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La situación de la niñez en el mundo
Los trabajadores de la miseria
GINEBRA, 28 de mayo (AFP).-Los niños de la minas de Bolivia, de las plantaciones de Brasil, o de las calles de Senegal tienen algo en común: es la miseria de sus familias que los arrancó de la escuela y los empujó a trabajar, miseria que en cualquier parte del mundo se hace tanto más grave cuanto no existen políticas estatales.
La única estimación existente, la de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), da cuenta de 250 millones de niños entre 5 y 14 años que trabajan (un menor de cada cuatro).
Para Michel Bonnet, experto de este sector, el trabajo infantil "está profundamente enraizado en la economía mundial".
Primero que todo por sus causas:
"La causa número uno es la presión económica ejercida sobre las familias" pobres, situación hoy acentuada por los programas de ajuste estructural (impuestos por el FMI a los países en desarrollo superendeudados) y la políticas de rigor a que se obliga a los países ricos.
Debido a la falta de políticas sociales públicas, las familias pobres no tienen ningún medio de escolaridad para sus hijos (es el caso de 141 millones de niños en el mundo): la única solución es entonces que participen para hacer sobrevivir sus familias.
Es de los niños pobres que sacan provecho los usureros, a través de la servidumbre por deuda en India, Nepal, Paquistán; las redes de prostitución forzada en Filipinas, Tailandia, Brasil, o los adultos que hacen de la mendicidad una actividad comercial con niños indios, filipinos, albaneses, rumanos.
En el Tercer Mundo, la mayoría de los niños que trabajan participan en tareas agrícolas y domésticas (plantación de arroz, pastoreo) de la familia. Solo una minoría obtendría una salario: 8 por ciento en la industria según OIT, 8% en el comercio y la hotelería, 6% en los servicios, 1% en las minas y canteras.
Ocupan también un lugar importante en la llamada "economía popular" (trabajos callejeros, artesanía informal), como lavadores de coches, cuidadores en los aparcamientos, recolectores y recuperadores de desperdicios, vendedores ambulantes o lustrabotas.
En el trabajo infantil también están implicados los países industrializados: se puede ver a niños cosiendo cuero en Italia, trabajando en obras de construcción en Portugal o distribuyendo pizzas en Estados Unidos.
De los dos millones de niños activos en la UE, muchos van también a la escuela, pero algunos ya la han desertado. Es el caso también en Europa del este, donde la brutal "transición" económica empujó a miles a ganarse la vida.