ABREUS, Cienfuegos. Puede haber sido quizás el
nombre de una mujer muy hermosa de la zona o que simplemente a alguien se le ocurrió
llamarle así: Carmelina. Nadie lo sabe a ciencia cierta. Lo que sí está claro es que
ese punto casi perdido de la geografía agrícola de este municipio solo se encuentra
después de haber vencido once kilómetros (que parecen cien) de un polvoriento
terraplén.
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VIDAL ROMERO |
Entre las acciones ejecutadas
está la reparación
de la escuela primaria.
Llegamos al mediodía con un sol que rajaba
las piedras. Y conversamos de manera franca con esas gentes que saben bien los secretos de
la tierra, y por eso son sabias. Los rostros estaban alegres. De las casas, en su mayoría
de madera y guano, salían los acordes de una ranchera mexicana que ponían en el programa
radial más escuchado en la zona. "Los guajiros nos divertimos con poco", me
dice cuando les comenté que a los hombres y mujeres del campo les encanta la música de
ese país.
Las escaseces del período especial y el deterioro que
siempre provoca el paso de los años, dejaron a quienes viven en Carmelina sin un lugar
adecuado donde reunirse para tomar unos tragos y escuchar alguna música después del
trabajo o los fines de semana y dañaron también otras instalaciones sociales y de
viviendas. "Todo esto estaba bien feo", subraya con seguridad el mismo hombre,
mientras hace un círculo en el aire con el dedo índice de la mano derecha.

Un análisis objetivo y oportuno de la situación de
los bateyes hizo que las direcciones municipales del Partido y el Gobierno situaran el
mejoramiento general de ellos entre las tareas con mayor prioridad. Consideraron que los
problemas había que atenderlos y encontrarles soluciones, aunque existieran pocos
recursos, como corresponde a estos tiempos, cuando debe ponerse muchas veces la voluntad
por encima de las posibilidades materiales.
Hoy Carmelina está diferente. Con la participación
activa de quienes allí residen se reparó el círculo social, mejoraron las condiciones
del consultorio del médico de la familia y de la escuela primaria, hicieron funcionar el
acueducto, pusieron el alumbrado público y quedaron pintadas las viviendas.
Ahora, también, una vez por semana llegan los
técnicos de la empresa municipal de servicios para reparar los equipos electrodomésticos
y dar otras atenciones necesarias y evitar de ese modo que los trabajadores o sus
familiares tengan que trasladarse a la cabecera municipal, bastante distante, por cierto.
Mensualmente se organiza una actividad cultural y
recreativa, a la que se incorporan la mayoría de los pobladores de la zona y hasta de
áreas vecinas. "La última estuvo muy buena me dice el joven administrador del
círculo. Trajeron hasta libros y una exposición de artes plásticas... Lo que hace falta
es que se mantengan y que no se queden, como otras, solo en el comienzo".
Aún falta por hacer. Resulta necesario reparar las
líneas eléctricas para mejorar el voltaje y arreglar el casi intransitable terraplén.
No obstante, quienes viven en Carmelina conocen bien, porque así se les ha explicado, que
esos trabajos dependen de recursos materiales y económicos con los que no se cuenta en
estos momentos.
El mejoramiento general de los asentamientos rurales
forma parte de un programa que contempla a todos los de este municipio cienfueguero y que
se materializará de forma paulatina. Ya iniciaron las labores en Mijalito y después lo
harán en Guasimal, Charcas, Juraguá y Constancia, con las mismas características.
Quienes residen en ellos integran la fuerza de trabajo fundamental en este territorio, por
lo que el aporte diario de cada uno adquiere carácter decisivo en los resultados de
sectores de mucha importancia.
Carmelina tiene otra cara y las más de 450 personas
que allí viven, también. Los días son ahora más alegres, las fiestas más divertidas y
hasta las rancheras mexicanas parecen más bonitas que nunca.