Un delfín a flor de agua

Breve historia de 4 jóvenes comunistas isabelinos que no tenían vinculación laboral y hoy saludan su VII Congreso con una embarcación devuelta al mar

José Antonio Fulgueiras

ISABELA DE SAGUA.-El barco semeja ahora un delfín de cemento a flor de agua, le brillan las escamas pintadas con esmero juvenil y el nombre se le incrusta a un costado de la proa por la banda de estribor: Ferro 34 VII Congreso.

Este mismo delfín un tiempo atrás, ahogado por los años y el salitre, fue a parar al fondo de las aguas de la playa La Panchita para servirle de vivienda improvisada a una prole de jaibas, cangrejos marinos y peces orilleros.

Por pura suerte, la nariz le quedó en la superficie y aunque ya sin aire en los pulmones se dejó ver por los 4 jóvenes de mi historia, militantes de la UJC y sin vinculación laboral.

"Ese será nuestro puesto de trabajo", dijo uno y los tres restantes asintieron con esa prontitud de la acción y el pensamiento que distinguen a los adolescentes.

Sacarlo a flote no fue tarea fácil. Hijos de pescadores conocían a la perfección que un barco hundido puede recuperar su línea viva siempre que se le curen las costillas y el corazón.

Hasta Isabela de Sagua lo trajeron a remolque ya con los primeros auxilios en el carapacho. Aquí comenzaron las entusiastas faenas con la finalidad de devolverlo a la vida y a la mar.

"Alicatear" un tubo de acero inoxidable por aquí, arena sílice y cemento por allá, u otra recortería de cualquier tipo, fue una gestión que se acometió sin vacilación con apoyo solidario de la UJC municipal, la dirección del establecimiento pesquero y de todo aquel que se sensibilizó con los cuatro bisoños dispuestos a recuperar el barco y sacarle al mar su fuente alimentaria.

Al motor, un Yanmar de 4 cilindros, se le realizó una reparación capital materializada en horas de grasas, mentes ágiles, piezas recuperadas y sudor recompensado. Ya está a punto de rugir desde la popa de un ferrocemento de 12,25 metros de eslora y 3,85 de manga.

Los nuevos pescadores se llaman Luis Díaz (patrón graduado de la escuela nacional González Lines), Omar Alamo (motorista), Jorge Alvarez (cocinero), y Manuel Sánchez (marinero), nacieron junto al mar isabelino y como muchos de su generación no aceptan otra filosofía laboral que no provenga de las nasas, los avíos y las olas.

En estos días en que diciembre le abrirá sus puertas al VII Congreso de la UJC en Ciudad de La Habana, ellos desde aquí partirán al mar abierto a estrenar su delfín de cemento. Luego retornarán a tierra en la tarde coincidente con la clausura del cónclave juvenil, con el vivero repleto de peces y esperanzas.

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