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RICARDO LOPEZ |
Posee los más prestigiosos pergaminos del deporte,
incluyendo las coronas de cuanta competencia la ha visto inscrita. Sin embargo, la
aspiración no termina para esta pequeña mujer, convertida en gigante.
Legna Verdecia abrió la senda del triunfo olímpico en
Sydney y ahora abre su corazón, deja conocer pretensiones y perspectivas ya desde un
prisma más maduro, conocedora, de un final cerca al cual se resiste, porque no fuera ella
si pensara de otra forma.
No habló de combates y emociones, sino de gustos
personales, aficiones y del hogar que comparte con el amor y la exigencia.
"Me preparo para asistir al campeonato mundial, en
Alemania, en julio venidero. ¿Luego? quiero tener mi bebé. Después veremos", dijo,
alejando la posibilidad de un epílogo inevitable para una brillante carrera.
Esta muchacha, hoy de 28 años, nacida en Manzanillo,
pero holguinera desde un año, llegó al judo, porque el judo la estaba esperando. Mezcla
como nadie ternura, comprensión, amigos y amigas, con un carácter fuerte, capaz de
expresar agresividad, férrea defensa y control hermético sobre sus rivales. Esa rara e
impresionante química es un aporte mundial a la personalidad del judoca y la ha hecho muy
querida entre compañeras y adversarias.
Precisada a responder qué le gustaría hacer tras la
despedida de los tatamis, quedó pensativa y no por indefinición, sino porque, aunque no
lo confesó no se imagina fuera del combate que ha sido su propia vida.
"Tengo que prepararme para esa batalla, que es
seguir en ella, pero sin judogui (vestuario del judoca). Quisiera enseñar, lo cual
requiere también de preparación, que si soy franca, ahora no tengo", afirmó.
Gusta de estar en casa, en familia, mas le complace
compartir con amigos y tomarse algunos traguitos. Excelente bailadora de ritmos cubanos
aun cuando es capaz de destacarse en una pista de discoteca, ama la música, de la que
expresó no tener preferencia especial, "porque escucho de todo".
Tras el café de su suegra, a quien le agradece la
ayuda, sobre todo cuando se trata de planchar, algo que odia, la cámara le sorprendió en
la cocina. "Esto sí me gusta y mi especialidad es el arroz amarillo con pollo",
dijo sin altanería para dejarse captar por el lente.
¿Ventajas y desventajas de tener esposo y entrenador
en casa? "Son más las primeras. Me ayuda mucho. Tuve dos momentos en que sí pensé
en el retiro, ante los fracasos de Barcelona-92 y el Mundial de París-97. Si no fuera por
él, no hubiera seguido. En contra: que la exigencia llega hasta el hogar".
La recomendación viene de muy cerca, pero Javier, su
esposo, pide la palabra. "Es una gran mujer, tiene un don de gente, que a mi juicio
la ha llevado a ser campeona olímpica y mundial. Muchas personas, entre ellas judocas,
cuando la ven competir y luego fuera del tatami, no se explican cómo puede alcanzar ese
nivel de transformación en el combate", sentenció y agregó que su defecto ha sido
el control del peso, que le ha demandado grandes sacrificios.
Rivales difíciles dice no existen, según Legna todas
lo son. Añadió que con todas se lleva muy bien. Se le recordó a la argentina Carolina
Mariani, la que más la ha vencido y respondió que, "no fue la más peligrosa, pero
cometí algunos errores con ella".
¿Tenían o tienen buena amistad? "Normal, sin
guarita", contestó en buen cubano.
¿El futuro del judo sin Legna y sin sus compañeras?
"Ya hoy el relevo está listo, tanto que a veces hay que ponerse dura con ellas.
Serán mejores que nosotras", enfatizó.
¿A quién le debe más? "A mi país, a mis
padres. Por cierto, todos me conocen como Legna Verdecia, te pido un crédito para mi
mamá, Migdalia Rodríguez, sin que el viejo Juan Francisco se me ponga bravo, a mi esposo
y a mi profesor, Ronaldo Veitía, quien me recibió con 14 años, a los 16 me hizo
campeona panamericana y a los 18 titular mundial".
"Si volviera a nacer fuera deportista, cubana por
supuesto, es un orgullo que supera cualquier sacrificio", lo dice una mujer que todos
los días se levanta a las seis de la mañana y con ella se despierta la victoria.