Los hermanos Rivas

Tres combatientes de Girón, unidos por lazos de sangre,
dan testimonios de aquella histórica epopeya

VENTURA DE JESUS

MATANZAS.—Al parecer, pocas personas saben fuera de la intimidad familiar, que la anciana Elena Rivas sintió una sensación muy desoladora en abril del 61. Estaba acompañada de sus hijas, pero había un motivo especial por el cual apenas pudo dormir en aquellos tres largos días de la invasión mercenaria.

La razón es bien sencilla: sus tres hijos varones se encontraban por diferentes motivos involucrados en la defensa de aquel pedazo del suelo patrio. Y ella estaba consciente de que en una guerra nadie está a salvo. A la edad de 93 años, no se lamenta de haber corrido tamaño riesgo, se muestra orgullosa y "culpa" a su esposo ya extinto.

"Ellos salieron al padre, que era trabajador de la fábrica de fertilizantes Amour and Company, donde era delegado del sindicato... En ocasiones fue llevado al Castillo de San Severino por no ajustarse a las indicaciones de la administración, y allí los guardias le decían que era un viejo comunista, aunque él, a ciencia cierta, no sabía lo que era eso. Un día me dijo: Vieja, ¿qué es el comunismo...? Y yo tampoco sabía, pero lo asociaba con el hecho de que defendía a los obreros..."

EL PRECIO DE UNA REDENCION

—Padre ¿por qué usted se involucró en esto?, fue una de las preguntas que le hiciera el periodista matancero José González Rivas, al sacerdote español Segundo Lasera, quien formaba parte del batallón de paracaidistas de la Brigada 2506. El encuentro con el invasor fue pocas horas después de haber sido este hecho prisionero.

do4-1.jpg (8983 bytes)Para "Pepe" Rivas, uno de los tres hijos de Elena, Girón resultó una de las experiencias de mayor connotación en su larga carrera periodística. Fue, sin duda, de los primeros reporteros que tuvieron acceso al escenario bélico, pues a la sazón se encontraba trabajando como jefe de compras del proyecto en construcción del centro turístico de la Laguna del Tesoro, al tiempo que tributaba como corresponsal voluntario para Radio Matanzas.

"La noticia del desembarco —rememora— nos llegó a través del teléfono de magneto ubicado en la Boca de la Laguna, desde donde llamaron a Cayo Gloria, lugar donde radicaba la administración de la obra. Poco después me acredité como corresponsal de guerra en el Estado Mayor constituido en el central Australia, y más tarde me trasladé al frente de batalla, en compañía del fotógrafo y camarógrafo Guillermo Miró."

¿Cuál fue la vivencia que más te marcó de aquel episodio?

"Nunca podré olvidar la vocación revolucionaria de aquellos muchachos artilleros de las antiaéreas conocidas como cuatro bocas. Eran muy jóvenes, casi niños. Conservo en la memoria cómo agitaban sábanas al viento para atraer sobre ellos la atención de los pilotos de los B-26 agresores".

José González Rivas es funcionario de la esfera de divulgación del Gobierno provincial y presidente de la Asociación Cubana de Publicitarios y Propagandistas en la provincia.

EL RECUERDO PERSISTE

Su hermano Lorenzo, de 62 años de edad, confiesa que nunca olvidará al primer prisionero que fue llevado a la Comandancia. "Era muy joven, tenía un lunar en la cara y llegó pidiendo perdón. Luego vi a muchos otros, pero el recuerdo del primero todavía persiste en mí. Revelaba la derrota de los mercenarios".

A pesar de la atmósfera de dolor, la reacción de las tropas no fue de rabia, y eso es algo a lo que ellos no podrán acostumbrarse, reconoce. "Todo lo contrario, las fuerzas nuestras pusieron de manifiesto una nota bien humana. Y aunque los mercenarios habían partido la vida por la mitad de muchas personas y familias el trato que se les dio fue de mucho respeto".

"Yo era jefe de almacén de las obras del plan centro turístico Laguna del Tesoro. Allí nos sorprendió la invasión. Pertenecía al batallón de las milicias de aquel lugar. El primer teniente del Ejército Rebelde, Antero Fernández, quien perdió la vida el propio día 17 en Los Alpes, cerca del central Australia, me designó a la retaguardia al frente de la distribución de víveres para los combatientes.

"De recorrido por Playa Larga, Playa Girón y otros puntos en acciones vi numerosos testimonios del heroísmo de nuestra gente y del desconcierto del enemigo. Pero mi recuerdo más impresionante fue ver a Fidel al frente, inspirando y dirigiendo las operaciones, pero como uno más en la lucha.

"El pueblo demostró que la Revolución es invencible. Con el paso del tiempo he podido comprender mejor el significado de la actitud de Fidel en Girón. Es de los legados más importantes de aquella epopeya."

NADIE ESQUIVO LA MISION

Para José Manuel, el hijo menor de Elena, Girón fue su consagración como combatiente. Aunque por entonces era muy joven, ya tenía experiencia como luchador clandestino. "Yo pertenecía al batallón 204 de las milicias. Una vez avisado me presenté en un lugar conocido por La Raspadora, una instalación perteneciente a La Jarcia. Finalmente llegamos al sitio que hoy ocupa el Estado Mayor del Ejército Central, donde habló un capitán. Explicó de manera muy breve lo que ocurría y pidió que quienes estuvieran de acuerdo en ocupar un puesto en el combate que dieran un paso al frente. Nadie esquivó la misión. Aquel gesto me impresionó".

Ese instante debió quedar en el subconsciente de este hombre, hoy retirado del MININT (institución en la que prestó servicio por espacio de 30 años), pues a menudo invoca su significado y acepta que ha sido primordial en otros momentos de su vida.

"A Girón llegamos ya el día 19. Estuvimos seis días, pues participamos sobre todo en la captura de los que se desperdigaron por la Ciénaga... Todavía recuerdo las rastras y camiones repletos de mercenarios, se veían desmoralizados, consternados... En cierto modo, las horas vividas en ese sureño paraje siempre me han acompañado a lo largo de mi carrera como revolucionario."

EL EJEMPLO DEL PADRE

En 1981, estos tres sencillos hombres, todos militantes del Partido, fueron condecorados con la medalla de Combatientes de Playa Girón. En honor a la verdad, ninguno entabló combate con los mercenarios ni fue herido en acciones de guerra, pero no hicieron de incógnitos. Su presencia allí y la disposición de defender su Patria revelan la esencia de su contribución a esta gesta que culminó en la primera derrota militar infligida al imperialismo en Nuestra América.

Elena, su progenitora, se veía inquieta por aquellos días de abril del 61. Difícilmente alguna otra madre cubana tuvo el privilegio de semejante aporte, con tres hijos en las arenas de Girón. Pero no quiere honores para ella. "Su padre se sintió muy orgulloso, porque en el fondo sabía que aquel espíritu revolucionario y antimperialista se los había inculcado él. Falleció en el 64, pero ese breve período fue suficiente para identificarse con Fidel y para entender en alguna medida lo que era el comunismo".

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