| NACIONALES | 
En la escuela cubana
Educación sexual:
Mucho más que
un anticonceptivo
Vladia Rubio
"Atiende eso, anda, edúcate sexualmente", le escuché decir a un adolescente dirigiéndose medio en broma a un amigo, mientras en la pantalla del televisor aparecía uno de los conocidos anuncios que promueven el uso de anticonceptivos.
Lo acompañé en la sonrisa, pero de las reflexiones que se derivaron en aquel momento, nació este comentario.
Ocurre que no son pocos los que circunscriben la educación sexual (ES) al tema de los anticonceptivos, en función de la salud sexual y reproductiva. Sin embargo, es muchísimo más vasto el campo de esta educación, y su importancia decisiva, sobre todo cuando hablamos de jóvenes y adolescentes. De ahí que limitaré el análisis a la ES que va dirigida a estos sectores y dentro del sistema nacional de enseñanza, porque es ahí donde más tiempo permanecen y, por tanto, donde mayores influencias pueden recibir.
Así, en correspondencia con el Programa Nacional de Educación Sexual, iniciado en la década de los 70, el sistema de enseñanza se encuentra inmerso actualmente en un plan que parte del criterio de que para educar integralmente a la persona, es imprescindible también hacerlo en la esfera de la sexualidad, comprendiendo en esta mucho más que la propia relación sexual, es decir, al individuo, la pareja, la familia y la sociedad toda, así como las relaciones interpersonales, los sentimientos.
Si bien es cierto que lo que más urge es evitar los embarazos en la adolescencia, por lo que ello trae implícito de deserción escolar y otras frustraciones, así como prevenir el SIDA y otras enfermedades de trasmisión sexual, circunscribir la formación en este sentido al empleo de un preservativo -como parece estar ocurriendo en algunos ámbitos de nuestra realidad- significa ignorar en este empeño educativo lo más preciado: la formación de valores.
Y sucede que justamente son los valores, los sentimientos y razonamientos los elementos que determinan la diferencia entre las relaciones de los seres humanos y las de los animales irracionales. En consecuencia, a partir de serias investigaciones, el MINED trabaja por fortalecer la integración de los contenidos de la educación sexual a las asignaturas de los planes de estudio, a las actividades extracurriculares y a la educación familiar, desde prescolar hasta la formación del personal docente.
Los educandos como protagonistas, y novedosas técnicas participativas, que, entre múltiples fines, buscan que el escolar se conozca y valore a sí mismo para estar en condiciones de llevar una vida de mejor calidad, marcan esta labor donde, por ejemplo, dentro de las Ciencias Naturales los alumnos pueden ampliar las nociones sobre su cuerpo asumiéndolo también como fuente de comunicación, sensaciones y afectos; dentro de la Educación Cívica aprenden de la cortesía, cooperación y tolerancia en las relaciones interpersonales, así como variadas aristas relacionadas con el concepto familia.
Asignaturas como Historia, Geografía y otras, han sido asimismo concebidas como vehículos formadores en el orden de la sexualidad; en el que el quehacer de la escuela con la familia y la comunidad ocupan espacios igualmente relevantes.
Se trata de un diseño serio, contemporáneo y muy necesario, insisto, cuyos resultados, obviamente, no habrán de verse a corto plazo porque buscan formar actitudes, conductas, y todo ello inmerso en el gran sistema de influencias -a veces contradictorias- que es la sociedad en su conjunto.
Es otro esfuerzo más que le toca al magisterio cubano, pero bienvenido sea, sobre todo por lo que hoy urge, y que cuente con el apoyo de todos, porque abordar la relación sexual desde su acepción más humana, encarar el amor, la equidad y el respeto en la pareja, es hacer diana si de formar hombres plenos y felices se trata.