INTERNACIONALES

Japón frente a los retos actuales


ARNALDO MUSA

EL PRESIDENTE de una gran empresa dice que la economía está al borde del desastre. Una agencia de estadísticas está perdiendo confianza. Un estudio trimestral comprueba que hay creciente pesimismo.

Hashimoto: "una de las peores crisis".

Los pronósticos sobre la economía japonesa se hacen cada vez más negros. La devaluación del yen (la moneda nacional) alcanzó el lunes 25 su nivel más alto en los últimos siete años (137.13 yenes por dólar).

Esto ocurre casi al mismo tiempo que el presidente de la gigantesca empresa electrónica Sony Corp. advirtiera que la economía japonesa está a punto de sufrir un desplome, con consecuencias desastrosamente negativas para la economía global. En este contexto, también el lunes, se informó que las ventas de las principales corporaciones del país cayeron a su nivel más bajo en los últimos cuatro años, cuestión que no incluyó a la propia Sony y Toyota, por ejemplo, pero sí a la mayoría: 628 de 819, según recientes resultados.

Las firmas japonesas habían logrado presentar un crecimiento en sus ganancias en los últimos tres años, que concluyeron en marzo de 1997, mediante reestructuraciones y mayores exportaciones a Estados Unidos, cuando el gobierno aumentó el impuesto a las ventas nacionales de 3% a 5%

Todo esto se produce después que el Banco de Japón indicó en un informe que es muy lento el crecimiento de la economía interna y grande el temor al impacto de la crisis financiera asiática. Agregó que no hay indicios de que se recupere la confianza a corto plazo y las compañías culpan al gobierno de no haber adoptado medidas efectivas de estímulo económico.

¿UNA O LA PEOR CRISIS?

El primer ministro japonés, Ryutaro Hashimoto, dijo hace poco que la economía de su país enfrenta una de sus peores crisis en 50 años, y prometió que hará todo lo que esté a su alcance para estimular su reactivación. Luego de aprobarse el presupuesto, dio a conocer un conjunto de medidas que incluyen rebajas impositivas para estimular al sector empresarial, pero tanto éstas disposiciones como otras dadas a conocer semanas atrás, son consideradas insuficientes por Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional.

Esa falta de respaldo ha engendrado incertidumbre y duda ante una recuperación de la economía nipona y provocado inestabilidad en los mercados de la región.

El premier Hashimoto ha mostrado su inconformidad con el debilitamiento progresivo de sus tipos de cambio frente al dólar, y recordó a Estados Unidos que, como expresó en la reciente cumbre del Grupo de los Ocho (siete países más industrializados y Rusia) la superación de la crisis económica asiática no sólo pasa por la apertura del mercado nipón, sino también del norteamericano, al ser esos dos países los principales exportadores a las naciones en apuros. Empero, en el cónclave, ni ellos ni los otros participantes se pronunciaron por aliviar la deuda externa de los países más pobres.

NO ES LA PRIMERA VEZ

Históricamente se ha demostrado que Japón ha podido solucionar los peligros de recesión de la zona, principalmente por la creciente interdependencia de su economía con las asiáticas. Desde que se inició la crisis no sólo ha apoyado financieramente a los países en problemas, sino que abogó para que el FMI y el Banco Mundial elaboraran medidas de rescate urgentes, e indicó a EE.UU. y la Unión Europea a que trabajaran en ese sentido.

Investigadores del Centro de Estudios sobre Asia y Oceanía (CEAO) y del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) han coincidido en señalar que ya desde 1985 Japón ha estado en una crisis relativa, cuando Estados Unidos y la Unión Europea se pusieron de acuerdo para frenar la competitividad y la expansión de los productos nipones. En período más reciente, la economía japonesa acusó la fiebre especulativa del denominado período de la Economía de Burbujas y el desorden y la corrupción en el sistema financiero del país. Todo ello hizo quebrar empresas inmobiliarias y financieras y causó pérdidas a los grandes bancos.

El desempleo en Japón, tradicionalmente bajo, subió a un 4,5%, y se produjo una fuerte contracción en el consumo interno y las construcciones.

El gobierno respondió con la disminución de los impuestos a las grandes compañías, creación de fondos de estímulo a la pequeña y mediana empresa, suspensión o flexibilización de las regulaciones que limitaban venta de terrenos, mayor control estatal en la actividad de los bancos, compañías de seguros y ahorros, así como de la especulación financiera.

Estas medidas, como se vio anteriormente, son consideradas insuficientes, de ahí las presiones norteamericanas, europeas y de la oposición local para que se amplíe su acción y se haga más rápida.

ESTILO JAPONES

Teniendo en cuenta la cautela y la selectividad con que la dirección japonesa tiende a manejar su política económica, no es de esperar la precipitación en las actuales circunstancias. Cierto que la situación pudiera empeorar, pero no hay que olvidar que a diferencia de los otros países con economías en crisis, Japón ha logrado un desarrollo considerable en las esferas científica y tecnológica, así como en la política industrial.

Además, cuenta con importantes reservas de divisas que son superiores -no obstante haber descendido en marzo último- a los 205 000 millones de dólares, con poderosas compañías y aún fuertes bancos. Además, según especialistas cubanos, "no es ocioso recordar que de los bonos estadounidenses invertidos en divisas extranjeras, Japón es el mayor tenedor, con una participación de 293 400 millones de dólares", es decir, el 25%.

Asimismo, Japón mantiene su fuerte posición acreedora, con unos 936 000 millones de dólares invertidos en el extranjero. El énfasis norteamericano en la reactivación de la economía japonesa se fundamenta en la interdependencia creada entre ambos países. Por ejemplo, la balanza comercial de Estados Unidos ha resultado desfavorable con Japón durante mucho tiempo, pero las presiones norteamericanas se reflejan en una reciente mejoría, aunque aún con un saldo desfavorable de 150 000 millones de dólares el pasado año.

Analistas japoneses han señalado que las tareas actuales para el gobierno no son fáciles, dado el énfasis que deberá poner en ordenar su sistema financiero, estimular la economía, sostener las pequeñas y medianas empresas, y reducir la corrupción y otros males que minan las estructuras económica y política del país, para poder vencer la crisis actual.

Es probable que de no prolongarse la crisis asiática, la economía vuelva a crecer, aunque a un ritmo más lento, y los inversionistas nipones tendrán que buscar nuevos mercados, porque, según estudios de las propias instituciones japonesas, el mercado interno es mínimo, el poder adquisitivo del japonés medio es pobre y sus condiciones de vida muy limitadas, especialmente en lo concerniente a espacio habitacional.

El informe de la Agencia de Planificación Económica hecho público en abril, indicó que la situación económica sigue estancada y que la disminución de empleos, la caída del gasto familiar y la escasez de inversión corporativa ponen de manifiesto la pervivencia de la desconfianza en la recuperación nipona.

Estos y otros retos no menos importantes enfrentará el Japón del 2000.


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