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CULTURALES |
Segundas partes a veces fueron buenas
Jorge Ignacio Pérez
Gran sorpresa se llevó el espectador adulto en la sala Covarrubias este último fin de semana. Un elefante ocupa mucho espacio, puesta en escena de Nelda Castillo y por el grupo con sede en el ISA El Ciervo Encantado, en principio movió una necesidad filial hacia los parientes pequeños.
Un elefante ocupa mucho espacio. Soledades y colores del mundo escénico.
Pero a la larga resultó una obra poseedora de ese doble diferencial que cubre infinitas zonas de la espiritualidad, sin carácter excluyente en cuanto a las edades, y a la vez con una dualidad de lectura: un ámbito de impactos visuales, hasta cierto punto divertido (o sea, la superficie), y un plano argumental que va tejiéndose en el adulto, cuadro a cuadro, a nivel inconsciente.
Porque -amén de las correctas caracterizaciones- quizá el gran mérito de este espectáculo sea precisamente sus búsquedas a partir de las sugerencias en lugar de las evidencias.
No pocos creadores se han inspirado en el mundo interior del circo para transmitir un sentido tragicómico. Un elefante ocupa mucho espacio es, más que un homenaje, un muestrario de la vida del artista escénico, mediante el pretexto del circo. Es por ello que todo el tiempo ronda un sentimiento de melancolía, porque en el adulto ocurre un distanciamiento por la propia característica de la puesta de abordar el teatro dentro del teatro.
La estructura de revista del espectáculo acomoda -fragmenta- un amplio querer decir que podría resultar interminable, más tratándose de una versión fundamentalmente gestual (¿acaso la puesta no tiene varios finales emotivos?). Sin embargo, se halló un perfecto acotejo entre las escenas de imágenes, por llamarlas de alguna manera, y las clownescas; estas últimas, incluso, dejando un margen a la improvisación. En fin, el tejido entre las escenas no supone gran tarea: el ingenio mayor está en la concepción general de la obra.
No sabemos si la argentina Laura Devetach, autora del relato homónimo que dio lugar a este espectáculo, habrá visto la puesta en escena. Pero esta traslación tan sugerente y a la vez creativa -versión con sus libertades, claro está- debe merecer la aprobación de la escritora. A veces los originales se sobredimensionan, para bien, y he aquí un caso.
(Actores que intervienen: Ana Domínguez, Mariela Brito, Eduardo Martínez, Sara Susaeta y Sergio Barreiro).