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Organopónicos y huertos intensivos en Cienfuegos
El reflejo sobre la mesa
Ramón Barreras Ferrán
CIENFUEGOS.-La abuela Flora ya no tiene que conservar la lechuga dentro del tanque de agua como hacía cuando su hijo Pedro la compraba, casi siempre lejos, para dos o tres días. Ahora se asoma al balcón de su apartamento y les dice a los trabajadores del organopónico: "¡prepárenme un macito!", y baja a buscarlo media hora antes del almuerzo o la comida.
Y por eso está contenta, al igual que los demás vecinos de la barriada urbana de Pueblo Grifo, los mismos que protestaron cuando comenzaron a montar los canteros porque con ellos se imposibilitaba el parqueo de los autos y el juego de pelota de los muchachos. "Ojalá esto hubiera estado ahí toda la vida...", asegura Flora mientras me lleva de la mano para mostrarme que ahora los carros están en un lugar aledaño y los niños ya tienen otro cuadro para el pitén beisbolero de las tardes y los fines de semana.
Como ese organopónico, la provincia de Cienfuegos tiene otros 218, dedicados a la producción de hortalizas, fundamentalmente. En este territorio dejó de ser un problema encontrar col, rábano, zanahoria, lechuga, ajo puerro y muchos otros cultivos que tienen una alta aceptación en la mesa criolla.
Cienfuegos tiene una particularidad que la distingue. Desde el mismo surgimiento del movimiento de organopónicos y huertos intensivos se hizo patente la idea de que no podían concentrarse en la capital provincial y que debían estar, por tanto, en todos los asentamientos poblacionales. Hoy, con sano orgullo, los cienfuegueros señalan que existe al menos uno en cada Consejo Popular.
Podría enumerarse un conjunto significativo de cifras que demuestran la eficiencia de la producción en esas unidades. Pero pienso que la mayoría de ellas es conocida, sobre todo porque Cienfuegos sobresale a nivel de país por el comportamiento de los indicadores fundamentales. El reflejo está sobre la mesa.
La muestra más clara de esa efectividad se encuentra, precisamente, en los puntos de venta establecidos en los mismos organopónicos y huertos intensivos. Por el valor de un peso, por ejemplo, puede comprarse un mazo de lechuga que permite elaborar la ensalada del almuerzo y la comida para una familia de cuatro a cinco personas.
COMPRENSION, SOBRE TODO
Los 219 organopónicos existentes en Cienfuegos (17 de ellos están en las montañas del Escambray) posibilitaron emplear a cerca de 500 trabajadores, quienes comenzaron prácticamente sin conocer ni las más elementales características de ese tipo de agricultura urbana y ya hoy son experimentados productores. El salario promedio es alto (480 pesos mensuales) y está en dependencia siempre de los resultados de la labor que ejecutan.
Víctor Machado, funcionario de la esfera agropecuaria del Comité Provincial del Partido en Cienfuegos, considera que los éxitos de ese movimiento en este territorio se deben, principalmente, a la comprensión que existió desde el primer momento, a la voluntad de desarrollar esas unidades al máximo, al chequeo constante y a la ayuda de los investigadores en la impartición de seminarios técnicos.
"Estamos en lo que pudiéramos llamar una etapa de consolidación, aunque todavía nos falta crecer más", consideró Bernardo Batista, jefe del Grupo Provincial de Organopónicos y Huertos Intensivos, quien explicó también que en los resultados ha influido la estabilidad de la fuerza.
En el actual año, según ha sido ratificado en varias ocasiones, en esta provincia esas unidades deben aportar no menos de medio millón de quintales, a razón de 251 000 en los organopónicos y 249 000 en los huertos intensivos. Esa cantidad significa un crecimiento notable, el que está sustentado en un aumento del rendimiento, aunque el actual ya es alto, y en la construcción de 520 000 metros cuadrados, que entrarán en producción de manera paulatina y rápida, una vez terminados. Lo ocurrido en el primer trimestre del año es una muestra fehaciente de ello.
Los especialistas consideran, no obstante, que aún puede ser mejor la diversificación de los cultivos, el intercalamiento y el incremento de la siembra de tomate, ajo y cebolla, que tienen una aceptación notable en la población.
El propósito máximo es llegar a producir un millón de quintales cuanto antes, lo que posibilitará que cada cienfueguero pueda consumir 121 kg al año, a razón de 331 gramos por día, de ese modo se cumplirá lo orientado por la FAO que cada habitante incorpore a su dieta diaria no menos de 300 gramos de vegetales.