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22/02/2002
Portada de hoy

Injusticia duradera

Jaime Pastor

¿Bombardeos sobre Afganistán? NO

Son varias las razones que justifican un rechazo a los bombardeos sobre Afganistán:

No se puede responder a unos actos tan atroces como los cometidos el pasado 11 de septiembre, provocando nuevas víctimas en una población ajena a los presuntos culpables de los mismos. Eso solo puede definirse como venganza indiscriminada y no como justicia.

La vía legal para responder a una acción terrorista tiene que ser la apelación al poder judicial o a un Tribunal Penal Internacional que promueva las investigaciones y adopte la sentencia correspondiente. Esto es más necesario si cabe cuando, como en este caso, no se atribuye la responsabilidad a un Estado, sino a un grupo sin base territorial propia.

No es legítimo interpretar la reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU como una delegación explícita a EE.UU. y a la OTAN para que actúen militarmente en Afganistán. El pretexto de que el régimen de ese país apoyado hasta fechas recientes por quienes hoy le atacan, pese a su ya larga represión contra mujeres y el pueblo afgano en general, es «santuario» del presunto culpable Bin Laden, no justifica, esa acción.

No se puede aplicar un doble rasero a la hora de medir las actuaciones terroristas o de nulo respeto a la autoridad de la ONU, condenando unas e ignorando otras. Por desgracia, no han faltado ejemplos de esto último ante el comportamiento de EE.UU. en distintas partes del mundo, desde el golpe de Estado en Chile en 1973 hasta los bombardeos en Sudán en 1998; o ante las matanzas de Sabra y Chatila por el régimen de Israel y su desobediencia sistemática a las resoluciones de la ONU.

La intervención militar está aumentando la sensación de vulnerabilidad de las sociedades occidentales y conduce simultáneamente a una creciente inestabilidad en una zona como la de Oriente Medio y Asia Central, verdadero polvorín lleno de armas de destrucción masiva.

Pese a las matizaciones oficiales, la interpretación dominante que se está dando de este conflicto en nuestros países es la de un «choque de civilizaciones», generando una reacción similar en el ámbito tan diverso del islamismo, aumentando el maniqueísmo y favoreciendo la xenofobia.

Con la excusa de la lucha contra un «terrorismo» cuya definición tiende a ampliarse a conveniencia del poder, se están viendo amenazadas libertades como las de información, expresión y manifestación, así como los movimientos que luchan contra la globalización neoliberal.

*Jaime Pastor, es profesor de Ciencias Políticas de la UNED. Tomado del diario El Mundo, España.

22/02/2002

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