| CULTURALES |
Cien años del Poeta
Inmenso Federico
LUIS SUARDIAZ
A cien años del nacimiento de Federico García Lorca, en un agraciado pueblecito de Granada -Fuente Vaqueros- el 5 de junio de 1898, su quehacer y su biografía misma suelen confundirse entre memorias, desconocimientos y olvidos. Por eso, para preservar su legado, su familia ha logrado mantener en activo en los últimos diez años la Fundación García Lorca, mientras con diversa intención y fortuna profesores, investigadores, editores y críticos examinan y difunden su obra en el ancho mundo.
García Lorca, jubiloso entre niños cubanos, en la primavera de 1930, en La Habana.
Ahora bien, en los últimos años algunos dentro y fuera de España han querido presentar al autor de Mariana Pineda como alguien ajeno a su entorno, desligado de todo propósito social y político y simplemente una víctima de las pasiones de la Guerra Civil. Por eso el pasado mes de enero Isabel, la única sobreviviente de sus hermanos, erguida en sus lúcidos 87 años, declaró a la prensa madrileña que Federico, en aquellos momentos de ebullición y cambio de la década del treinta era, por supuesto, de izquierda, y llegó incluso a decir que era del partido de los pobres.
Aquellos que quieren presentar al inmortal andaluz como un ser ingrávido, intuitivo, entregado al arte por el arte deben enfrentarse a un obstáculo mayúsculo: su obra, su conducta, sus declaraciones a la prensa, sobre todo en los últimos años de su existencia cuando disfrutaba el momento excepcional de la República, proclamada por la voluntad popular.
En 1935, un año antes de su asesinato, le dice al periodista Proel: Amo la gente sencilla; este modo de ser lo aprendí en mi infancia en Fuente Vaqueros. Toda mi infancia es pueblo... sencillez en suma. Enseguida precisa que las audacias literarias que se le atribuyen no son sino personajes y diálogos tomados de la calle, para lo cual hay que saber ver y oír a la gente del pueblo.
A Felipe Morales le dirá poco antes de morir a manos de los fascistas que la poesía es algo que anda por la calle (Todas las cosas tienen su misterio y la poesía es el misterio de todas las cosas), se confiesa como un teatrista apasionado (el teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana) y se pronuncia contra las piezas que se hacen solo para críticos y especialistas y contra esos personajes vacíos que nada más llegan al piso principal sin satisfacer a la parte de las butacas y los pisos del paraíso y añade: Escribir para el piso principal es lo más triste del mundo, y el público, el pueblo, no comprende cómo se habla de cosas despreciadas por él.
Para Federico no había una sola forma de poesía ni una sola estructura teatral, cada obra demandaba su forma específica; reflexionaba además que en la comedia se expresaba un fondo religioso y económico-social y aseveraba: El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos (...) Mientras haya desequilibrio económico el pueblo no piensa. El día que el hambre desaparezca se va a producir en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán imaginar los hombres la alegría que estallará el día de la Gran Revolución.
Y, a nuestro parecer, debió exhibir una de sus famosas sonrisas pícaras cuando termina diciéndole al periodista: ¿Verdad que te estoy hablando en socialista puro?
En otras ocasiones hemos comentado en Granma el vigor y la gracia única de su obra literaria y de cómo aquí se sentía, entre poetas, artistas, niños humildes, rotundos paisajes, en su elemento, pero en la efeméride que hoy nos convoca, preferimos / que sus propios pensamientos / preservados en el papel ratifiquen lo dicho por Isabel, que no sólo defiende el ideario estético y social de su entrañable hermano, sino que declara, en homenaje a su memoria: No me ha pasado como a esa gente que de jóvenes tenían ideas muy avanzadas y luego de viejos se vuelven para atrás, gracias a Dios, no me ha pasado.