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25/12/2001
Portada de hoy

El infierno inocente

JOAQUIN RIVERY

Usted es un afgano. Usted no sabe dónde meterse con la caída de las bombas y cohetes. Mira el humo con los ojos desmesurados, escucha temblando los estruendos, quisiera que el suelo se abriera para protegerse.

Ya lo han alcanzado algunas esquirlas, o quizás algún familiar haya sido herido, o muerto. Puede ser que algún hijo o pariente se encuentre dentro de las filas de los talibanes y esté acuartelado mientras usted reza porque no lo toque una de esas bombas enormes.

REUTERS

Llueve metralla y fuego sobre su cabeza. Ahí, en el norte, en el sur, en el este, en el oeste.

De pronto, un volante, un pequeño pedazo de papel del tamaño de un dólar, con la figura de un militar norteamericano estrechando la mano de uno de su patria, cae delante de sus ojos y dice: "La alianza de las naciones está aquí para ayudar al pueblo de Afganistán", y usted se pone a pensar en la metralla y la parca mientras le caen cerca tres cohetes y otro papelito igual de los 400 mil que están distribuyendo. Le quieren vender la idea de un infierno inocente.

Estados Unidos ha bombardeado el territorio afgano no solamente con fuego, sino también con esas octavillas, traducidas —claro— a las lenguas locales (pero también van en inglés, porque si usted no lo habla, lo mejor que hace es aprenderlo).

Bush no tiene la culpa si usted se encuentra entre el 67 por ciento de analfabetos de esa tierra.

Se trata de un arma sicológica. Igualmente, los grandes aviones han dejado caer en las montañas del Pamir pequeños radios para que los lugareños escuchen los mensajes que brinda Washington a través de la Voz de los Estados Unidos, además de oír explotar las bombas salidas de las mismas naves que lanzan los mensajes radiales y escritos.

Y si usted no es afgano, también debe entender. Caramba, no puede ser inefectiva la campaña iniciada con todos los recursos que da el máximo desarrollo tecnológico y económico.

Dondequiera que usted viva, debe concebir que resulta incomprensible que un país entero descubra de pronto cuánto odian a su gobierno en todas partes y no se lo pueda explicar.

Bueno. Ahora la Casa Blanca ha contratado a Charlotte Beer, especialista en publicidad, para presentar al mundo una imagen distinta de Estados Unidos.

"Somos un pueblo idealista, compasivo, afectuoso. Es el deber de todas las empresas transmitir este mensaje al mundo". Esa es la imagen que ella quiere transmitir. Es decir, esa es la otra guerra que la Casa Blanca quiere librar para presentar al gobierno norteamericano como no es.

Pero la ofensiva llega con retraso. En los últimos 25 años, las fotos, videos y películas de Estados Unidos y de sus fuerzas armadas siempre van vinculadas a masacres, abusos, violaciones y barbaridades con un gran despliegue publicitario para tapar la verdad.

"Debemos hacer mucho más para contrarrestar algo la propaganda contra Estados Unidos", dijo Condoleezza Rice, que no se conduele de esas fotos de ojos infantiles abiertos y azorados en cuerpos heridos. Su tarea será ardua, muy ardua. Si no, inténtelo usted mismo. Trate de demostrar lo contrario de lo que usted mismo hace.

De paso, pregunte a los afganos si pueden convencerse de que la superpotencia es "compasiva, idealista y afectuosa" después de recibir un bombazo y tomar en las manos un papelito que no saben leer.

25/12/2001

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