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Para grabar el tiempo es que pinta Rancaño.

Dos-amparados escarban la imaginación

Toni Piñera

Para el pintor y dibujante Ernesto Rancaño (La Habana, 1968), el lienzo no es un lienzo, sino un campo inmenso donde hay que vivir, recordar, soñar y experimentar. Con pincel afilado deambula de norte a sur, y de este a oeste por las estancias en blanco, donde apresa trazos de la realidad y manchas de la imaginación. Luego, transformados en pinturas echan a volar la nostalgia del espectador.

Parte de esa cartografía de la imaginación del artista puede hallarla ahora en la muestra Dos-amparados, que actualmente exhibe en el claustro sur del Convento San Francisco de Asís (Oficios, La Habana Vieja), conjuntamente con una joven escultora invitada: Sandra Pérez, quien expone su obra por primera vez.

En las obras de Rancaño -uno de los más interesantes artistas en el quehacer plástico contemporáneo cubano- sorprende el lenguaje compacto, sólido por la técnica y el contenido. El es un pintor actual que crea en el siglo XX, sin embargo, cuando se observa detenidamente su trabajo y se escarba en lo interior, emerge esa referencia a lo académico, de siglos atrás, porque utiliza la técnica de los grandes maestros con una modernidad absoluta, que se hace presente en la búsqueda de los claroscuros.

Sobre formatos irregulares -utiliza hasta lo más mínimo para pintar- revela una voluntad muy creativa. Pinta y dibuja imágenes concentradas, de alto voltaje, y ataca la figura desde ángulos forzados con mucha imaginación. Entre la figuración y la abstracción se mueve su personal manera, llena de posibilidades en un proceso dinámico que busca, y encuentra "visiones pictóricas".

LA INFANCIA QUE REVERDECE

Objetos y figuras cargadas de elocuencias nos narran historias singulares en los trabajos de este creador, graduado de la Academia de San Alejandro en 1991. Ellos llegan a las costas de Rancaño desde la literatura, y especialmente del mágico terreno de la infancia. Ese es el sitio elegido por el creador para enmarcar la escenografía vital de sus piezas. Candidez y ternura son elementos básicos a la hora de elaborar sus imágenes.

Para muchos, el quid de sus piezas está en la técnica, el equilibrio de la composición, en los tonos, la terminación... De seguro, está en todo eso, pero también en su entrega al arte.

Por su parte, Sandra Pérez ha entrado por la puerta ancha al arte. Sus hermosos y precisos dibujos, dialogan con el antiguo Convento, en esas columnas-mujeres que miran atrás en el tiempo, y donde anidan también ángeles que gravitan en el grafito y las líneas de sus creaciones.

Segura, imaginativa, esta escultora, dibujante y hasta "arquitecta" de formas tiene un ancho porvenir, que sorprende tanto con el dibujo como con ese mundo interno que aflora en su obra.

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