Nacen, pero...

ARSENIO RODRIGUEZ

A LAS calamidades que desde hace tiempo afectan a la niñez mundial se agrega la de una gran mayoría que al nacer no son registrados oficialmente como ciudadanos, y tiempo después pasan a engrosar las filas de los mendigos, delincuentes o prostituidos.

Las cifras dadas a conocer recientemente por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) además de reveladoras, son dramáticas.

Unos 40 millones de infantes que nacen cada año se quedan sin registrar, lo que supone una tercera parte de los recién nacidos en el planeta que, por tanto, vienen a este mundo sin gran parte de sus derechos, precisa un documento de esa institución internacional.

Naturalmente, esto sucede en el Tercer Mundo. En lo fundamental, con el agravante de que en muchas de estas naciones, al no contar con el documento de identidad, esos niños no tienen derecho a la educación, mucho menos a la asistencia sanitaria en general y ni siquiera a la vacunación.

Por solo citar un caso, en Bolivia hay en esa situación unos 600 000 niños. Más de la mitad son indígenas, lo que constituye el 54 por ciento de la población infantil.

Si nacer ya constituye un reto en esta parte del mundo, sobrevivir en los primeros cinco años de vida es un desafío. Aquellos que logran, aunque sea famélicos y enfermos, tener la posibilidad de vivir, no cuentan siquiera con los derechos más elementales.

La UNICEF argumenta que los conflictos armados y políticos, falta de recursos y estructuras burocráticas, se hallan entre las causas para que en esos países el derecho a la nacionalidad sea nulo para una gran mayoría de los que nacen.

Sin embargo, la principal causa son las desigualdades de este mundo donde esos 40 millones de niños llegan sin carné de identidad.

Parafraseando a un filósofo de la antigüedad, existen, pero no ocupan un lugar en el espacio, el que por derecho les pertenece.

 
 
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