Compatriotas:
Hace exactamente 15 meses y 26 días se inició en nuestra capital
la movilización de masas más grande que ha conocido la historia de nuestro país. El
brutal secuestro de un niño cubano, que no había cumplido todavía 6 años, fue la
chispa que encendió esta lucha, transformada por el Juramento de Baraguá, en el que nos
comprometimos a no cesar el combate mientras existan el bloqueo criminal y la guerra
económica contra nuestro pueblo, las repugnantes leyes Torricelli y Helms-Burton, las
cínicas enmiendas y perchas impuestas a importantes leyes que no admitían dilación,
políticas de incesante hostilidad y agresión, una Ley asesina de Ajuste Cubano que viene
matando jóvenes y ancianos, madres y niños, mujeres y hombres de cualquier edad desde
hace 35 años, la ocupación ilegal de un pedazo de nuestro territorio desde hace 100
años. La lucha iniciada aquel 5 de diciembre de 1999 se ha convertido hoy en una colosal
batalla de ideas que no se detendrá mientras exista el sistema imperialista.Ya no hay
sitio en nuestra ciudad para convocar al pueblo capitalino. Este mar de pueblo, en el
espacio más amplio que pudo encontrarse para una Tribuna Abierta en Playa, uno solo de
los quince municipios que componen nuestra capital, demuestra la unidad y la fuerza
alcanzadas. Este es el pueblo "esclavizado" cuyos derechos humanos reclama en
Ginebra el imperio "democrático" de Estados Unidos, y lo hace con más furor
que nunca, apenas tres meses después de que se protagonizara el fraude electoral y el
robo más escandaloso del codiciado trono presidencial cometido jamás en ese país.
Nunca, en ninguna otra etapa de la vida política de nuestro país,
la ideología del imperialismo ha sido sometida en el seno de nuestro pueblo a tan
demoledora y profunda crítica.
La desaparición del campo socialista de Europa y la desintegración
de la Unión Soviética significaron un durísimo golpe a las ideas progresistas y las
justas aspiraciones de cambios sociales en el mundo, sembrando desaliento, confusión, e
incluso desmoralización e importantes deserciones en las filas de muchas fuerzas de
izquierda. Tras el fin de la guerra fría, cuando la única superpotencia ya existente
comienza a ejercer su dominio hegemónico en nuestro planeta, y cuando se consideraba que
nuestra Revolución dejaría de existir en cuestión de días, semanas o a más tardar
meses, la heroica resistencia de Cuba demostró a todos los pueblos del mundo que las
ideas justas defendidas con honor y firmeza por una pequeña Isla a pocas millas de la
gigantesca potencia imperial no podían ser aplastadas.
Nuestro pueblo había soportado más de 40 años de bloqueo,
invasión mercenaria, amenaza y peligro real de ataque nuclear, guerra sucia, guerra
económica, guerra biológica, guerra política, todos los métodos imaginables de
subversión y desestabilización, sin excluir cientos de fracasados intentos de descabezar
nuestro proceso político mediante el asesinato de sus dirigentes.
Hoy en todas partes renace con fuerza la rebeldía de los pueblos,
de millones de seres humanos cada vez más explotados y saqueados, cada vez más
ultrajados por el creciente número de pobres y hambrientos, de más analfabetos, más
personas carentes de atención médica, más desempleados, más niños deambulando por las
calles y pidiendo limosna, más niñas prostituidas, más comercio sexual, más drogas,
más delitos, y más enfermedades resistentes a los antibióticos, más SIDA, más
medicamentos caros, más abusos, más corrupción política, más engaño, más publicidad
enajenante, más mentiras, más contaminación ambiental, más disminución de recursos
naturales, más envenenamiento de los ríos, de los mares, de la atmósfera; más
desiertos, más tierras salinizadas; menos bosques, menos áreas cultivables, menos agua
potable, menos racionalidad en la distribución de los recursos para un desarrollo
sostenible, menos capacidad en los organismos financieros internacionales y en los propios
gobiernos de los países ricos, creadores de las sociedades de consumo, que monopolizan
casi todas las tecnologías y el dinero del mundo, sin voluntad alguna de enfrentar los
crecientes y complejos problemas de la sociedad humana.
El más voraz e irresponsable de todos, que preside el país que
consume el 25% de la energía mundial, acaba de proclamar unilateralmente que no
respetará el compromiso alcanzado en Kyoto para reducir las emanaciones de gases
contaminantes, reafirmando de este modo un desprecio absoluto por la opinión y los
intereses del mundo, incluso del propio pueblo de Estados Unidos. Tal acción que ya
había sido precedida por otras de siniestras consecuencias: la decisión igualmente
unilateral de romper acuerdos que han sido vitales para la paz internacional, anunciando
la determinación de construir un supuesto escudo total antimisiles que inevitablemente
conducirá a una nueva carrera armamentista en el momento más inoportuno que podía
concebirse, cuando el planeta habitado ya por más de 6 100 millones de
habitantes, de los cuales las tres cuartas partes son pobres inicia un siglo que
será sin duda el más difícil y crucial de la historia milenaria del hombre.
