 Información del Ministerio del Interior
(continuación)
Santos Armando Martínez Rueda y Jorge Enrique Ramírez Oro,
terroristas de origen cubano residentes en EE.UU. y autores de aquel hecho en 1995, por el
que ahora cumplen sanciones en prisión, fueron reclutados por el citado directivo de la
Fundación para que primero se infiltraran en Cuba por la vía marítima, con apoyo de
embarcaciones y medios aéreos de la FNCA y escondieran 51 libras de explosivo C-4, y
posteriormente viajaran con pasaportes y nombres falsos como supuestos turistas de Costa
Rica para colocar una carga explosiva en un importante hotel de Varadero. Estos individuos
fueron capturados antes de que explotara el artefacto y se ocupó la tanqueta plástica
con el explosivo que habían infiltrado por la costa norte en la provincia de Las Tunas.
 
Tarjeta del turista utilizada por el terrorista
Francisco Chávez Abarca en su viaje a Cuba en abril de 1997, fecha en que colocó dos
artefactos explosivos.
A lo largo de todo el proceso investigativo se ha logrado comprobar
la coincidencia en el modus operandi de los detenidos; la similitud del explosivo y los
demás medios utilizados, y el reclutamiento de cuatro de los cinco implicados por el
propio Chávez Abarca, eslabón clave que actúa en Centroamérica bajo las órdenes de
Luis Posada Carriles.
Todos estos individuos son mercenarios que cobrarían entre mil y 4
mil 500 dólares por cada bomba que hicieran explotar en Cuba. Han reiterado en sus
declaraciones que la motivación principal para involucrarse en estas acciones ha sido el
interés monetario y las promesas de beneficios de sus reclutadores, quienes a la vez los
entrenan, les facilitan los medios, los pasaportes o corren con los trámites migratorios
sin ninguna dificultad y hasta los despiden y reciben en el aeropuerto cuando vienen a
ejecutar sus planes macabros.
 
La mayoría de estos medios fueron enviados desde territorio estadounidense por
organizaciones terroristas asentadas en el sur de la Florida.
Desde su aparición en 1981, la FNCA ha aportado recursos
financieros y otros medios que permiten que diferentes agrupaciones terroristas ejecuten
actividades dirigidas a estimular la subversión interna en Cuba y desestabilizar el país
por medio de la violencia.
Desde 1994 la cúpula de la Fundación comenzó a reclutar a
personas identificadas con sus posiciones para enviarlas a países de Centroamérica, con
el fin de incrementar allí la presencia de personas hostiles a Cuba y que constituyeran
una base de apoyo para sus acciones violentas.
Por lo anterior no resulta extraño que a partir de 1995 se desatara
una verdadera escalada terrorista contra nuestro país en el contexto de la estrategia de
la FNCA de golpear a objetivos turísticos y económicos. Pasaron de la intimidación
desde el mar (cinco infiltraciones neutralizadas y cinco ataques piratas entre 1990 y
1994), a la colocación de cargas explosivas por terroristas internacionales en hoteles y
otras instalaciones de interés económico.
 
