| NACIONALES |
En la CCS Ramón Balboa
De lo mío a lo nuestro
Un colectivo campesino espirituano que, con nuevas concepciones, logra aumentar las ventas al Estado y mejorar el entorno rural
Raisa Pagés
Los seis tractores YUMZ y el T-28 tienen ahora el brillo de la utilidad. En el parqueo descansan como nuevos. Pero hace un tiempo eran casi chatarra, descontinuados.
-Consiguiendo piezas por aquí, innovando por allá y buscando en inventarios ociosos los pusimos de alta- cuenta ahora Arístides Ramos Santos, el presidente de la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Ramón Balboa, de Cabaiguán.
Reina Taño, cooperativista de la Ramón Balboa, es de las campesinas que contribuirán a aumentar las entregas de carne de cerdo, mediante los convenios realizados con la empresa porcina provincial.
Hace cuatro años que ese colectivo campesino comenzó las bases de su fortalecimiento, preparándose para asumir, con su propio parque de equipos, la roturación de la tierra y otras muchas labores necesarias.
Con los fondos provenientes del tres por ciento de descuento de la producción bruta vendida por la CCS, aprobado en el reglamento de esa entidad, los 183 socios concordaron en comprar los tractores desactivados.
LLenos de grasa hasta bien entrada la noche, los mecánicos Reidel Martín y Juan Miguel Acosta, hijos de campesinos, trabajaron afanosamente en un taller, montado al aire libre, en el asentamiento rural de la finca La Fragua. Lograron así lo que pocos imaginaron, cuando vieron llegar los esqueletos oxidados: reactivar esos equipos.
Así las cosas, hoy la CCS por el empeño e iniciativa de esos dos mecánicos y de los socios que cooperaron, dispone, además, de un buldócer,camión,rastra, molinos de arroz y de maíz, cuatro carretas, similar cantidad de arados, dos implementos surcadores, un torno, fresadora, molino de martillo, equipo para soldar y un banco reparador de bombas de inyección para impulsar.
Todo eso redundó en más producción. En marzo de 1994 cuando fue declarada oficialmente CCS fortalecida, la Ramón Balboa vendió al Estado unos 2 300 quintales de tabaco. En la campaña 95-96 aumentaron a 2 800. Y en la cosecha 96-97 se pesaron 3 900.
Arístides Ramos, el presidente: "Los campesinos se sienten mejor atendidos, porque ven cómo se resuelven sus problemas mediante la gestión colectiva".
Eso se consiguió con la confianza que imprimió la junta directiva al campesinado. Los problemas serían resueltos colectivamente, sin que ningún dueño de tierra perdiera la propiedad individual de sus fincas.
Los productores de tabaco decidieron incrementar las siembras. Fueron instaladas dos turbinas de riego, vendidas por la empresa tabacalera. En esta cosecha recién concluida, llegaron a 4 800 quintales de tabaco, cantidad que hubiera sido superior, sino fuera por los daños que el moho azul trajo a los sembrados de la variedad Pelo de Oro. Para atenuar los embates de esa enfermedad aumentarán, en la campaña venidera, la variedad Habana-92, más resistente.
El perfeccionamiento de esa CCS contribuyó, además, a que las ventas al Estado de viandas, granos y hortalizas más que se triplicara en los últimos cuatro años. En las tierras cañeras -que tributan al central Remberto Abad- aumentaron ligeramente los rendimientos.
No tenían contratos de leche porque no son ganaderos, pero acordaron entregar al Estado unos 28 000 litros de las vacas de su autoabastecimiento. De 2 200 libras de carne de cerdo que suministraron en 1994, ahora mediante los convenios con la empresa porcina, subirán a 80 000 libras.
Con el buldócer construyeron, además, 30 tranques para el riego de manera de aumentar la irrigación en sus 96 caballerías cultivables.
Sólo con la ganancia proveniente del uso del buldócer, costean los salarios de los 15 empleados de esa CCS: un administrador, económico, dos representantes-vendedores en los mercados agropecuarios, dos acopiadores de productos y los operarios de la maquinaria.
Anteriormente había dos jefes de área del sector cooperativo-campesino, dos visitantes de acopio y un médico veterinario, quienes devengaban 1 211 pesos mensualmente, todos ellos atendiendo el campesinado de la zona. Ese gasto se eliminó con el fortalecimiento de la CCS. Nadie quedó desempleado, sino que pasaron a formar parte de la cooperativa como contratados en nuevas funciones.
La CCS contabiliza las ganancias provenientes del mercado agropecuario y de la venta directa a la placita asignada en Cabaiguán. Los empleados reciben el cinco por ciento de esos ingresos.
Con los fondos colectivos construyeron, además, un círculo social. Apadrinaron dos consultorios del médico de la familia, situados en esa zona campesina y los habilitaron con todo lo necesario, disponiendo para ello de los ingresos en divisas provenientes de la estimulación recibida por el sobrecumplimiento del tabaco.
Arístides también nos habló del licenciado en Química, Reynaldo Rodríguez, que cuando el padre se enfermó, dejó la ciudad, para retornar a la finca. Y del abogado que, tras la muerte de su viejo, cambió el bufete por la tierra.
La Revolución los educó y ellos ahora tienen la libertad de escoger sus vidas. Trabajar la tierra hoy día es tan importante como desempeñarse en cualquier profesión urbana. Los conocimientos adquiridos los ponen en función del colectivo campesino. En la Ramón Balboa se habla no de lo mío y lo tuyo, sino de lo nuestro.