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 Jóvenes médicos en el Plan Turquino Doy gracias a Fidel Haydée León Moya
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JORGE LUIS GONZALEZ |
EL SALVADOR, Guantánamo.— Desde el día en que se graduó como médico, con excepcional rendimiento académico, el joven habanero Abel Cabrera Martínez supo que se le avecinaba una experiencia singular en un sitio bien intrincado en la región oriental del país. Efectivamente, luego de sus últimas vacaciones de estudiante en agosto del 2000, se vio de pronto en un consultorio médico en pleno monte de este municipio guantanamero, con la responsabilidad de atender a más de 800 serranos y unas cuantas guardias enteras en el hospital rural de
Bayate.
Lo que en realidad no pensó nunca el joven del municipio capitalino de Marianao fue que 11 meses de labor en esas montañas marcarían tanto su vida como profesional y, sobre todo, que influirían en él como persona.
Cuando solo resta un mes para decir adiós a sus queridos montunos, pues concluye ya su servicio en el consultorio de Limonar de Monterruz, Abel asegura que ese tiempo al pie de las montañas y su gente noble
"dieron un sentido más humanista a mi existencia, porque me enseñaron a no pensar en mí y ser para los demás, hacer de la nobleza y la sencillez un arma para andar en la vida, lo cual, en cuanto a experiencia, es la máxima expresión sentimental."
"La verdadera dimensión de los programas de Salud de la Revolución se halla en sitios como estos, donde a pesar de lo intrincado de la geografía, la población tiene acceso a ellos y su salud, no obstante lo que todavía falta por hacer en cuanto a mejoramiento de hábitos y otras acciones, es muy favorable", comentó.
Su hablar pausado y convincente, la amabilidad en el trato y responsabilidad en su trabajo son características que distinguen a este joven, militante de la UJC hace 10 años, que ha ganado un gran respeto y cariño entre toda esa gente que lo ven como a un hijo.
¿Por qué dicen algunas personas acá que eres una especie de delegado de circunscripción?
"Debe ser porque yo ando como un loco por todas partes caminando mucho. Trato de que nada me sea ajeno, porque al final te das cuenta de que todo tiene que ver con la salud de la gente. Mira, las personas adultas en el campo trabajan muy fuerte en la agricultura y muchos creen que eso es suficiente para ejercitar el cuerpo, y te dicen, qué más ejercicios que 5 ó 6 horas guataqueando yuca. Tuve que convencer a muchos para que se incorporaran al círculo de abuelos; comencé con
4 ancianitos, los que viven más cercanos al consultorio, incluso mi abuelita materna, quien me acompaña desde el principio acá, me quiso ayudar y para que no hubiese duda de que se trataba de algo serio se incorporó ella también; ahora son 20 en total y es maravilloso verlos esforzándose para ser destacados porque lo hacemos con carácter competitivo.
"Por otra parte, agrupé a mucha gente en torno a la idea de crear varios círculos tanto para la recreación como para la educación ambiental, la creación de una mentalidad de ahorro de la electricidad, sobre la necesidad de incrementar las actividades sanas y una adecuada alimentación. Entre todos fabricamos con cables de teléfonos en desuso una net para reactivar un área de voleibol abandonada.
"También —comenta el joven galeno— con la cooperación del barrio confeccionamos una manta gigante, como una especie de juego de parchís con fichas y dados igualmente grandes. Según la suerte de los dados los jugadores, que pueden ser hasta 10, caminan por las diferentes casillas que tienen mensajes como, por ejemplo, si olvidó hervir el agua que beberá hoy, vire tantas casillas. Tiene mensajes de ahorro, medioambientales y de carácter político, y a la gente les encanta y participan hasta los abuelos".
Muchas anécdotas puede contar este muchacho de 24 años de edad, integrante del contingente de 90 médicos graduados con excepcional rendimiento académico que están a punto de concluir su estancia por un año en las montañas de Guantánamo. Habla con agrado de sus caminatas de más de
5 kilómetros por Limonar Arriba, Abajo y Centro, por las comunidades de San Juan, El Muerto, Los Lirios, y muchos otros sitios que visitó en su trabajo de terreno cuidando a las embarazadas y que según él es una de las tareas básicas que garantizan allí que la mortalidad infantil y materna se mantenga en cero.
Cuando en septiembre próximo Abelito, como le llaman sus pacientes, retorne a su capitalino barrio habrá dejado atrás no solo un trabajo consolidado en su área de salud, sino a gente muy noble y buena gracias a la cual ha tenido una experiencia sin precedentes.
"Pero por encima de todo, dice finalmente el médico, le doy gracias a Fidel, porque fue él quien tuvo no solo la idea de crear este contingente, sino que confió totalmente en nosotros y nos dio una tarea que realmente requiere mucha responsabilidad".
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