NACIONALES

Jesús Menéndez, víctima
directa de la Guerra Fría


ELOY TORRES (*)

A PARTIR de 1947, el entonces presidente de Estados Unidos, Harry Truman, desarrolla la nefasta política que conduciría a la división del mundo en dos bloques, dando comienzo a lo que se denominó la Guerra Fría, que tantas víctimas y males ocasionó en el mundo, especialmente en América Latina.

Jesús Menéndez habla a los obreros del antiguo central Chaparra, que hoy lleva su nombre, durante una huelga por demandas de los trabajadores.

Es en este contexto cuando se producen los asesinatos de dos importantes líderes populares Jesús Menéndez, en Cuba, el 22 de enero de 1948 y el de Jorge Eliécer Gaitán, en abril de ese año.

En el caso del primero de los mencionados, Jesús Menéndez, podemos afirmar que es una víctima directa de la Guerra Fría, pues Grau San Martín, el entonces presidente de Cuba, era un promotor y seguidor incondicional de esta política.

Cuando se van a cumplir cincuenta años del asesinato de Menéndez, gran líder de los obreros azucareros cubanos, figura egregia de los trabajadores de América Latina, es propicio destacar la calidad y valía de este prestigioso dirigente del movimiento sindical latinoamericano. Más aún tomando en cuenta que el 73% aproximadamente del pueblo cubano, no llega a los cincuenta años, por lo cual tan solo conoce de oídas todo lo referente a la agresión que sufrieron los trabajadores cubanos, especialmente los de la industria azucarera, en la década de los 50, por parte de Grau San Martín y de su sucesor, Prío Socarrás. Ambos pusieron en práctica una política antiobrera, antipopular y segregacionista contra todos aquellos que osaron levantar las banderas de la justicia, la libertad y el socialismo.

El Comandante Fidel Castro, para la época de unos veinte años, como dirigente estudiantil, repudió dicho crimen y propició la movilización del estudiantado cubano.

En 1948 finalizaba el período presidencial de Grau San Martín y se preparaba el escenario electoral para la sucesión. El Partido Socialista Popular postuló como candidato a la Presidencia de la república al eminente hombre público Juan Marinello y al extraordinario líder obrero Lázaro Peña como vicepresidente.

En enero de este año se realiza la Tercera Asamblea del Partido Socialista Popular, y a ella asistí, en mi condición de delegado del Partido Comunista de Venezuela. Al culminar los trabajos se realizó un gran acto en el Parque Central de La Habana, en el cual intervinieron Salvador García Agüero, destacada figura del foro y el periodismo cubano; Lázaro Peña, Juan Marinello, quien dio un discurso impresionante, y yo, invitado a que dirigiera unas palabras a los compañeros allí concentrados.

Concluida la asamblea, Jesús Menéndez realiza un intenso recorrido por la Isla, visitando centrales y bateyes. En este viaje lo acompaño, pudiendo constatar su gran ascendencia entre los trabajadores cubanos. En cada central, en cada local de trabajo dejaba Jesús su mensaje de defensa de los trabajadores o su apoyo y orientación para la acción. En ese recorrido fatal se produjo su sentida muerte a manos del capitán Casillas, brazo ejecutor de una política de asesinatos de la reacción.

Este acto y las elecciones presidenciales se dan dentro de un cuadro que nos presentaba una situación económica por demás interesante, pues existía una demanda creciente del azúcar, principal producto comercial e industrial de Cuba. En ese sentido, se discutió intensamente sobre la necesidad de que los ingresos generados por tan poderosa industria no beneficiaran sólo a los grandes magnates del azúcar, tanto cubanos como norteamericanos. Jesús Menéndez entonces adelanta una intensa campaña para que se hiciera más justa la distribución de aquella riqueza. Son conocidas sus largas intervenciones en diferentes foros por la defensa de los intereses de los trabajadores azucareros y de protección a los intereses nacionales de Cuba. Y aquí se refleja lo grande de la figura de Jesús, quien levantándose desde los puestos más humildes de los centrales azucareros, se va formando y educándose para transformarse en todo un estadista, que conocía en detalle todos los vericuetos y complicaciones de la industria, a tal punto que podía discutir de tú a tú con los poderosos potentados cubanos y norteamericanos, quienes quedaban sorprendidos ante los conocimientos de aquel líder.

Se enfrentó Jesús a los dirigentes empresariales y dejó siempre constancia de su extraordinaria inteligencia y capacidad para la defensa de los intereses nacionales de Cuba. Su lucha fue ardua por conquistar el pago del diferencial azucarero, es decir, el excedente de aquellos ingresos que entraban al país por concepto de exportación del azúcar pasaría a ser administrado por el Estado para su inversión en obras de desarrollo, educación, salud y otras actividades. Asimismo, que tales beneficios contribuyeran sustancialmente a mejorar las condiciones materiales de existencia de los obreros, empleados y colonos de la industria azucarera.

Los efectos de la aplicación de la política de Guerra Fría comienzan a manifestarse con crudeza en América Latina y en Cuba, en especial, dejando una estela -como ya lo dijimos antes- de agresiones al movimiento popular, con asesinatos de obreros y empleados.

Nos viene a la memoria lo que dice el gran poeta Nicolás Guillén en su extraordinaria Elegía a Jesús Menéndez:

"Alguna vez anduve con Jesús transitando de sueños en sueños su gran provincia, llena de hombres que le tendían la mocha encallecida. Su gran provincia llena de hombres que gritaban: ¡Oh, Jesús!, como si hubieran estado esperando largamente su llegada"...

Y Jesús llegó. En cada central dejó oír su viril y potente voz que levantaba los ánimos combatientes de los trabajadores, para la unión, la esperanza y la solidaridad.

Precisamente, por ser esta enérgica palabra acicate para el combate y la lucha del pueblo cubano, funcionaron los mecanismos de la represión contra los líderes populares, fundamentalmente contra Jesús Menéndez, adalid de una acción que conducía a los trabajadores a obtener reivindicaciones y mejoras. Esta voz de Jesús que se levanta contra la dominación norteamericana, para erguir a los humildes, representaba un peligro para los intereses de Estados Unidos, y mediante la aplicación de la política de Guerra Fría se decide el asesinato de Jesús Menéndez, a manos del capitán Casillas, ejecutor de las órdenes del gran centro imperial y de las altas esferas gubernamentales cubanas de entonces.

Así cayó el gigante de ébano, Jesús Menéndez, ejemplo de superación, de desprendimiento, acción y estudio, de coraje y valentía a toda prueba. Los pueblos de América, en especial, el movimiento sindical, están en deuda con la memoria de este héroe de nuestra clase.

(*) Líder político venezolano. Veterano luchador social y sindical; diputado en varias ocasiones al Congreso Nacional y gran amigo de Cuba y su Revolución.


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