Una nueva modalidad para influir
en los precios
FELIX LOPEZ
A ningún cubano
se le ocurriría poner en duda que la más agradecida forma de protección al consumidor
es aquella que con una mayor oferta de productos contribuya a regular los precios a su
favor.
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| ISMAEL FRANCISCO |
En las áreas de ventas estatales,
dentro de los mercados agropecuarios, se aprecia hoy una disminución de los precios que
puede ser mayor en la medida en que se incrementen las ofertas de los productores.
Y cuando hablamos de este tema tampoco hay que dudar que, en el acto, terminamos
conectados con el mercado agropecuario, por su incidencia en la alimentación.
Entre las muchas ideas puestas en práctica para
influir en la cuantía de los precios de los productos que se ofertan en los primeros,
recordemos la experiencia de los mercados estatales del MINAGRI. En ellos, según
estadísticas de la Agricultura, el precio promedio de una libra de viandas (año 2000)
fue de 64 centavos, contra 1.66 del mercado agropecuario.
Una nueva modalidad, en práctica desde hace poco más
de cuatro meses, puso a Granma en la pista de este reportaje. El Ministerio del Comercio
Interior (MINCIN) decidió subir la parada y colocó la competencia dentro de los mismos
mercados agropecuarios a donde concurren los particulares. Ahora, en cualquiera de ellos,
uno puede encontrar un área que se identifica como mercado estatal.
LO QUE PUEDE LA RIVALIDAD
 Este es el mercado
agropecuario del MINAGRI, en Lagueruela, el más próximo al del Mónaco. Así,
desabastecido, es imposible que pueda influir en la regulación de los precios.
En el mercado agropecuario del Mónaco se entra por el
área estatal. Allí se concentra la mayoría de los clientes. La gente ya aprendió que
en ese sitio los precios son inferiores a los del área de particulares. Los directivos de
la unidad recorren constantemente las tarimas para comprobar que sus productos siempre
"estén por debajo" o tomar alguna medida urgente al respecto.
Luis Rey, el administrador, explica que cada mañana
sus hombres acuden a las bolsas donde se comercializan los productos agropecuarios
(fundamentalmente en Egido o Tulipán), y luego los ponen en venta aplicándoles un 20 por
ciento a su valor de compra: "Podríamos bajarlo mucho más en la medida en que
compremos directamente a los productores y no a los intermediarios".
Y tiene a mano un ejemplo que ilustra su reclamo:
"El 23 de marzo, hace una semana, decidimos prescindir de una UBPC de Pinar del Río
que vendía aquí sus ahumados y embutidos. El precio promedio de la libra era de 45
pesos. Ahora compramos esos productos en nuestro propio sistema y bajamos en nueve pesos
el precio de la libra. El reto está en seguirlo bajando".
"Con la carne de cerdo, explica, pasó algo
parecido. El pasado mes de noviembre logramos estabilizarla a 20 pesos la libra. Los
particulares comenzaron a decir que la cuenta no les daba. Y terminaron por irse".
En las tarimas de productos agrícolas, Rey nos
mostraba algunos productos que habían adquirido directamente en el campo: "Gracias a
eso podemos estar vendiendo el ajo a 2.55 la libra (cada una con un promedio de 39
cabezas), mientras en el otro lado lo están vendiendo a un peso por cada cabeza. Nuestro
boniato, que es de calidad, está a 80 centavos la libra, y el de ellos cuesta 1.50".
En el mercado del Mónaco, además de estar hoy más
limpio y ordenado, han colocado junto a la pesa de protección del consumidor, un cartel
en el que se relacionan los integrantes del consejo de dirección. La oficina de la
administración, se indica, está al frente: "Lo que pretendemos, explica Rey, es que
las quejas lleguen a nosotros. La gente no sabe cuánto pueden ayudar cuando denuncian lo
mal hecho".
Junto a esa pesa se lleva un control, con fecha y hora,
de las violaciones detectadas en detrimento de los clientes. A veces, como en nuestra
presencia, es el propio administrador quien detiene a los consumidores y les pide
autorización para comprobar el peso de lo que compraron. Y más de un dependiente ha sido
expulsado del mercado...
LA EPIDEMIA ACECHA
Cuando Ismaelito, el fotógrafo, comenzó a captar
imágenes en el mercado del Mónaco, se corrió una señal a viva voz en las tarimas de
los concurrentes privados: "Marex te para en seco"... La "advertencia"
dejaba pensar que algo mal hecho o prohibido sería ocultado de inmediato...
Unas horas después, recorriendo las instalaciones del
Mercado Agropecuario de 19 y B, en el Vedado, pudimos despejar algunas incógnitas:
observando la tablilla de precios de los productos cárnicos del área estatal (la libra
tres pesos más barata que en los particulares), una persona me tomó por el brazo y me
dijo: "No compre aquí, que esos puercos llevan allí tres días, aquellos (los de
los particulares) son los buenos".
Era el primer signo visible de competencia desleal.
Como aquella persona, otras más deambulaban por el mercado emborronando el esfuerzo del
Estado. La carne, me demostró después el jefe de almacén, Jesús Mayeta, era tan fresca
como la de sus competidores. Pero hay aun más...
"Hemos detectado, explica Mayeta, que muchos de
nuestros productos se venden con una velocidad poco normal. A veces, por ejemplo, nos
compran más de cien piñas en una hora, y al día siguiente aparecen en las tarimas de
los particulares a 15 y a 20 pesos. De esa forma, nos convertimos en intermediarios de los
oportunistas y no llegan los productos con nuestros precios al pueblo.
"Es una guerra constante la que tenemos con los
intermediarios. Ahora mismo hemos decidido, aunque no ganemos, mantener la malanga a 2.50
la libra, porque sabemos que esa es la vianda de los niños, los enfermos y los viejos.
Ellos la tienen a 3.50 y a 4.00 pesos, y si ven que no tenemos, entonces sí que hay que
aguantarse la billetera.
"Y es abusivo que lo hagan, asegura, porque
sabemos que cuando venden el 40 por ciento de sus productos ya tienen recuperada la
inversión... Nuestro objetivo final no puede ser otro que el de comprarles a quienes
producen y trabajan la tierra y vendérsela al pueblo al precio más económico
posible".
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