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Sones, rumbas y canciones

Omar Vázquez
y Pedro de la Hoz

Cuando se echa un vistazo a las nominaciones para el Premio Cubadisco 2001, destaca la representatividad de los fonogramas que se disputarán el máximo galardón de la discografía cubana en música folclórica, popular tradicional, bailable actual y cancionística. La rigurosa concurrencia en tales categorías denota el interés de la mayoría de los sellos radicados en nuestro país por promover los valores más encumbrados del momento y por responder a la creciente demanda internacional de música cubana.

En el acápite de música folclórica se nos revela el caso excepcional de Lázaro Ross, considerado por muchos el mejor akpwon (cantor en la liturgia yoruba) de la segunda mitad del siglo XX. El sello Unicornio lo convocó para realizar el más completo ciclo de cantos dedicados a los orishas y las dos primeras entregas, a Oshún y Yemayá, como era de esperar, clasificaron.

Pero también los tres restantes discos nominados resaltan por la autenticidad: Noche de rumba (Tumi Music), de Clave y Guaguancó; En el solar habanero (EGREM).del Coro Folclórico Nacional; y Oda al tambor (EGREM) hace justicia al Conjunto Folclórico de Oriente.

El más reciente disco de Celina González, 50 años como reina (Bis Music), grabado justo antes de la dolencia que le impide acceder por ahora a los escenarios, encabeza la lista de las nominaciones en música popular tradicional. En esta categoría repasan momentos singulares de sus repertorios –Septeto Habanero, Celebrando sus 80 años (Lusáfrica); Los Naranjos, La tradición no se olvida (Eurotropical)– a tono con el gusto que se ha ido imponiendo en el mundo tras la apertura de Buenavista Social Club; y un nombre clave en el género, injustamente relegado, Ignacio Carrillo (Mazacote), emerge con De profesión... sonero (Nube Negra-RTV Comercial). Junto a tales veteranos entra el aire fresco de Jóvenes Clásicos del Son, con una deliciosa producción, Fruta bomba (Tumi Music).

Cinco agrupaciones de primera línea entraron en la liza por el premio en música bailable actual: José Luis Cortés y NG la Banda, Baila conmigo (EGREM); Klímax, Oye como va (Eurotropical); Manolito Simonet y su Trabuco, Para que baile Cuba (Eurotropical); Paulito FG, Una vez más... por amor (EGREM), e Isaac Delgado, Malecón (Bis Music).

Las elevadas calidades en la cancionística motivaron al comité organizador del Premio a nominar siete producciones: por Unicornio, Solo en septiembre, de Amaury Pérez; Una manera de decir, de Fernando Alvarez; y Nuestra canción, de Sergio Vitier y Marta Valdés; por la EGREM, Anaís Anaís, de Anais Abréu; Corona canta a Corona, de Kiki Corona, En persona, de Elena Burke; y Colibrí, de Vicente Feliú.

El rock irrumpió en las nominaciones con Nelson y la Kámara Ganma, Pretentions (EGREM); Polito Ibáñez, Para no pensar (Unicornio), y Moneda Dura, Mucho cuidao (EGREM); en pop la selección recayó en Nubes, de Carlos Varela, y Postrova, del dúo homónimo santiaguero (Bis Music); en pop fusión van por el premio Un montón de cosas (EGREM), de Obsesión, y A lo cubano (Bis Music), de Orishas; y en agrupaciones vocales Top line (Bis Music), de Vocal LT, y Cambio de tiempo (Unicornio), de Sampling.

UN LUGAR PARA LA MUSICA DE CONCIERTO

Quienes recuerden la primera convocatoria al Premio CUBADISCO, evocarán la aridez predominante en las categorías dedicadas a la música de concierto. Los sellos radicados en Cuba esquinaban esas especies de expresión musical para favorecer lógicamente las manifestaciones músico-danzarias, y en cierta medida a la canción. Estas zonas siguen siendo emblemáticas –¡cómo no y con tremenda razón!– de nuestra cultura sonora, pero también, en aras del equilibrio y la justicia, venía haciéndose necesario fijar la diversidad del quehacer insular y las excelencias largamente cultivadas en otras zonas de la música.

Uno de los vacíos más elocuentes pasaba por el jazz. Mientras se consideraba a nuestro país como una de las potencias mundiales del género y los mejores jazzistas cubanos grababan para sellos foráneos, apenas si Irakere o Gonzalo Rubalcaba llamaban la atención de las divisiones cubanas.

Este año –quizá no tanto como podría haber sido– hay donde escoger e incluso se ha confirmado una subdivisión: jazz latino y fusión. En la primera categoría resultaron nominados, Jazz timbero (Tumi Music), de Bobby Carcassés; A Puerto Padre (Unicornio), de Juan Manuel Ceruto; y Elengó (EGREM), de Roberto Fonseca. Y en fusión lidiarán Descarga total (Ahí `namá), de Maraca y su banda Otra Visión, y Azul (Unicornio), del trío de Miguel Núñez.

Dos pianistas en la cúspide profesional y un joven violinista que se revela fuera de serie acapararon las nominaciones en la categoría de solista concertante: Andrés Alén con Pianoforte (Unicornio); Víctor Rodríguez con De Lecuona a Bach (Bis Music), e Ilmar López Gavilán con Aires y leyendas (Unicornio).

La especialidad de cámara se anotó Barroco trópico (EGREM), de Música Eterna; la vertiente sinfónica, Concierto habanero (Bis Music) de Sergio Vitier y la Orquesta Sinfónica Nacional, y Clásicos cubanos (EGREM), de la OSN; en música instrumental pasaron Estoy aquí (RTV Comercial), de Jesús Rubalcaba, y Tranquilo (EGREM), de Jorge Luis Chicoy; y hasta apareció al fin la música electroacústica con Metamorfosis (EGREM), de varios compositores cubanos

Y como antología muy especial, como para de antemano ganarse un premio, está La obra guitarrística de Leo Brouwer, un proyecto de la EGREM de enorme significado cultural.

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