A 165 años de su nacimiento

Finlay epidemiólogo

ALBERTO NUÑEZ BETANCOURT

mi5-2.jpg (7279 bytes)De Carlos J. Finlay bastante se conoce sobre su gran descubrimiento: el agente trasmisor de la fiebre amarilla, pero quizás no sea suficiente aún lo difundido acerca de su labor sanitaria, quehacer en torno al cual nucleó a notables epidemiólogos y otros especialistas para crear una escuela moderna basada en conceptos que rebasaron los limites de la práctica médica y llegaron a adquirir un carácter social.

Los grandes servicios brindados por el sabio cubano lo llevaron a que recién nacidos el siglo y la República, lo nombraran el primer jefe del departamento de Sanidad de la Isla, responsabilidad que aceptó con toda humildad, luego de mucha insistencia por parte del doctor Diego Tamayo, secretario de Gobernación.

Bajo la dirección de Finlay se lograron importantes conquistas como la confección del primer Código Sanitario Cubano, documento que reglamentaba todos los elementos relacionados con las enfermedades, su curación y modos de prevenirlas.

Las exigentes orientaciones higiénico-sanitarias del eminente científico crearon las condiciones para una mejor organización de los servicios de salud. Este hecho se tradujo en la reducción de la mortalidad de diversas patologías hasta los niveles que fue posible en la época.

Finlay dispuso de manera obligatoria la vacunación preventiva contra la viruela, y la extendió a toda la República. También se esforzó por la prevención de afecciones como el cólera, la tuberculosis, la lepra y la malaria.

Particular atención dedicó a la solución del tétanos infantil, al sugerir la preparación de una cura aséptica que sustituyera al pabilo utilizado en la ligadura del cordón umbilical, para entonces eliminar el nido rico en bacilos de tétanos.

Como hombre comprometido con su nación, trabajó por el mejoramiento de las condiciones higiénicas y sanitarias de Cuba, luchó por prohibir los baños de mar en el litoral habanero por estar contaminadas sus aguas, así como el arrojo de desperdicios en la vía pública. También se dedicó a la vigilancia de la pureza de la leche y a los controles epizóticos para prevenir enfermedades que trasmiten los animales domésticos.

Fue epidemiólogo por excelencia, a cada enfermedad le buscó sus causas, consecuencias y la posibilidad de solución.

Entre sus muchas enseñanzas, Finlay insistió en la utilidad de los ejercicios corporales para el desarrollo físico, en particular de la juventud. Personalmente ejercitó la natación y defendió la práctica del béisbol en Cuba frente a la intención de algunos detractores por frenar el deporte nacional.

La UNESCO reconoce a Finlay entre los seis más grandes microbiólogos de todos los tiempos, y desde 1980 instituyó un premio que lleva su nombre dedicado a estimular a científicos con importantes aportes para la humanidad.

Desde hace muchos años, cada 3 de diciembre -fecha de su natalicio- se celebra en nuestra América el Día de la Medicina, como homenaje perenne a este erudito de las Ciencias Médicas.

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