NACIONALES

La guerra de Martí


No puede valorarse los preparativos y el inicio de la Guerra de 1895, sin tener en cuenta el pensamiento y la actividad organizativa de José Martí; él apreció la capacidad de sacrificio del pueblo cubano, las dotes y la preparación militar de los jefes y combatientes con los que realizaría la lucha armada, así como las dificultades y peligros que habría que vencer, como el regionalismo, el caudillismo, fuertes rezagos de racismo, tendencias autonomistas y anexionistas. A estos obstáculos se unían ahora el peligro que representaba los Estados Unidos para la independencia de Cuba y la América Latina.
Valorando todas estas circunstancias elaboró una concepción estratégica que tuvo como tarea primordial la unidad de los patriotas cubanos en un frente amplio con un mismo propósito y una idea única, que diera a Cuba la independencia de España e impidiera que Estados Unidos cumpliera el propósito que él avizoró. Por ello, "la guerra necesaria" no podía proponerse solo la independencia de Cuba, debía auxiliar al pueblo puertorriqueño y apoyar a los países del continente en las futuras luchas contra el imperialismo yanki, cuestión que se deduce de su carta a Manuel Mercado.
Estas dramáticas circunstancias en las que se encontraba el futuro de los cubanos fue resuelto por José Martí con la creación de una organización política, el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y su labor personal que lo hicieron un extraordinario conspirador y organizador político, de ahí su mérito histórico.
El fracaso de la Guerra de los Diez Años y la Guerra Chiquita, el aborto de varias expediciones, conspiraciones y la labor pacifista de los autonomistas, unido a las discrepancias, recelos y egoísmos, resultado de las contradicciones surgidas al calor de estos acontecimientos, habían creado un clima desfavorable para organizar una empresa independentista con posibilidades de éxitos.
Pudiéramos decir que en los años de las décadas de 1880 y de principios del 90 no existían condiciones subjetivas para el inicio de una nueva guerra de independencia en Cuba. Estas realidades las comprendió José Martí y por ello realizó una labor de propaganda paciente e inteligente en favor de la independencia de Cuba. Era necesario hacer comprender a todos que España de forma pacífica nunca daría la independencia a Cuba y la anexión a los Estados Unidos negaría la nación cubana. Por ello la prédica independentista no podía estar separada del combate permanente contra autonomistas y anexionistas que, de otra parte, actuaban como fuerzas contrarrevolucionarias abiertamente en contra de la independencia de Cuba, sirviendo a España y a los Estados Unidos.
No escaparía ocasión a José Martí en reuniones, espacios en la prensa, cartas, de esclarecer a todos los cubanos la necesidad de luchar por la independencia, en una guerra justa, demostrando que no había otra alternativa, así como la labor contrarrevolucionaria de todos los que de una forma consciente o inconsciente se oponían a la guerra y servían al enemigo.
La falta de unidad fue causa principal del fracaso de la Guerra de los Diez Años, de la Guerra Chiquita, del aborto de conspiraciones y expediciones y era el obstáculo principal para organizar la nueva contienda; unir a los veteranos del 68 con la nueva generación con una concepción estratégica única y una dirección centralizada fue a costa de resolver muchas diferencias de opiniones personales, ideas y recelos, donde no faltaron la intriga, la ofensa, la labor contrarrevolucionaria, entre muchos problemas a resolver.
La grandeza de José Martí estuvo en la forma paciente e inteligente en que creó un ambiente político favorable al independentismo en el exilio y en lograr convencer, uno por uno, a todos los generales de la primera guerra para su reincorporación a la lucha, a los cuales visitó o abordó en los lugares donde concurrían, pero en particular ganar el apoyo de Gómez y Maceo sin los cuales resultaría difícil cumplir el objetivo de organizar a la veterana y nueva generaciones e imbuirlas del espíritu patriótico que necesitaba tamaña empresa.
La idea de la creación de una organización política fue madurando en el pensamiento martiano a partir de las experiencias que poseía de los partidos políticos de América y Europa, del conocimiento que tuvo de la labor realizada por los clubes revolucionarios desde la llamada Guerra Chiquita, e incluso algunas organizaciones similares creadas en Puerto Rico y Filipinas, que contribuyeron a la conformación de la concepción sobre la organización política que fuera creada el 10 de abril de 1892, el Partido Revolucionario Cubano.
Martí sabía que el partido que necesitaban los revolucionarios cubanos no podía contribuir a dividir al pueblo, sino a unirlos en un frente amplio donde militaran todos los patriotas partidarios de la independencia.
Finalizando el año 1894 Martí ha logrado unir a los patriotas cubanos, organizado secretamente la guerra, conseguido las armas y municiones indispensables para su inicio y logrado la aceptación de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo de ocupar la jefatura del ejército.
Contando ya con el apoyo de Gómez, los Maceo, Flor, Serafín Sánchez, de otros generales y jefes del 68, con el entusiasmo patriótico de los pinos nuevos y logradas las armas y municiones necesarias, dio la orden de preparar la partida.
Pero la indisciplina, la cobardía o la indiscreción de un hombre delató la operación en el momento crucial y las autoridades norteamericanas incautaron las armas e impidieron la salida de los patriotas. Todo pareció perdido, fue un golpe que estremeció a los patriotas, era el esfuerzo de años de trabajo recaudando centavos que los emigrados se arrancaban de sus míseros salarios para donarlos a la causa de la independencia. Fue en este instante cuando José Martí dio una de las más grandes enseñanzas a nuestro pueblo al decidir comenzar la guerra con los pocos recursos que quedaban.
Martí comprendió que se habían creado las condiciones subjetivas para iniciar la guerra, que retardarla corría el peligro de perderse el momento psicológico propicio, que volver a crear las condiciones objetivas tardaría demasiado tiempo y que alcanzar la independencia de Cuba tenía un tiempo limitado para lograrse e impedir que los Estados Unidos pudieran intervenir y apoderarse de Cuba.
La decisión de comenzar la guerra cuando apenas quedaban fondos para pagar el flete de las embarcaciones que llevaron a Cuba a los expedicionarios, solo es comparable con actitudes como las de Carlos Manuel de Céspedes de continuar la guerra con 12 hombres, la decisión de Maceo en Baraguá, la de Fidel Castro de iniciar la guerra en 1953 y de continuarla después de los reveses del Moncada o de Alegría de Pío, y muchas otras que llegan hasta nuestros días, como la decisión de resistir, vencer y desarrollarnos defendiendo las conquistas del socialismo en las condiciones creadas por el bloqueo a que hemos sido sometidos.
El 24 de febrero de 1895, se produjo el levantamiento de los patriotas cubanos en varios puntos del país por orden del delegado del Partido Revolucionario Cubano, así como la partida de las expediciones desde el exterior, que llegaron semanas más tarde trayendo a los principales jefes militares.
En los meses posteriores se fueron incorporando a la guerra los territorios de Camagüey y de otras regiones. Resultan insuficientes estas líneas para valorar todo el heroísmo, el sacrificio y las ingeniosas campañas desarrolladas por el Ejército Libertador; las campañas militares en Oriente, Camagüey, Las Villas y en el occidente son testimonios fehacientes.
Basta recordar la invasión a Occidente -comparada con las grandes hazañas militares de todos los tiempos-, las campañas Circular, la Lanzadera, la Reforma, la contramarcha de Matanzas, la resistencia a la reconcentración ordenada por el capitán general Valeriano Weyler, que resultan hoy día casi increíbles si se tiene en cuenta la correlación desfavorable de fuerzas.


|Home|Internacionales|Nacionales|Deportes|Cultura|E-mail|