El futuro puede ser verde

Rafaela Vázquez Aroche y
Yirian García de la Torre

Por la Carretera Central, a la entrada de la provincia de Las Tunas, se puede encontrar una nueva forma de darle vida a la naturaleza. Una finca, La Torre, es lo primero que aparece después de atravesar más de medio kilómetro. Una plantación de caobas cubanas de unos veinte años, con doce metros de altura, y un rosal colorido, detienen al caminante más entretenido.

Henry e Isabel en menos de dos años han multiplicado las crías.

"Cuando llegamos todo era matorrales, guásimas y marabú. Vivimos por siete meses en un bohío y entre los dos chapeamos el lugar. Construimos la casa y ahora estamos echando palante", comentó Henry Rodríguez a Granma, sin dejar de echarle comida a los animales.

La mirada es serena y los gestos firmes, para acentuar que es un hombre de campo, llegó de Palma Soriano, junto a Isabel, su esposa, ilusionado con el proyecto de las fincas forestales. "Soy trabajadora fija de la empresa, hago de todo a la par de él, pero nunca lejos de la casa, para estar cerca de los animales y de mis rosas", expresa Isabel con la misma desenvoltura con que poda sus plantas.

Los viveros se fomentan en los patios de las fincas.

Muestra con orgullo las manos callosas y el pozo que juntos hicieron. Ella también tiene un vivero con posturas de mangos, tratando de lograr una nueva variedad, que siembran como parte de la cortina rompe vientos, a lo largo de cuarenta y siete hectáreas de bosques que pertenecen a la finca. Pero su lado fuerte son las rosas.

"Tener un jardín para mí es una escultura, me gusta ver a los enamorados regalarse flores. Mi secreto es sacarles a las matas nuevos capullos de diferentes colores", nos reveló la floricultora.

MIRANDO AL CIELO

Muchos jóvenes se incorporan a la actividad forestal, y otros no tan jóvenes, regresan después de probar suerte en otras labores. "Antes éramos como el sinsonte, nos tenían que llevar la semilla a la boca. Ahora sabemos lo que queremos y trabajamos para eso. Desde que era casi un vejigo empecé en la forestal, luego fui dirigente del sindicato azucarero por 27 años, y ahora regreso a lo que me gusta", expresó Rafael Coralé, un finquero de Puerto Padre.

En el convenio establecido con la Empresa, Henry e Isabel recibieron materiales para construir su casa. Se les entregó animales, con la condición de que el 50 por ciento de las nuevas crías sean para el Estado, con la cooperación del Programa de Desarrollo Humano a Nivel Local (PDHL), patrocinado por las Naciones Unidas y algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONG).

Según el ingeniero Isidro Herrera, director de la Empresa Forestal de la provincia, el objetivo principal es que el medio se favorezca y se recuperen las tierras que no se usan para la caña. Por la falta de lluvias, no existe un regadío estable en los viveros, pero se incrementan las posturas en los patios de las fincas.

Hasta el momento los resultados en los municipios de Las Tunas y el resto del país son positivos. Los incendios han disminuido. El cuidado del patrimonio boscoso corre a cargo del dueño de la finca, del guardabosque y del Servicio Estatal Forestal.

¿QUE FALTA POR HACER?

"Hemos avanzado, aunque faltan cosas por hacer. Escasean las herramientas para trabajar, existen casas con problemas en el tendido eléctrico, y en muchos lugares, están instaladas las cocinas que usan el biogás y nunca han funcionado.

"Si queremos reducir el consumo de leña y no contaminar el ambiente, tener mejores rendimientos en la reforestación, y mejorar las condiciones de vida de las personas en esta labor, hay detalles que resolver", afirmó un finquero del municipio Las Tunas.

Seguir aumentando la variedad de las plantaciones, para que al paso de muchos años, eucaliptos, caoba, barías y otras especies que hoy siembran Isabel y Henry, lleguen al aserrío y se conviertan en la madera de los muebles de una casa, de un hotel y hasta en la caja que guardará los deliciosos tabacos cubanos que se vendan por el mundo. Sus huellas estarán en cada árbol por nacer, en esa tierra que con su sudor se ha vuelto fértil.

INCREMENTO DE LAS AREAS REFORESTADAS

Cuba ocupa un lugar destacado en el mundo, en la protección de las áreas boscosas. Cuenta con 2 millones 93 370 hectáreas de bosques naturales, y solo el 13 por ciento se consideran áreas inforestales (superficies cubiertas por lagunas, presas, ciénagas y farallones).

Después del período revolucionario, las áreas reforestadas se incrementaron de un 13,8 a un 21,93 por ciento. En todo el territorio nacional existen, aproximadamente, 750 fincas pertenecientes a empresas forestales, ganaderas, de cultivos varios, tabacaleras y del Ministerio del Azúcar.

Con esta nueva forma de trabajo, crecieron los bosques, alrededor de 7 000 hectáreas. En los próximos años se pretende llegar a 810 fincas en toda la Isla.

La provincia de Las Tunas tiene una superficie de 6 587 kilómetros, y de bosques naturales, 72 360 hectáreas. Antes de 1959, las áreas cubiertas eran de 8,8 por ciento; en la actualidad son de 12,41 por ciento. El incremento no ha sido notable, si se tiene en cuenta, que este lugar ha sido marcado por siglos con las sequías, y el uso de sus suelos en la ganadería, la agricultura y la industria del azúcar. La vitalidad de las plantaciones era de un 30 por ciento hace unos años, y ya se logra un 81 por ciento de supervivencia.

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