NACIONALES

Ideas y obras de mujeres

Propuestas desde una
casa del Vedado


SARA MAS

TODAS LAS mañanas Asunción Ritales se reserva un abrazo para sí. Así prefiere iniciar los días desde que aprendió a conocerse un poco mejor. Los cambios llegaron a su existencia de 58 años y maestra jubilada, por un taller de desarrollo y crecimiento dirigido al adulto mayor y organizado en la Casa de la Mujer y la Familia del municipio de Plaza de la Revolución.

Aunque tenemos buenos resultados, es un reto lograr mayor eficacia en la comunidad, opina Aurora.

"Ahora ayudo con más efectividad y enfrento la vida de forma diferente. He mejorado mis relaciones familiares y con los demás. No me pierdo nada que me interese, ni falto a una excursión por lejos que sea".

María Ruanes, de 65 años, resume su experiencia: "Me siento persona". En sus largos años de maestra siempre quiso ser útil y sabe que ahora también puede conseguirlo. "Con el retiro nos quedamos en casa, sin salir, y caemos en un bache grandísimo que nos complica la vida". Autovalorarse bien es, a su juicio, lo importante y difícil.

"Yo me encontré a mí misma", cuenta Aleida Silva, 70 años. "Me sentía como un barco en medio del mar, encerrada en el círculo vicioso de la familia, amargada y llorando, hasta que me ayudaron a reaccionar y comprender que tenía que ser yo".

Ahora no es raro verlas por la calle, mientras prueban el maní y los dulces de los vendedores al paso; encontrarlas bailando en el Piano Bar del Teatro Nacional o verlas intercambiar relatos sobre los talleres de crecimiento que ahora ellas, como monitoras, imparten a otros adultos.

Diversos cursos, como los de mecanografía, entre las opciones válidas para la superación femenina.

"Además de sumar años a la vida, hay que dar vida a los años", dice Rosalía Keller, la promotora de estos encuentros que, entre otros aspectos, trabajan la comunicación, autoestima e identidad para ratificar que "la edad no es un impedimento para crecer... psíquicamente".

PROPUESTAS PARA LA COMUNIDAD

Hoy más de 100 personas mayores del municipio han participado en estos talleres y se forman entre ellos nuevos monitores para extender dicha práctica, nacida de una necesidad que un diagnóstico de la Federación de Mujeres Cubanas había develado: el 51,3% del total de la población allí se halla comprendida en la tercera edad.

"Cuando la Casa de la Mujer de Plaza abrió sus puertas en 1991, partió de adentrarse en la realidad de la mujer, en sus condiciones de vida, familiares e inquietudes para establecer un tratamiento diferenciado y ganar motivación femenina en la medida en que se conocieran y atendieran sus problemas", explica Aurora Rodríguez, presidenta de la FMC en el municipio.

Así nacieron varios programas de atención y trabajo, como los dirigidos al adulto mayor, los jóvenes y adolescentes, las mujeres desempleadas o los alcohólicos, además de la labor de orientación cotidiana en la casa, donde psicólogos, sociólogos, abogados y otros profesionales orientan y responden inquietudes de diverso tipo.

"Hemos atendido unos 4 881 casos, fundamentalmente solicitudes y litigios de viviendas, pensión alimentaria, conflictos familiares, pedidos de círculos infantiles y de trabajo", precisa Aurora.

Conocer la situación y necesidades de las mujeres del territorio -sobre todo en los barrios La Dionisia, El Fanguito y La Timba- les permitió aprovechar sus perfiles ocupacionales y facilitarles fuentes de trabajo. En total, unas 586 comenzaron a trabajar como auxiliares pedagógicas, enfermeras, en Comercio, otras instituciones o la propia organización femenina. "Ahora queremos continuar esta búsqueda partiendo de las necesidades que tenemos de maestros", explica Aurora.

Isis Valdés junto a los pequeños que disfrutan en su patio de la ludoteca "Mi pequeño Príncipe".

La capacitación y superación se mantiene allí como práctica establecida: más de 5 700 mujeres han pasado cursos, incluidos los de mecanografía, inglés, peluquería, masajes, corte y costura, dirección empresarial o computación. Conocimientos que no sólo se imparten en la sede de la calle 2, entre 21 y 23, en el Vedado, sino que como extensión comunitaria llegan a las aulas improvisadas a veces en los propios barrios.

Una vía que les vale para ejercer algún oficio o desempeñar empleos que les permiten un medio de ingreso, como ocurre con las 627 mujeres que allí se capacitaron y hoy ejercen labores por cuenta propia.

SEGUIR HACIENDO Y SOÑANDO

Los vecinos del Consejo Príncipe empezaron a notar cambios en Montoro 57, entre Bruzón y Lugareño. En casa de Isis Valdés entraba y salía gente diversa, constructores del Contingente Blas Roca, trabajadores de la empresa del Níquel, niños y maestros de la escuela José A. Echeverría, federadas, los del Consejo Popular... La incógnita se despejó cuando el patio de los pollos quedó convertido en un acogedor portal donde se instaló la ludoteca "Mi pequeño príncipe".

La profesora Coralia Ortiz, educadora jubilada, recibe allí dos veces por semana a los niños del barrio que no asisten al círulo infantil y les brinda atención por las vías no formales de educación. Todos los sábados se abren las puertas a los menores de 9 años y el último de esos días lo dedican cada mes a las actividades culturales.

"Aunque todavía tenemos que promover más la ludoteca, que lleva poco tiempo funcionando, es un lugar de muchas posibilidades. Aquí los niños tienen un espacio para jugar, aprender, y puede detectarse a tiempo cualquier problema en el aprendizaje", explica Isis, quien cedió parte de su casa para este proyecto y colabora voluntariamente, junto a otras federadas, en la orientación a los pequeños.

Junto a esta, funcionan ya en Plaza de la Revolución otras dos ludotecas, una en la Casa de la Mujer y otra en un local comunitario del Consejo Puentes Grandes-Nuevo Vedado, con el interés de crearles a los niños un espacio donde encontrar amigos, juguetes, juegos de construcción, retablos de títeres, materiales de lectura, para pintar, realizar actividades individuales y colectivas de diverso tipo. Una propuesta que quieren poco a poco consolidar y extender en cada Consejo Popular.

Atraídas cada vez por nuevas ideas, las mujeres involucradas en la Casa de la Mujer de Plaza -las que allí trabajan y sus asiduas colaboradoras- no piensan, mientras puedan, dejar de hacer y soñar. "Estamos felices con lo realizado, pero aspiramos a mayor eficacia en la comunidad. Nos interesa cubrir todavía más las necesidades de las mujeres, lograr mayor identidad de la propia organización y el sentido de pertenencia de sus integrantes", comenta Aurora.


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