dos. Ya hoy el panorama es bien diferente, no solo se garantiza bien temprano el pan en cada barrio; además enfrentamos producciones de otros municipios vecinos cuyas panaderías tienen dificultades. La experiencia vivida nos sensibiliza, pues conocemos cuán preciado es un producto como el pan. Asombra conocer que Casildo es autor de más de 200 innovaciones, algunas de ellas premiadas en las ediciones del Forum de Ciencia y Técnica, y válidas para merecer por cuatro años consecutivos la condición de Vanguardia Nacional de la ANIR. Entre las últimas, esas que particularmente agradecen los artemiseños de todas las edades, se cuenta la tecnología para proteger los rodamientos de las sobadoras. Ahora al estar sellados, no les entra la masa del pan que obstruccionaba el mecanismo y limitaba la vida útil del equipo. Lo cierto es que si antes las roturas eran frecuentes, luego de reparadas hace unos ocho meses el funcionamiento ha sido muy bueno. —A los achaques de las revolvedoras y batidoras también les caímos arriba los mecánicos Elio, Francisco, el electricista Amado y yo, pues comprenderás que no estoy solo en esta batalla; la envergadura de las averías exige un trabajo de equipo. Si algo nos hace estar satisfechos es que hemos logrado conformar un mínimo taller con algunas piezas recuperadas y de repuesto. De manera que la rotura nunca nos sorprende. CERCA DEL CHE, LA MEJOR ESCUELA Casildo tiene el honor de contarse entre los pioneros innovadores luego del triunfo revolucionario. En fecha tan temprana como los años 1960-1961 ante los imperativos del Ministerio de Industrias respondió con las primeras soluciones de piezas para las chapeadoras y otros equipos agrícolas. Luego siguieron otras propias de tractores, troqueles y dispositivos de los muchos que se emplean en el mundo azucarero. En aquella etapa, a su labor de tornero innovador, que le ocupaba muchas horas del día, dedicaba todas sus energías y sabiduría. Por esa razón, el día en que recibió la noticia de que el Che quería verlo, no se preocupó. La rectitud del Comandante Guevara impresionaba, pero Casildo sabía cuanto había trabajado. De ningún modo sería para halarle las orejas, sino para felicitarlo. Hoy recuerda aquel instante como el momento más emocionante de su vida. —En mi camino de innovador no me he permitido recesos, porque considero que siempre hay algo por resolver. Me causa un sano orgullo apreciar que algunos inventos como la máquina de inyectar plástico han rendido frutos en determinados renglones y sobre todo un considerable ahorro al evitar importaciones. No sabes la alegría que me produce saber que por las mañanas la gente va a encontrar sin falta el pan. Cuando sus amigos de la vieja guardia lo ven haciendo labor en una panadería lo mismo sábado que domingo, que a cualquier hora, le preguntan un tanto sorprendidos: ¿Y qué tú haces aquí?... Entonces Casildo responde: —Ahora trabajo con las máquinas de producir panes y dulces, pero si hay una rotura en el central avísenme que a la hora que ustedes me llamen no me molesto...
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