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Música
María Matilde Alea,
toda una vida
Yaimara González Gastelúa
María Matilde Alea, pianista,
compositora y maestra de varias generaciones, evocó toda una vida de
composición y ritmo al encontrarse en la sala Alejandro García Caturla
del teatro Amadeo Roldán con un homenaje a su trayectoria tanto en el
arte como en la pedagogía.
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JORGE VALIENTE |
Maestra de maestras y con una
grande ética y grande corazón, según palabras de Harold Gramatges, nos
brindó, en el XVI Festival de La Habana de Música Contemporánea de la
UNEAC, tres estrenos interpretados al piano por Mercedes Estévez, bajo
los títulos de Pregón, Verjas y Son, demostrando, una vez más, su
infinita capacidad de creación.
Con 83 años e inmejorable
lucidez, recuerda aún su primera composición: el himno para la Escuela
Superior de Pinar del Río, en la cual estudiaba. Proveniente de una
familia de músicos y maestros evoca aquellos días en que su obra no era
tan conocida, pero si altamente valorada por uno de los mejores músicos y
compositores de su época: Ernesto Lecuona.
"Lecuona era todo un
caballero —recuerda como si el tiempo no hubiese pasado— era él quien
le daba el visto bueno a mis composiciones de principiante. Una vez le
enseñé una obra titulada Eres en mi vida, y me miró con aquellos
ojazos y me dijo: Matildita, debes seguir componiendo, hay en ti
inspiración y capacidad. Después el maestro me invitó a uno de sus
conciertos donde yo ejecuté la obra al piano y Tomasita Núñez
interpretó la canción, instrumentando y dirigiendo la orquesta el mismo
Lecuona."
Entre la composición, el aula
y el piano, no puede distinguir cual actividad disfruta más, pero
descubro que es la enseñanza quien llena todas sus expectativas.
"Siembras la semillita y poco a poco vez como crece y se desarrolla
hasta convertirse en algo maravilloso", afirma al referirse a sus
alumnos.
Interrumpida constantemente
por los saludos de amigos, quizás antiguos discípulos, reflexiona y
recuerda cómo antes en las escuelas de música los aprendices desde el
inicio ejecutaban obras de Schubert y Mozart, pero casi nunca
interpretaban a Ernesto Lecuona o Ignacio Cervantes. Conociendo esta
situación, la profesora Alea crea las Miniaturas rítmicas cubanas,
incluidas en el plan de estudio de las escuelas de música, donde en tres
tomos se aprende a tocar el ritmo cubano, que resulta muy difícil, porque
a decir de la propia Matilde, tiene de lo mulato, lo negro, lo español y
lo cubano.
"Sin disciplina no hay
educación, y sin educación no hay enseñanza", parece ser la
máxima de esta tenaz mujer quien con más de cuatro décadas de labor no
deja de adorar su profesión. ¿El secreto? Según sus propias palabras
está " en amar lo que uno hace, de esta forma, siempre hallarás el
triunfo".
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