Enfermedades cerebrovasculares

Programa nacional de prevención y control

Esencial el concurso de la población. Es la tercera causa de muerte en el país

José A. de la Osa
delaosa@infomed.sld.cu

La disminución de la frecuencia y también la mortalidad como resultado de las enfermedades cerebrovasculares, la tercera causa de fallecimiento en nuestro país, viene constituyendo para el sistema sanitario una línea de trabajo principal en los últimos años.

En estos momentos se implementa un programa nacional de prevención y control de estas afecciones, que incluye la capacitación del personal de salud en todos los niveles de atención.

Asimismo dirige sus esfuerzos a fortalecer las acciones de promoción de salud, a fin de elevar la percepción de riesgo de la población en cuanto a este padecimiento, que se inscribe en lo que los especialistas denominan una urgencia médica.

En nuestro país la mortalidad por enfermedades cerebrovasculares ha mostrado un incremento progresivo desde finales de la década de los 70 del pasado siglo. Las cifras más altas se registraron en 1999, cuando la tasa bruta reportada fue de 74,4 por 100 000 habitantes.

En los últimos cinco años mueren como promedio anual por esta causa unas 8 000 personas.

Los grupos más afectados en orden decreciente son los de 65 años y más, de 45 a 64 años y de 15 a 44. Es excepcional su presentación en menores de 15 años.

Los principales factores que aumentan el riesgo de ataque cerebral incluyen la presión alta, la diabetes, el hábito de fumar y el consumo exagerado de alcohol.

Por ello las fundamentales medidas de prevención deben estar dirigidas al control adecuado de esas enfermedades y evitar los hábitos y modos de vida dañinos para nuestra salud.

Los síntomas más frecuentes que producen las enfermedades cerebrovasculares son la dificultad para hablar, problemas para caminar, debilidad de un lado del cuerpo, ceguera de un ojo o visión doble, mareo, pérdida del equilibrio y el dolor de cabeza intenso.

Ante la aparición de una o más de estas manifestaciones debe buscarse atención médica inmediata, preferentemente en hospitales o policlínicos de urgencia de las áreas de salud, lo que puede ser decisivo para salvar la vida de estos pacientes, indicó ayer la doctora Carmen Serrano Verdura, especialista del Programa de Enfermedades no Trasmisibles del MINSAP.

Las primeras medidas deben ser tomadas por el personal médico que posee la capacidad para identificar el tipo de ataque cerebral y conoce, por ejemplo, que ante el cuadro de un infarto cerebral la utilización de medicamentos para bajar la presión pudiera empeorar el daño del cerebro.

Los términos trombosis, embolia o isquemia se utilizan cuando el ataque se debe a la obstrucción de una arteria, mientras que derrame o hemorragia cerebral se refiere a la irrupción de sangre por la ruptura de una arteria. Apoplejía, accidente cerebrovascular, ictus o ataque cerebral se utilizan indistintamente para referirse a uno u otro.

La doctora Serrano citó la experiencia de Japón, donde a finales de la década de 1950 se producía la mayor mortalidad como consecuencia de los accidentes vasculares encefálicos entre los países desarrollados.

En apenas tres décadas, y solo con un control adecuado de la presión arterial, lograron reducir la tasa de mortalidad de más de 300 por 100 000 habitantes a 50 por 100 000.

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