NACIONALES

50 años

El Bogotazo, memoria
sin olvido


LUIS SUARDIAZ

Medio siglo se cumple ahora de un hecho que conmovió no solo a Colombia sino a todo el continente: El Bogotazo. La hermana nación vivía un clima de creciente violencia y clamaba por un cambio de hondo calado. En 1946 las divisiones del Partido Liberal habían propiciado el triunfo de Mariano Ospina, cuya gestión presidencial fortalecía el poder de la oligarquía y hacía cada vez más dramática la situación de los desposeídos. En tales circunstancias surgió un líder liberal en rigor carismático, el abogado Jorge Eliecer Gaytán.

Las calles de Bogotá fueron escenario de los violentos sucesos que conmovieron a Colombia a partir del 9 de abril.

El Jefe, como le llamaban sus allegados, pronto desarrolló una sorprendente campaña, se vinculó a los sectores progresistas y cada uno de su enjundiosos y electrizantes discursos eran acogidos con fervor. Sin duda resultaría un triunfador absoluto en las elecciones presidenciales convocadas para febrero de 1949.

En ese clima, a insistencia del gobierno norteamericano, se convocó a la IX Conferencia Panamericana -que con altas y bajas sesionó en Bogotá del 30 de marzo al 2 de mayo de 1948- inaugurada por el secretario de Estado yanki, el general George Marshall, con el propósito de crear la Organización de Estados Americanos, en una coyuntura marcada por la Guerra Fría, desatada por el gobierno de Truman para socavar las bases de la URSS y de los países socialistas que surgían al término de la II Guerra Mundial, y más aún: para cerrarle el paso a todo proceso político progresista en el planeta, con énfasis en la América Latina que los imperialistas veían no como un conjunto de naciones independientes sino como su traspatio.

En Colombia las crecientes divergencias entre el gobierno y la oposición habían determinado que Gaytán dejara sin efecto el Pacto entre liberales y conservadores; por su parte Ospina rompía una larga tradición al no incluir al líder liberal en la delegación oficial a la Conferencia, con el frágil argumento de que no era experto en política internacional.

En Cuba, el dirigente de la Escuela de Derecho de la Universidad de La Habana, Fidel Castro Ruz, con solo veintiún años de edad, seguía con atención los trajines de la Conferencia y desentrañó los propósitos del imperialismo, de modo que tuvo la iniciativa de organizar un congreso estudiantil latinoamericano en el mismo escenario y en las mismas fechas, con objetivos muy concretos: La democracia en Santo Domingo; la lucha contra Trujillo y contra todas las tiranías en América Latina; la independencia de Puerto Rico; la devolución del canal de Panamá y la desaparición de las colonias que todavía existían en nuestra América.

En el caso de Cuba un punto clave era la liquidación de la base naval de Guantánamo; los estudiantes argentinos, que auspiciaron con calor la idea del Congreso, reclamaban la soberanía de las Malvinas.

A fin de aunar criterios, Fidel viaja a Venezuela y Panamá y dialoga con compañeros universitarios que le brindan todo su respaldo.

Llega a Bogotá y se reúne el siete de abril con Gaytán, quien acepta hacer el discurso de clausura del Congreso estudiantil, no sin antes reunirse de nuevo con Fidel en la tarde del nueve de abril. Pero no le será posible: poco después de la una de la tarde de ese día será asesinado por un joven que, según se supo más tarde, había sido uno de sus fervientes partidarios y que es destrozado, sin prestar declaración alguna, por una enardecida muchedumbre que se lanza a las calles, sin orden ni concierto.

De este modo comenzó la explosión popular conocida como El Bogotazo que ha dado origen a miles de artículos y ensayos y numerosos libros cuya esencia está recogida en el más significativo título sobre el tema: El Bogotazo: memorias del olvido, del escritor y periodista colombiano Arturo Alape, publicado por la Casa de las Américas en 1984, y entre cuyos valiosos testimonios sobresale la entrevista con Fidel, realizada por Alape treinta y tres años después de los acontecimientos.

Nunca ha quedado claro quiénes y por qué fraguaron el asesinato de Gaytán; como reflexionó Fidel en su entrevista, pudo ser una decisión de los oligarcas que le temían, del imperialismo que no se equivocaba al ver en él a un líder de ideas radicales, o bien de un fanático alentado por los mismos oligarcas o las agencias de subversión yankis. Pero apenas se conoce del hecho, el general Marshall declara que el asesino es "un desconocido que milita en las filas del comunismo." ¿Cómo si el victimario era un desconocido podía afirmarse que era comunista?

Por otra parte, ni esa era la forma de actuar de los comunistas, ni existían graves discrepancias entre las fuerzas de izquierda colombianas y el mesiánico Gaytán; todo lo contrario, aunque no coincidieran con la totalidad de su plataforma política, Gaytán contaba no únicamente con el apoyo de las clases humildes, sino también de los líderes más radicales, y en su Programa había dejado clara su solidaridad con todas las fuerzas políticas de izquierda que en el continente americano luchan por hacer efectiva la democracia, liberándola del dominio de los grupos plutocráticos que en lo externo actúan como fuerza imperialista y en lo interno como oligarquías que concentran en su excluyente interés los poderes económicos como medio de influencia política y la influencia política como medio de ventajas económicas.

Las masas no se equivocaron al dirigir sus coléricos ataques a los periódicos y las instituciones de la oligarquía. Pronto la ciudad era incendiada y se producían saqueos, manifestaciones, actos de protesta. Fidel se unió al pueblo y se dispuso a combatir, pero el movimiento espontáneo perdía fuerzas a cada hora. Muerto Gaytán su partido carecía de líderes, la confusión, la inexperiencia, el oportunismo hacían estragos, la reacción ganaba terreno y al final el heroico comportamiento de combatientes anónimos, en especial de los francotiradores que resistieron hasta las últimas consecuencias quedó como un símbolo de la agonía del pueblo.

Aun así la reacción gobernante quiso culpar a Fidel y sus compañeros cubanos de ser los instigadores de El Bogotazo. Otra calumnia, porque como expresara el propio Fidel en la ya citada entrevista: Lo del nueve de abril no lo organizó nadie (...) fue una explosión espontánea completa (...) Esa es la clave, careció absolutamente de organización.

Y en cuanto la influencia que dejó en él aquel dramático nueve de abril, precisa que fue en la estrategia revolucionaria de Cuba, la idea de educar al pueblo durante nuestra lucha para que no se produjeran anarquía, saqueos, vindictas populares al triunfo de la Revolución.

El Bogotazo se frustró no por culpa de las masas sino por la falta de líderes que convocaran a la unidad de acción con objetivos concretos y métodos verdaderamente revolucionarios. Pero no fue inútil, ni debe ser olvidado, porque forma parte de la levadura de las grandes batallas que todavía tienen que liberar nuestros pueblos para conseguir su verdadera independencia.


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