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Como parte del 2do. Salón de Arte Contemporáneo, Arturo Montoto propone un juego de palabras y conceptos, y actúa en su obra con el procedimiento de la re-significación.

MONTOTO: Pintar es un placer

TONI PIÑERA

La obra del artista Arturo Montoto es como un espejo donde el artista se mira. Refracciones del alma que se proyectan como formas herméticas y emblemáticas, alentadas por el interés de perpetuar estéticamente un instante inscrito en una realidad personal intensamente emotiva.

Una parte de esas pinturas, movidas por la pasión y el impulso vital del creador (Pinar del Río, 1953) están a la vista en las paredes de la galería Concha Ferrant (calle Martí No. 8A, entre Pepe Antonio y División, Guanabacoa) en la original muestra Leer es un placer, integrada por un conjunto de técnicas mixtas sobre papel de diario, donde emerge una interesante labor conceptual.

Ya en el propio título de la muestra, el creador -graduado del ISA en 1984-, propone un juego de palabras y conceptos, al mismo tiempo de la lectura de una obra contenedora de múltiples visiones acerca de lo efímero, de la belleza y otras muchas acepciones que surgen entre manchas de la imaginación, las letras, collages, montajes y esas pinturas que con destreza y talento crea Montoto para hablar del presente, pasado y futuro.

A partir de su llegada a La Habana, luego de cursar estudios en el Instituto Estatal de Artes V. I. Súrikov (Moscú), donde alcanzó el grado de Master of Fine Arts, en 1984, Montoto comenzó a desarrollar una manera de interiorizar principios de las posibilidades de interpretación diversa de la realidad.

Más tarde, el artista se dio cuenta que debía recuperar por lo menos, el método de configuración plástica aprendido en la academia rusa, por lo que comenzó a trabajar naturalezas muertas que funcionaban como metáforas de carácter cultural y social. En estas piezas fueron apareciendo también referencias de edificaciones erosionadas o destruidas por el tiempo, que funcionaban como escenarios -indicadores contextuales de las preocupaciones expresivas de este creador.

Con el mismo nivel de sugerencias y ambigüedad poética, propia de este lenguaje desarrollado en sus piezas, Montoto decidió dar un cierto cambio en el modo de expresión de sus propios intereses estéticos. Así surgió una suerte de montajes sobre el papel, donde la iluminación de fotos, la yuxtaposición de soluciones con que rediseña la trama visual del impreso que sirve de base..., dieron paso a un conjunto de imágenes originales.

Ahora, con un fino tono de ironía, se apropia de las páginas desechadas, por la lógica de su función diaria, convirtiéndolas en espacios de libre expansión y disfrute de las posibilidades de sugerencias plásticas. Obra hecha con placer, se orienta necesariamente al deleite del espectador, lo que explica el título escogido: Leer es un placer.

En la trama -que resulta lo más importante- se sigue una tradición nacional, de artistas que antes habían seguido estos caminos, desde que en 1927 Carlos Enríquez realizó su primera exposición de fotomontajes hasta realizaciones posteriores con sobres u otros medios propios de Fayad Jamís, y de quienes, a partir de los 80, empezaron a utilizar todos los recursos para darle otra significación.

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