 Gente Nueva no usa cosméticos
Antonio Paneque Brizuela
Gente Nueva es una casa librera privilegiada por el don de la intemporalidad. En sus anaqueles editoriales se curan libros de todos los tiempos, piezas de escritores que respiran desde la época, junto a las de otros cuyos espíritus reposan en los nichos del tiempo.
Gente Nueva no tiene por ello que imponer afeites a sus rostros literarios, aun en aquellos que acusan siglos de existencia, grandes obras de los grandes de siempre, pues, aunque pueda haber arrugas en sus carátulas originales, basta con reimprimirlos y ya están listos para que un joven
—también de cualquier edad— le estampe un piropo en la contraportada.
Así, en los más recientes y "privados" camerinos de la editora, han coexistido El último de los mohicanos (James Fenimore Cooper), una de las más decentes versiones sobre el
"enfrentamiento" entre europeos y nativos de Norteamérica, con El Príncipe y el Mendigo (Mark Twain) o La Isla del Tesoro (Robert Louis Stevenson) con Akeké y la Jutía (Miguel Barnet), en el caso de los primeros, reimpresiones, y en el último, una nueva edición.
Gente Nueva bombardeó, en especial durante este principio de año, eventos como la Feria Internacional del Libro con esos y otros títulos y autores, entre ellos los de Emilio Salgari y, prácticamente, todas las principales obras de Julio Verne, desde Ante la Bandera hasta De la Tierra a la Luna.
Desde entonces hasta ahora, cualquier persona avisada habrá observado a una población infantil o adolescente comprando y
"consumiendo" esos productos editoriales, con el único obstáculo de las exiguas tiradas.
Hoy día, junto a la línea con los clásicos, sus directivos trabajan por fortalecer los vínculos con la sección de Literatura Infantil de la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC), el Comité Cubano de la IBBY (en español, Organización Internacional para el Libro Juvenil), la Asociación Hermanos Saíz y demás instituciones que, de algún modo, desarrollan su trabajo en torno al universo de la literatura infantil.
Mirtha González y Lida Betancourt —directora y promotora de la editorial, respectivamente—, describen los intentos por rejuvenecer aún más sus propósitos, a tono con el incontenible decursar literario del país y en connivencia con sus creadores.
"Para nosotros es fundamental la relación con los autores. Existe la voluntad de publicar aún mayor cantidad de libros de cubanos para que nuestros niños y jóvenes puedan estar en contactos más cercanos a su realidad. Ello debe conciliarse con otro objetivo nuestro: dar a conocer los clásicos de todos los tiempos y países, considerando las obras de acuerdo con los grupos de edades.
"Como proyecto para el 2002, figuran obras breves de autores cubanos en la colección de minilibros. Se ha hecho un esfuerzo grande por priorizarlos. Debemos calcular bien, de acuerdo con el financiamiento de que disponemos, qué publicar y cómo hacer más libros que, siendo atractivos, sean menos costosos".
Entre las más cercanas nuevas ediciones de la editorial, aparecen Cuentos del bosque frondoso (Nathaliel Hawthorne), El aparecido de la mata de mango (Luis Cabrera), Luna de Otoño (selección de Esteban Llorach), La bella y la Bestia (Mme. Leprince de Beaumont), Libro de Claro Carlitos (Andrés Pi Andreu) y Cuentos de Macupé (Teresa Cárdenas), estos dos últimos premios La Edad de Oro 2000.
Y entre las más lúcidas ideas de ambas ejecutivas entrevistadas por Granma figura su enfoque crítico sobre la presentación y otros aspectos de las obras:
"No hemos sido capaces de hacer diseños verdaderamente atractivos, con mayor economía de recursos. Tenemos buenos editores e ilustradores de talento, pero no suficientes para todo el trabajo que nos espera".
O los conceptos de ambas sobre la lectura infantil: "A los niños, primero se les lee para que luego, cuando sepan leer por sí mismos, ello se convierta en una necesidad espiritual. Un pequeño lector será, sin duda, un adulto lector, con una cultura más sólida.
"La literatura que publicamos en Gente Nueva —subraya Mirtha González— debe educarlos ética y estéticamente. Alimentar su imaginación y fantasía, tan necesarias para ser luego un creador en cualquier esfera. El sentimiento patriótico, nuestras más auténticas tradiciones, nuestra ideología, todo lo noble y hermoso que hay en la vida, debe ser encontrado en los libros por los niños y jóvenes".
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