Los cubanos podemos sentirnos orgullosos de estar muy conscientes de
la responsabilidad histórica adquirida por nuestro pueblo en su larga lucha por la
libertad y la justicia. Contamos, además, con el espíritu internacionalista forjado en
42 años de continuo batallar contra el más poderoso imperio que haya existido, lo que
nos hace acreedores al derecho de comprender cabalmente y hacer nuestro aquel
extraordinario concepto de Martí cuando nos dijo: "Patria es Humanidad"
(Aplausos).
No renunciaremos nunca a los principios que adquirimos en la lucha
por traer toda la justicia a nuestra Patria poniéndole fin a la explotación del hombre
por el hombre, inspirados en la historia de la humanidad y en los más preclaros teóricos
y promotores de un sistema socialista de producción y distribución de las riquezas, el
único capaz de crear una sociedad verdaderamente justa y humana: Marx, Engels y más
tarde Lenin. Jamás hemos dejado de recordar sus nombres, como han hecho no pocos
tránsfugas y cobardes.
Desde fecha tan temprana como el 16 de abril de 1961, víspera del
artero ataque imperialista por Girón que pretendía ocupar un pedazo de nuestro
territorio para instalar un gobierno cuya única misión era abrir paso a una sangrienta
intervención de nuestra Patria por fuerzas extranjeras, tuve el privilegio de proclamar
el carácter socialista de nuestra Revolución (Aplausos y exclamaciones de:
"¡Fidel!, ¡Fidel!, ¡Fidel!"). Por tan sagrada causa derramó nuestro pueblo
su sangre generosa, como supo exponer hasta su propia supervivencia con valor espartano en
los días de la Crisis de Octubre de 1962, antes que hacer indignas concesiones. Con ese
mismo valor fue capaz de cumplir gloriosas misiones internacionalistas, combatiendo contra
el colonialismo y el repugnante régimen del apartheid, heredero del nazismo y socio
estrecho de Occidente hasta el fin de su tenebrosa existencia. En lucha contra ellos
también los cubanos derramaron su sangre, sin que tengamos allí, ni en Angola o
cualquier otro rincón de Africa, una sola inversión, un metro cuadrado de tierra o el
tornillo de una fábrica. Eso es lo que nos diferencia del imperio y sus aliados. Es lo
que en la lucha de ideas eleva nuestra moral a la altura de las estrellas.
El pueblo que hoy libra esa batalla de ideas no cuenta con el 30% de
analfabetos que encontró la Revolución el Primero de Enero, ni a ninguno de sus hijos
les faltan maestros ni escuelas, ni oportunidad de estudio en las más variadas ramas de
la ciencia y la cultura. Setecientos mil de ellos son profesionales universitarios.
Contamos adicionalmente con miles de eminentes intelectuales y artistas. Hoy luchamos por
una cultura general integral. En los próximos 10 años cuadruplicaremos los conocimientos
que hemos adquirido en los pasados 42 años.
La Universidad para Todos, las Mesas Redondas, importantes Escuelas
de Instructores de Arte recién inauguradas en todas las provincias, y en cada una de
ellas centros de formación de Artes Plásticas, Música, Danza, Teatro y otras
manifestaciones artísticas, miles de bibliotecas al alcance de cada ciudadano que serán
creadas, y el empleo masivo de medios audiovisuales, convertirán a Cuba en el país más
culto del mundo, cuyos hijos serán no solo poseedores de profundos conocimientos
profesionales, científicos, técnicos y artísticos según la profesión de cada cual, y
el dominio de varios idiomas, sino también de una amplia cultura política, histórica,
económica y filosófica, que les permitirá comprender y enfrentar los grandes desafíos
del futuro. Muy pocos en el mundo podrán dudar todavía de que cumpliremos tales metas.
Nada ni nadie podrá ya detener nuestro destino, ni mediante las
armas, ni por medio de la ignorancia, el engaño y la demagogia. Haremos trizas sus
cínicas e hipócritas mentiras y sus deshumanizadas y egoístas concepciones. Tardaremos
años, tal vez unos cuantos, pero seguirán sufriendo derrota tras derrota y no obtendrán
victoria alguna que no sea pírrica. A solo 19 días del 40 aniversario de aquella
inolvidable batalla en que supimos defender la independencia de nuestra Patria y el
derecho a una revolución verdadera, en la batalla de ideas nos atrevemos a pronosticar
que a los imperialistas solo un gigantesco Girón los espera (Aplausos).
¡Gloria al pueblo heroico que tal proeza es y será capaz de
realizar! (Exclamaciones de: "¡Gloria!")
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación.)