En el decursar de tales acontecimientos tampoco es raro el estrecho
contubernio entre Posada Carriles y Monzón Plasencia en la organización, planificación
y financiamiento de estas acciones en Centroamérica, área en que los cubanoamericanos
asalariados de la Agencia Central de Inteligencia gozan de grandes facilidades de
movimiento y cuentan con ricos e influyentes amigos.
Asimismo resultó significativo, que el 11 de agosto de 1997, en
medio del momento más álgido de la escalada de violencia contra las instalaciones
turísticas cubanas, cuando ya habían explotado varios artefactos y sólo unos días
antes de la colocación de otros cuatro por Cruz León, la FNCA publicara en la prensa de
Miami una declaración de apoyo a aquellos acontecimientos, firmada por 28 de sus
directivos.
El denominado "Mensaje de la Junta de Directores de la
FNCA", entre otras cosas expresó:
"El pueblo cubano, como todo pueblo que lucha por su libertad,
tiene derecho a escoger los instrumentos que se encuentren a su alcance para
obtenerla." Más adelante afirmaba que respaldaba sin ambages tales actos y que
"tenemos la obligación ineludible de acudir en su ayuda sin reparos ni
limitaciones".
La captura de Rodríguez Llerena, de los tres guatemaltecos y otros
casos que aún se investigan demuestran el cinismo y la cobardía de los cabecillas de esa
organización, cuyos planes terroristas contra Cuba, mediante la utilización de
mercenarios centroamericanos, se mantuvieron y parecían no tener límites a pesar de las
denuncias de nuestro gobierno a raíz de la detención del salvadoreño Raúl Ernesto Cruz
León en septiembre del pasado año. La acción eficaz de nuestros mecanismos defensivos y
la lucha activa de nuestro país, con la participación y el apoyo de todo el pueblo, han
hecho cada vez más difícil la ejecución de tan repugnantes y criminales proyectos.
Igualmente, continuaron proliferando los planes de la FNCA para
atentar contra la vida del Comandante en Jefe Fidel Castro durante sus salidas al
exterior, y una de las pruebas públicas más reveladoras fue la captura en Puerto Rico en
octubre de 1997 de una embarcación propiedad de José Antonio Llama, miembro de la Junta
de Directores de la Fundación, que se dirigía hacia Isla Margarita, Venezuela, para
intentar asesinar al Presidente cubano, durante la VII Cumbre Iberoamericana.
La prensa internacional se hizo eco de la noticia y se afirmaba que
en un compartimiento secreto del yate La Esperanza había un arsenal de armas, siete cajas
de municiones, uniformes militares, seis radios portátiles, un teléfono vía satélite,
equipos de visión nocturna y miras telescópicas. Uno de los dos fusiles de asalto Barret
de alto calibre ocupados a bordo del yate (con un valor de siete mil dólares cada uno y
que puede batir a un objetivo a más de una milla de distancia), está registrado a nombre
de Francisco "Pepe" Hernández, Presidente de la FNCA.
Los órganos de la Seguridad del Estado continúan recibiendo
informaciones sobre el incremento sostenido de los planes y acciones ilegales de
ciudadanos de origen cubano y organizaciones radicadas en los Estados Unidos, dirigidos a
la promoción y ejecución de acciones de carácter terrorista contra instalaciones y
personas en el territorio nacional o contra ciudadanos cubanos o intereses de nuestro
país en el exterior, amparados en la impunidad con que históricamente han actuado desde
territorio norteamericano.
Nuestro país se vio precisado a mantener en la más absoluta
discreción hasta ahora todo lo relacionado con la mayoría de estos casos, a partir de la
complejidad de la investigación y las innumerables conexiones, personas, lugares y hechos
que han sido necesarios estudiar. Los órganos especializados del Ministerio del Interior
cuentan con un amplio volumen de información, testimonios, resultados periciales y
criminalísticos, documentos, armamento, explosivos y otros medios, que constituyen
evidencias de la participación de directivos y miembros de la FNCA y otras organizaciones
contrarrevolucionarias que apoyan o se subordinan a los planes y acciones de la
Fundación.
Nuestros órganos han compartido estas informaciones con servicios
especializados de otros países.
En el proceso investigativo y de instrucción desarrollado por la
Seguridad del Estado, en estrecha coordinación con la Fiscalía General de la República,
se han acumulado suficientes elementos probatorios de los delitos cometidos por los cinco
terroristas detenidos, por lo que serán puestos de inmediato a disposición de los
tribunales competentes, para que respondan por su actividad delictiva y criminal, en
correspondencia con las leyes vigentes.
Además se continúa una labor permanente de vigilancia y
seguimiento ante los planes criminales de la Fundación Nacional Cubanoamericana desde
Estados Unidos y de sus agentes mercenarios en otros países del área, con la certeza de
que la Revolución será implacable con los enemigos del pueblo y de su tranquilidad y
seguridad ciudadanas. |