Silvia Martínez
Las propias limitaciones alimentarias del hogar y en centros de trabajo
obligan a hacer uso, a veces con más frecuencia que de costumbre, de los servicios
gastronómicos. Situación que se hace más crítica para las familias de bajos ingresos y
hacia las cuales el Estado dirige programas especiales.
El Sistema de Atención a la Familia, considerado el eslabón principal de
la estrategia de la gastronomía, dispone de l54 restaurantes, 789 mercaditos y más de ll
300 bodegas y supermercados que hacen gastronomía con estos fines. De enero a la fecha
los retaurantes crecieron en 54, los mercaditos en 2l9 y los otros incrementaron sus
ofertas, avance encaminado a sellar este programa antes de que termine el año.
Además, el sistema, que deberá crecer en lo sucesivo, cuenta con 354
unidades de asistencia social que aseguran servicios gastronómicos a más de 43 000
personas, entre ellos unos l6 000 jubilados, 8 000 embarazadas, l4 000 ancianos, 2 000
discapacitados y otras personas sin amparo filial.
El precio promedio de las ofertas fluctúa entre 50 y 60 centavos y en el
último trimestre se brindaron cinco raciones diarias por persona partiendo de la
totalidad de la población.
Básicamente este sistema se protege por la asignación directa, lo que se
da en llamar balance, por la ganancia que se obtiene en otros servicios especiales y por
las producciones de cada territorio. Al respecto, María Juana Hernández, directora
nacional de gastronomía, comentó a Granma que no son pocas las dificultades en el
abastecimiento por la vía del balance, y que el sostén fundamental de este programa
está en la eficacia con que avancen otros sistemas. La mayoría de los artículos y
productos con que operan las cadenas especiales, dígase Don Pepe, Doña Yulla y otros son
adquiridos en divisa y todo lo que se le saque de más a cada dólar, se dedica a
financiar el programa de Atención a la Familia, e incluso también el de la
refrigeración doméstica, prácticamente subsidiado. Ello explica la existencia de
productos caros en establecimientos especiales.
Sus fuentes de abastecimientos, que nunca podrán ser las UBA, pues
encarecería más la oferta, son las que aseguran precios aceptables, incluso variedad y
calidad. Pinar del Río y La Habana son dos buenos ejemplos de prosperidad en este
propósito.
Las prioridades en la gastronomía familiar para este año están en
Ciudad de La Habana y Santiago de Cuba y el proyecto concibe dos millones de raciones más
para la primera y medio millón más para la segunda.
Este sistema no sólo busca crecer y llegar a todo el que lo necesite,
sino que entre sus objetivos esenciales está reducir hasta en un 20 por ciento los
precios pues su esencia es proteger a las personas de menores ingresos.