pixelb.gif (34 bytes)

pixelb.gif (34 bytes)

pixelb.gif (34 bytes)

pixelb.gif (34 bytes)

Al final del cuento... Valdés

Pedro de la Hoz

Jazz Plaza'98 ya es historia. Una buena historia con un final demasiado feliz, como para que la envidien Montreaux y Chicago, Newport y París: los dúos de Chucho Valdés con los invitados al encuentro clasifican, sin el menor alarde, entre los hechos clásicos del género en estos tiempos y le confirieron una categoría al evento que muchas sedes jazzísticas del mundo quisieran. ¿Razones? La capacidad de entrega de los huéspedes, desde sus diversas posibilidades expresivas, en plena sintonía con el anfitrión: el tenorista de origen boricua David Sánchez haciendo gala de un discurso introspectivo de bruñida belleza; el flautista cubano Orlando Valle (Maraca) con su torrente silábico y sus desbordados recursos que avalan una limitada capacidad improvisatoria; el colombiano Ray Rodríguez, portador tanto en la flauta como en el saxofón, de la sabiduría de los tiempos del Cotton Club; el trompetista norteamericano Roy Hargrove poniendo cada nota donde es con la intensidad precisa y el duende poético de los maestros (hoy por hoy junto con Wynton Marsalls, no hay prácticamente quien se les compare); y el dominicano Michel Camilo, con su toque alucinado, vertiendo al espacio las más increíbles volutas de sonido que se puedan concebir.

El enorme mérito de Chucho, quien recorrió en el concierto todos los formatos incluyendo a Irakere y el cuarteto que le ha dado nueva fama en Estados Unidos por sus presentaciones en vivo y las grabaciones para el sello Blue Note, está en servir y prodigarse al mismo tiempo soporte para los invitados y creador de fantásticas variaciones, a base de clusters inimaginables, citas románticas y clásicas, re-ferencias culturales de la más variada estirpe y mucha invención propia -recuérdese, ahora que tanto se habla de la timba, que el precursor de esa forma de asumir el tumbao cubano fue precisamente él-, todo ello con un estricto sentido del equilibrio.

El festival es un hecho consolidado y único, asentado en una trama que convierte a la ciudad en escenario ideal para el suceso. Tanto La Zorra y El Cuervo como el club Imágenes constituyen plazas atractivas no solo para el evento, sino para la continuidad de la vida jazzística en la capital. Lo propio cabría decir de la casa de la Prensa (UPEC) donde funciona el Club Cubano de Jazz y se atienden a valores tradicionales y en desarrollo.

Jazz Plaza volverá en el 2000. Allá nos vemos.

pixelb.gif (34 bytes)